Nuestra Diócesis de Querétaro

El próximo día 7 de febrero de este año del 2014 se llevará a cabo el magno evento histórico religioso por el 150 aniversario de la erección canónica de la diócesis de Querétaro, por tal motivo me parece interesante hacer memoria histórica de los escritos monográficos que se publicaron al celebrarse su primer centenario.

Una de las monografías fue dedicada precisamente al documento pontificio la Bula de Erección del Obispado de Querétaro,[1] en dos partes, es decir, en dos tomos,  escritos por el sacerdote diocesano Mansionario Francisco Paulín G., es una obra muy completa que nos da información histórica valiosa para conocer y valorar la trayectoria de la diócesis en nuestra sociedad queretana en sus primeros cien años y  próximamente celebraremos sus 150 años de tan memorable institución religiosa para toda la grey católica, cuyos preparativos se han venido intensificando, con trabajos históricos, y actividades artísticas, culturales y desde luego, evangelizadoras y pastorales, como la misión intensiva en la diócesis impulsada por nuestro actual Obispo diocesano, el Sr. Obispo Faustino Armendáriz Jiménez .

En todos estos años la presencia diocesana ha sido significativa no sólo en el aspecto religioso, en la que ha sabido fomentar y acompañar la vida religiosa de los queretanos, sino también, su labor educativa, cultural y social al servicio de las familias de escasos recursos económicos, como de los demás sectores de la sociedad.

Los siguientes datos e informaciones están tomados de las monografías históricas escritas por el P. Francisco Paulín sobre la Bula de Erección del Obispado de Querétaro de los que ya he mencionado. Respecto al decreto de erección, documento emitido por la autoridad apostólica de la Santa Sede, fue expedida con el nombre de Bula por el entonces Papa Pío IX, el 26 de enero de 1862, con el nombre de “DEO OPTIMO MAXIMO”,  fecha que corresponde al calendario conforme al estilo florentino, según el cual el año comenzaba el 25 de marzo, dos meses de retraso en relación al calendario civil generalmente seguido, por lo tanto, la fecha sería, el  26 de enero de 1863.[2]

Se confío de parte del Papa Pío IX la ejecución de la Bula al Excmo. y Rvdmo. primer Arzobispo de Morelia, Dr. Don Clemente de Jesús Munguía que a la vez subdelegó al primer obispo de León, Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. Don José María Díaz de Sollano, que la ejecutó el día 7 de febrero de 1864, fecha  memorable para la diócesis de Querétaro, que por tal motivo el próximo 7 de febrero del presente, se llevará a cabo la magna celebración en acción de gracias por los ya 150 años en la que fue instituida como diócesis.

La Bula expresa el deber del Supremo Pontificado de proveer de pastores para enseñar, santificar y gobernar a la porción de fieles encomendado a su cuidado. Por lo cual es nombrado como primer Obispo de la nueva diócesis de Querétaro al Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Bernardo Garate López de Arizmendi, quien estuvo presidiendo su diócesis del 29 de enero de 1865 al 30 de julio de 1866; estableciendo por  mandato del Documento Pontificio el templo Catedral, que sería como iglesia madre de las existentes que hubiese en el territorio. Fue el templo parroquial de Santiago designado como la Catedral de la diócesis, en donde fue recibido el primer obispo Don Bernardo Gárate, el 29 de enero de 1865; e igualmente se decreta a la ciudad de Querétaro como sede episcopal, residencia del Obispo, al igual que otras prerrogativas constitutivas de la diócesis, como el Cabildo Catedral, la Oficiatura Coral, Los Santos Patronos, El Seminario y se declara  y reconoce el derecho de los diezmos y la forma de cómo hay que hacer uso de él.

En cuanto al Santo Patrono de la Iglesia Catedral se estipula se dedique en honor del Santo Apóstol Santiago el Mayor venerado por la misma ciudad como Patrono suyo; igualmente se ordena que se establezca el Seminario eclesiástico para la formación de los nuevos sacerdotes, estando tomado por el gobierno civil el Colegio de San Ignacio de Loyola y de San Francisco Javier fundados por la Compañía de Jesús,  al desocuparse el anexo del templo de San Antonio, propiedad de los religiosos franciscanos de la Provincia de San Diego de México, a principios de 1865, ahí pudo erigirse el Seminario, nombrando el Sr. Obispo Don Gárate como primer rector al P. Manuel de Castro y Castro; y el 27 de marzo de 1865 fueron nombrados patronos del Seminario Santo Tomás de Aquino, San Juan Nepomuceno y San Luís Gonzaga.

Al ser instituida la nueva diócesis de Querétaro, la ciudad del mismo nombre fue declarada Ciudad Episcopal, ciudad sobresaliente por sus numerosas iglesias, por sus muchos habitantes, algunos muy cultos, por sus numerosas comunidades e institutos religiosos, así como por sus actividades piadosas, comerciales e industriales; todo esto hizo merecedora de participar de los honores, derechos, prerrogativas, gracias y favores de que gozan las demás ciudades de esta noble categoría.[3]

“A fines del siglo XVIII se hallaban establecidas en Querétaro nueve casas religiosas de varones: Franciscanos de la Observancia, Dominicos, Antoninos Descalzos, Misioneros Apostólicos de Propaganda Fidei, Agustinos, Carmelitas Descalzos, Mercedarios, Hospitalarios de la Orden de la Caridad, y Filipenses, sin contar ya la extinguida Compañía de Jesús, cuyos religiosas habían sido injusta y cruelmente expulsados la madrugada del 25 de junio de 1767, en la oscuridad, con todo sigilo y precauciones para evitar un motín del pueblo que amaba entrañablemente a sus comunidades religiosas”.[4]

Florecía la Congregación de los Clérigos seculares de Santa María de Guadalupe y  había cinco casas de religiosas: el Real Convento de Santa Clara de Jesús, el de Capuchinas y Los Conservatorios de terciarias franciscanas de Santa Rosa de Viterbo, el del Señor de San José de Beatas carmelitas y el Convento del Dulce Nombre de Jesús.

“El territorio desmembrado de la Arquidiócesis de México para formar el Obispado de Querétaro lo señala claramente S. S. Pío ix EN LA Bula Deo Optimo Maximo y es el comprendido en el entonces Provincia de Querétaro y el Territorio de la Sierra Gorda denominado “de Iturbide”; esto es, todo el actual Estado de Querétaro … (y) … la otra parte del territorio desmembrado  es la faja oriental del Estado de Guanajuato que comprende los municipios de Atarjea,  Xichú el Real, Xichú Victoria, Tierra Blanca, Santa Catarina e Iturbide, en el que se incluyen Charcas y el Capulín (a Iturbide se le llamaba Casas Viejas), con una extensión de 3,826 kilómetros cuadrados.”[5]

Y en cuanto a las parroquias existentes la información es la siguiente: “Este territorio comprende las parroquias que enumera el acta Ejecutoria de la Bula de erección, en la ciudad Episcopal: Santiago con la Divina Pastora, Santa Ana y Espíritu Santo, San Sebastián; fuera de ella, San Juan del Río, Tequisquiapan, Amealco, Cadereyta, Landa, Mineral del Doctor, Tolimán, Tolimanejo (hoy Colón), Santa Rosa, San José de Iturbide o Casas Viejas, Xichú de Naturales (hoy Victoria), Xichú Mineral, El Pueblito, San Pedro Escanela, Agua Tibia o la Cañada, Jalpan; y todas las vicarias y poblados anexos, así como las misiones de Arnedo y de Palmas”.[6]

Un gran legado histórico nos ha dejado el P. Francisco Paulín para conocer los hechos y acontecimientos, como a sus principales protagonistas en este periodo del primer centenario de la fundación de nuestra diócesis de Querétaro, a quienes  tenemos que rendir tributo, porque han dejado huella en la vida religiosa, social,  y cultural en la sociedad y en la iglesia católica diocesana. Quiero concluir advirtiendo que los datos e informaciones son abundantes y hay aspectos que retomaremos en  siguientes reflexiones. Que Dios los bendiga.

Pbro. Gabino Tepetate Hernández

 



[1] Paulín G. Francisco G., La Bula de Erección del Obispado de Querétaro, Primera Parte, Editorial JUS, S. A., México, 1962.

[2]Cfr. La Bula de Erección del Obispado de Querétaro, Primera Parte. Pág.  8

[3] Cfr. Paulín G. Francisco, La Bula de Erección del Obispado de Querétaro, Editorial JUS, México, 1963. Pág. 15 y 16.

[4] Ídem. Pág. 17.

[5] Ídem. Pág. 22.

[6] Ídem Pág.23