Alocución del Excmo. Sr. Dr. D. Faustino Armendáriz Jiménez, en su toma de posesión

Santiago de Querétaro, Qro., 16 de Junio de 2011

1. ¡Alabado sea Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote!

Hoy, esta tarde, habiendo ya tomado posesión como noveno Obispo de la Diócesis de Querétaro, en el ambiente perfecto que nos ofrece la Eucaristía, quiero presentarme como servidor de todos ustedes y testigo del amor de Jesucristo, el Pontífice que por su cruz ha unido en alianza perfecta a Dios y al hombre; vengo a Querétaro como su discípulo y misionero, sin otra pretensión que la de cumplir el mandato del Señor, que nos llama a todos a evangelizar.

Hasta la Diócesis de Matamoros llegó el eco de la exclamación que el Pueblo de Querétaro lanzó como preparación para este momento: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”; agradezco su espera y agradezco que lo hayan hecho en un espíritu de fe y confianza en Jesucristo. Por la Providencia de Dios he sido llamado a ser Pastor de estas hermosas y benditas tierras, llenas de gloria y de historia; he aceptado porque mi fe me dicta que esta es la voluntad de Dios, a la cual quiero someterme en todo momento.

 

2. Agradezco la presencia de cada uno de ustedes, hermanos y hermanas.

Valoro grandemente que los Señores Cardenales, Arzobispos y Obispos, hermanos todos en el episcopado, hayan viajado desde sus Arquidiócesis y Diócesis a ser parte de este evento eclesial; gracias Mons. Robles, gracias Mons. Norberto; gracias también al Señor Nuncio Apostólico Cristophe Pierre, que aceptó ejecutar el mandato del Santo Padre por el que he asumido el oficio de Obispo Diocesano de Querétaro, y por sus palabras, siempre elocuentes e iluminadoras. Mons. Mario de Gasperín Gasperín, he constatado el cariño que Pueblo de Querétaro le profesa, ha trazado usted un camino que ahora me toca a mí continuar, espero hacerlo con su misma entrega y dedicación, gracias por todo, será para mí un honor gozar el privilegio de su amistad y consejo.

He aprendido a lo largo de estos seis años que ustedes, hermanos en el episcopado, son mi familia, mis amigos, somos verdaderamente una comunidad en medio de la Iglesia, es por ello que agradezco de corazón este gesto fraternal y de comunión.

Agradezco la presencia también de representantes de los tres poderes del Estado, especialmente a los Sres. Gobernadores José Calzada Rovirosa de Querétaro y Juan Manuel Oliva Ramírez de Guanajuato, a los Sres. y Sras. Diputados y a los representantes del poder judicial; asimismo a los alcaldes de los municipios de ambos estados que comprende nuestra Diócesis, de modo particular al Sr. Presidente municipal de Querétaro Francisco Domínguez Dren por su hospitalidad y al Sr. presidente municipal de Matamoros Ing. Alfonso Sánchez Garza, valoro de corazón su presencia hoy aquí, este gesto es expresión de su cercanía.

La Iglesia es miembro de la sociedad y juega en ella un papel imprescindible en su desarrollo y desenvolvimiento; estoy seguro que la buena disposición de todos nosotros conducirá a Querétaro y a Guanajuato por caminos de verdadero progreso.

Quiero presentar a todos ustedes al Sr. Valentín Armendáriz Villalobos y a la Sra. Francisca Jiménez de Armendáriz, mis padres, que junto con mis hermanos y hermanas y algunos otros familiares han venido a estar también aquí. Soy ante todo hijo de una familia cristiana, mis padres me condujeron a recibir los Sacramentos de Iniciación en Magdalena de Kino, Sonora y de ellos recibí las bases humanas y cristianas de lo que ahora soy. Gracias papá, gracias mamá, gracias a toda mi familia.

De modo particular saludo y abrazo a mis hermanos sacerdotes de la Arquidiócesis de Hermosillo, presidida por Mons. Ulises Macías Salcedo, Iglesia en la que nací y me formé como presbítero; Asimismo a mis hermanos sacerdotes de la amada Diócesis de Matamoros, con quienes he compartido el ministerio por estos seis años; ya lo hice hace algunos días, nuevamente quiero agradecer a cada uno de ustedes por el don de su persona, por su vocación, por su trabajo, por todos los esfuerzos que cotidianamente realizan a favor de la construcción del Reino de Dios, especialmente hacia los más pobres, aún en medio de peligros y graves riesgos; nuevamente reconozco y agradezco su cercanía y disponibilidad, su franqueza y honestidad, su respeto, su búsqueda incansable por la unidad y la auténtica fraternidad sacerdotal; me encomiendo a sus oraciones, sepan que cuentan con las mías. Gracias también a los seminaristas, todo el Seminario de Matamoros se ha hecho hoy presente; muchachos continúen formándose con responsabilidad y alegría, los retos son grandes, pero servir a Dios en el ministerio es un privilegio

