Que Jesús entre y nos centre

III DOMINGO DE PASCUA
Lc 24, 35-48

El anuncio de la resurrección a las mujeres y la aparición a los discípulos son los datos más reiterativos en los relatos pascuales. San Lucas destaca algunos temas muy interesantes que aparecen en los relatos de resurrección: la presencia de Jesús en medio de los discípulos y de la comunidad; la paz y la alegría como fruto del encuentro con Él; la identidad entre el crucificado y el resucitado; el compartir lo cotidiano, como el comer con ellos; la promesa del envío del Espíritu Santo y el ser testigos en la MISIÓN. Es por lo tanto, la narración de la Resurrección como encuentro, recuerdo y misión.

Gracias al encuentro con el resucitado, a los discípulos se les abre la inteligencia para comprender las Escrituras. Comprender las Escrituras es comprender el proyecto de Dios, la realización de su Reino y la aceptación de un Mesías cuyo camino pasa por el sufrimiento y la muerte, y no por el triunfo y poder humano.

Pero no es tan claro para los discípulos que siguen preguntando, “¿Es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?”. Ellos siguen pensando en un Mesías triunfal y político. Por ello la tajante orden de Jesús de no emprender nada antes de ser revestidos con la fuerza del Espíritu Santo. Ante la obstinación del discípulo, Jesús no cede, porque sólo tras recibir el don del Espíritu Santo serán testigos de un Mesías muerto y resucitado.

Esta es la tarea de todo discípulo, sólo el que se queda impasible, callado o indiferente no puede decir y mucho menos presentarse como seguidor de Cristo, que ha recibido la fuerza y la luz de Dios, su Espíritu. Quien le apueste a una vida cristiana fácil, se equivoca.

Creer hoy es comprometerse GOZOSAMENTE con Dios, con nuestra conciencia, con los demás, con el mundo y con la vida; con Jesús y el Reino. Creer es vivir nuestra vida con Espíritu pascual, es decir como nacimiento constante a la vida nueva de Dios.

Creerle a Jesús es atreverse, como los discípulos, a luchar permanentemente y en serio por cambiar nuestro corazón, cambiando el rumbo de nuestra vida y dando razón de nuestra esperanza, a pesar de todas nuestras resistencias interiores y exteriores, ¡que abundan!

Les invito: a dejar que Dios se coloque en medio de nosotros. Que Jesús entre y nos centre; les invito a escuchar en silencio, fijar los ojos en Jesús y descubrir que nos está diciendo, escuchar para que se nos ablande el corazón; a compartir la comida, porque el compartir nos abre los ojos y nos hace reconocer al resucitado; a ser testigos, Jesús nos escoge, nos llama y nos envía.

No podemos quedarnos con los brazos cruzados ante los retos de la Pascua. ¡Ánimo!

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro