SANTA IGLESIA CATEDRAL. La Ascensión del Señor.

Santa Iglesia Catedral, Santiago de Querétaro, Qro. 08 de Mayo de 2016.

DSC02559El día domingo 08 de Mayo,  el Excmo. Señor Obispo Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, asistió a la Santa Iglesia Catedral en punto de las 9:00 de la mañana, y presidió la Sagrada Eucaristía, teniendo en cuenta las siguientes intenciones:

  • Por todas las Mamás en su día.
  • Por los matrimonios que ruegan a Dios, les conceda un hijo.
  • Por quienes se dedican al trabajo de la construcción.
  • Por el grupo de peregrinos, de la comunidad catequética del Templo de Santa Cecilia, Qro.
  • Por la parroquia de San Felipe de Jesús, Chichimequillas, que presentó a un grupo de hermanos para recibir el los Sacramentos de Iniciación Cristiana.

Concelebraron la Santa Misa:

  • Pbro. Jaime Francisco Gutiérrez  Jiménez. Presidente de la Comisión Diocesana para la Familia.
  • Pbro. Javier Cuellar Ríos. Coordinador de la Dimensión Diocesana para la Vida.
  • Pbro. Gavidia Arteaga Francisco Fernando. Párroco del Sagrado Corazón de Jesús. (Santa Clara).
  • Pbro. Silvestre García Suárez. Párroco de San Felipe de Jesús, Chichimequillas.

La homilía estuvo enmarcado por la fiesta que en ente día se celebra:»La Ascensión del Señor». Por tal razón, Mons. Faustino, hizo referencia al Evangelio de San Lucas que, una vez proclamado, marca la pauta para la explicación bíblica,  y la aplicación a nuestra vida.

«Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacía un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo». Lc 24, 50. A lo cual el Señor Obispo reflexionó:

 La Ascensión es una celebración en la fe de un mensaje de esperanza. Nuestra vida es el tiempo de presencia invisible de Jesús entre nosotros en la espera de su retorno glorioso, para introducirnos en la gloria final.

La Ascensión del Señor propone una nueva etapa cuya meta compromete la actividad y esfuerzo de toda la vida. Apoyado en la esperanza de esta meta aconseja San Pablo a los creyentes no entristecerse por sus muertos como los que no tienen esperanza, porque la muerte es una etapa necesaria para la meta suprema.

La Ascención del Señor es nuestra garantía de futuro. Él se va una vez cumplida su misión abriendo nuevas rutas de la nueva vida. Y va a prepararnos un lugar porque donde está Él quiere que también estén los suyos. El ascender visiblemente no alude a un lugar espacial, sino a un estado, una manera de existir y ser feliz sin condicionamientos; el cielo estaba arriba como morada de Dios. Se trata del feliz término del camino que Jesús concluyó y que todo humano debe recorrer para llegar a Dios.

Nuestro camino, como el de Jesús, no desemboca en la nada, sino en la luz y la plenitud de Dios; es un camino que debe ser elaborado en el recorrido terrenal dando testimonio de la fe en Jesús con fidelidad incansable. Por ello, el mensaje de la Ascensión del Señor es: no se queden inactivos mirando al cielo donde desapareció Jesús, miren a la tierra, bajen de la montaña donde están los hermanos y desarrollen allí toda la actividad misionera, vayan a todas partes y a todos. 

Al final, el Señor Obispo, imploró a Dios la bendición en cada uno de los participantes, por intercesión de la Virgen María; y recordando que en ocasión del Año de la Misericordia, se concede la Indulgencia plenaria, invitó a aprovechar este tiempo de Gracia que la Iglesia propone.