También agradezco la presencia de tantos feligreses, amigos y amigas de Hermosillo y Matamoros, gracias por venir, nos unen lazos muy estrechos de caridad y sincero afecto; me traigo a Querétaro una enorme herencia de enseñanzas recibida de ustedes; nos separará la distancia, pero siempre es posible continuar alimentando nuestra recíproca pertenencia por tantos medios con los que ahora contamos.

 

3. Soy consciente que llego a tierras de hondas tradiciones y de larga historia; en la escuela aprendí desde niño que Querétaro está en el corazón de la identidad nacional mexicana, aquí se han desarrollado acontecimientos que definieron el rumbo de toda nuestra patria; llego al Bajío, Cuna de nuestra Independencia y a esta ciudad, sede del nacimiento de la República Federal y de las leyes que nos rigen y constituyen como un Estado de derecho. En Magdalena de Kino se nos hablaba en la escuela del valor, inteligencia y originales estrategias de la Corregidora; cuando aprendía sobre el Sitio de Querétaro y el Cerro de la Campanas me enseñaron incipientes principios de mnemotecnia, como método de estudio y memorización, cuando la maestra nos recomendaba recordar las tres “emes”, de Maximiliano, Miramón y Mejía; en nuestro corazón infantil se nos infundía cierta nostalgia cuando nos hacían ver la grandeza del territorio perdido con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo.

Hoy adopto de corazón a Querétaro como mi hogar, consciente que estoy echando raíces en un lugar fundacional, de tradiciones, de dramáticas transiciones y de grandes paradojas; me vinculo a una tierra en la que la religiosidad popular es todavía parte de la atmósfera y al mismo tiempo a una sociedad de cultura, iniciativas intelectuales, universidades, arte, progreso e industria.

He dicho al inicio de mi intervención que vengo aquí como discípulo y misionero de Jesucristo, esa es mi vocación irrenunciable, pero sé que de ninguna manera soy el primero, sino que me inserto en una larga cadena evangelizadora que inició apenas culminada la Conquista; el Evangelio llegó a estas tierras sólo ocho años después de la caída de la Gran Tenochtitlan; lugares como Jilotepec e Iztachichimecapan y personajes como el indio Conín, bautizado como Fernando de Tapia, fueron los precursores. La gran Orden de los Frailes Menores, admirables pioneros de la Evangelización del Nuevo Mundo, nuestros padres en la fe, son ejemplo de tenacidad y testimonio en estas benditas tierras. La fundación de Santiago de Querétaro está marcada por la presencia prodigiosa del Apóstol, el pescador llamado por Jesús, e iluminada por la Santísima Virgen de Guadalupe, que apareció al indio Juan Diego unos pocos meses después de ser fundada esta ciudad.

La vocación por la que América entera está ahora en un proceso decidido de evangelización, encuentra en Querétaro su impulso y modelo en nuestros evangelizadores, además de los Franciscanos, también nos enriquecieron Dominicos, Agustinos, Carmelitas y Mercedarios, destacando sin duda la labor del Beato Junípero Serra, evangelizador de la Sierra Gorda y constructor de sus hermosas misiones.

Soy también continuador de una centenaria tradición episcopal, de obispos que dieron continuidad a la sucesión apostólica y al ministerio pastoral en medio de los avatares de la historia; ustedes los conocen, permítanme ahora mencionarlos como un tributo que desea hacer este servidor, por las innumerables enseñanzas que me heredan personalmente y que constituyen la esencia misma y la identidad del caminar de nuestra Iglesia queretana; siempre recordemos a los Excelentísimos Señores Obispos Don Bernardo Gárate López Arizmendi, Don Ramón Camacho y García, Don Rafael Sabá y Camacho García, Don Manuel Rivera y Muñoz, Don Francisco Banegas Galván, Don Marciano Tinajero y Estrada, Don Alfonso Toriz Cobián y Don Mario de Gasperín Gasperín, nuestro querido amigo y pastor que tan tenazmente ha conducido nuestra Diócesis por 22 años. A todos ellos, a usted Don Mario, nuestro reconocimiento, admiración y gratitud.

 

4. Desde que llegó a mis manos, no he dejado de estudiar con detenimiento y con creciente interés el Plan Diocesano de Pastoral. Descubro que responde a un largo camino andado, en el que han intervenido todos los actores de la Evangelización y de la vida de la Iglesia; he constatado que ha sido elaborado con una metodología inteligente, que toma en cuenta la realidad en todos sus aspectos y que responde a ella con los criterios evangélicos a través de un discernimiento profundamente espiritual, eclesial y pastoral. Es ya la tercera etapa de un camino que inició hace ya más de veinte años, desde tiempos de Mons. Toriz y que ha ido desarrollándose y consolidándose bajo el impulso de Mons. Mario.

En este momento deseo declarar ante todos ustedes de modo oficial y enfático que asumo en su integralidad el Plan Diocesano de Pastoral, con todos sus contenidos y métodos; con su marco doctrinal y sus diagnósticos; con sus prioridades, objetivos y estrategias. Hago mía en su totalidad la estructura diocesana que emana del Plan Diocesano de Pastoral y las líneas que nos conducirán a 2016, en el marco de la celebración del Ciento Cincuenta Aniversario de la creación de la Diócesis.

Lo hago porque descubro la asistencia del Espíritu Santo en todo el proceso y porque resulta patente que el Plan responde de manera sólida a los énfasis que Aparecida establece para la Pastoral en América Latina y el Caribe, especialmente en lo que se refiere a la Nueva Evangelización y a la Misión Continental Permanente y porque también está en la línea de la Exhortación Apostólica Verbum Domini, fruto del Sínodo sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia. El Plan nos proyecta también al próximo Sínodo sobre la Nueva Evangelización, que tendrá lugar en Roma el próximo octubre de 2012

El Plan Diocesano de Pastoral es sin duda un instrumento que permite que la Misión pueda ser operativa, altamente eficaz, responder a estrategias audaces e incluir a todos los agentes necesarios, a las comunidades, estructuras y apoyos; es muy alentador contar con contenidos claros, con procesos adecuados de formación, buscando llegar a todos los sectores de nuestra sociedad, privilegiando los más alejados y a los más pobres.

En este sentido, resulta una obligación para todos nosotros, miembros de esta Iglesia de Querétaro, no sólo insistir verbalmente en la Misión Continental, también nos corresponde lanzar iniciativas, indicar los caminos, formar a los agentes, verificar todos los procesos y avances de la Misión, así como hacernos presentes en la totalidad de los trabajos pertinentes que tengan que ver con ella.

Hermanos, hermanas, vengo dispuesto a involucrarme en los procesos que ustedes ya han iniciado y a los que han dado una fisonomía específica, deseo invertir mi tiempo, energía e interés, fomentando un movimiento generalizado en toda la Diócesis, que permita que la Misión Continental Permanente sea efectivamente una Misión Diocesana Permanente, en la que todos, Obispo, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas, niños, jóvenes y adultos, estemos seriamente involucrados.

 

5. Quiero dirigir unas palabras a los sacerdotes y diáconos queretanos. Somos ahora familia, somos hermanos, llamados a formar una verdadera comunidad en el seno de la Iglesia, los vínculos que existen entre ustedes y yo, a partir del momento de mi toma de posesión, no son sólo jurídicos, sino que nos une ya una profunda relación sacramental que está llamada a reflejarse en nuestra vida comunitaria y en nuestro trabajo pastoral. Los invito a que trabajemos arduamente en el conocimiento recíproco, en nuestra integración y en los modos que nos lleven a implementar un trabajo común a favor de nuestra Diócesis; no sucumbamos nunca ante los obstáculos que puedan interponerse en lo que Dios quiere de nosotros. Quisiera proponerles el reto de que tanto ustedes como yo nos convirtamos en modelos de evangelización en nuestro Pueblo y que no esperemos a que nuestros fieles vengan, vayamos juntos por los alejados, por los desalentados, por los que no conocen a Cristo, por los más pobres.

El Seminario de Querétaro es más que centenario, es una institución sólida y parte esencial de nuestra vida diocesana. Quisiera dirigirme con la caridad de un Pastor a los futuros Pastores: muchachos, formen en su corazón los sentimientos de Cristo, prepárense para ser sacerdotes evangelizadores misioneros, de modo que estén a la altura de las necesidades de nuestro Pueblo, al cual están llamados a servir. Sé que una de mis primeras actividades como Obispo de Querétaro será visitar nuestro Seminario, que es el corazón de la Diócesis, sepan que estarán en mis prioridades pastorales siempre. Gracias por decir que sí al Señor.

A los miembros de institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica les ofrezco mi afecto y reconocimiento, ustedes han sido actores indispensables desde la más remota historia de la evangelización de estas tierras, son parte esencial de la identidad de nuestra Iglesia Local; embellecen ustedes nuestra Diócesis con los variadísimos carismas que el Espíritu Santo ha suscitado para la edificación de su Pueblo. He hablado en esta reflexión sobre la presencia histórica de las grandes Ordenes, también son abundantes los carismas de congregaciones masculinas y femeninas de fundación más reciente, ustedes aportan su propia riqueza. Soy un convencido que puede haber una perfecta sintonía entre la originalidad de su carisma y la vida diocesana. Nos une el Evangelio y el seguimiento al mismo Jesús; espero pronto tener la oportunidad de encontrarnos para ahondar nuestros lazos de comunión en un solo proyecto.

Es el tiempo de los laicos, la Iglesia sólo está completa con ustedes, hermanos y hermanas. Sé que los movimientos laicales también tienen sus carismas propios, todos ellos avocados a la Evangelización, de uno u otro modo; Dios nos bendice con gran variedad de comunidades, cofradías, círculos bíblicos, asociaciones ligadas a carismas, espiritualidades y formas de vida específicas; todas estas expresiones fortalecen al Pueblo de Dios, nutren la fe de quienes pertenecen a ellas y contribuyen a un cambio de fisonomía en la sociedad; sigan ustedes adelante y sepan que cuentan con mi cercanía y apoyo pastoral incondicional.

Abrazo también a todos los hermanos y hermanas de nuestras Parroquias, que son numéricamente el grupo más grande de nuestra Iglesia y los que seguramente forman el mayor contingente en esta celebración. Dios bendiga a las familias, a los agentes de pastoral, a los miembros de los consejos de pastoral, a los niños, especialmente a los monaguillos, en cuyas filas nació mi vocación sacerdotal, a los enfermos, a las personas de la tercera edad, a los hermanos y hermanas con capacidades diferentes y a los amigos especiales.

Quiero de manera especial dirigirme a los jóvenes, y compartir con ustedes mi pensamiento y mi oración; les exhorto con fuerza y vigor a que no teman el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí a una vida sin sentido; quiero insistirles y enfatizar que por su generosidad están llamados a servir a sus hermanos, especialmente a los más necesitados con todo su tiempo y vida.

Hermanos y hermanas todos, sepan que una de mis prioridades como nuevo Obispo de Querétaro será ir al encuentro de todos ustedes, hasta donde estén; quiero visitarlos en sus comunidades, conocer sus templos parroquiales y capillas, convivir con ustedes, entrar en contacto con sus familias, trabajos y necesidades, y emprender juntos el recorrido de la misión. Cada uno de ustedes es un Evangelizador, es testigo del amor de Jesucristo, todos juntos, obispo, sacerdotes, miembros de los institutos de vida consagrada, movimientos y laicos en general somos los protagonistas de la Nueva Evangelización y de la Misión Continental Permanente, estamos llamados a obedecer la voz de Jesús que nos llama a ir a todo el mundo y anunciar el Evangelio. Agradezco también de modo particular la presencia de hombres y mujeres de la cultura y a todos los medios de comunicación social, cuyo trabajo valoro y resulta imprescindible en las sociedades modernas. Dios los bendiga, gracias por estar aquí.

Excelentísimo Señor Obispo Mons. Mario de Gasperín Gasperín, a usted mi admiración, mi gratitud y mi respeto. Como decía, he podido constatar el gran amor que todo el Pueblo de Querétaro le profesa, el respeto y el cariño de los sacerdotes, el indiscutible lugar que se ha forjado en todos los ambientes de la sociedad queretana; todo esto no se gana de la noche a la mañana, es fruto no sólo de los veintidós años de servicio, sino de que en esos veintidós años usted se entregó de manera cotidiana y fiel a su misión de pastor. Querétaro tiene una sólida imagen de la vida y ministerio del Obispo ciertamente por la centenaria tradición episcopal, pero también por el testimonio sencillo y profundo de su ministerio, por su presencia en las comunidades y su interés en la formación sacerdotal, por la sana estructuración de las instancias diocesanas y por la riqueza de sus cartas pastorales que son ya un referente obligado de espiritualidad y pastoral; por el Plan Diocesano de Pastoral, impulsado sobre todo por usted; quedan las obras materiales que también usted promovió, pero sobre todo queda la presencia de Jesucristo, que a través de su ministerio está ya en el corazón de de los queretanos. Permítame decir públicamente que las conversaciones privadas que hemos sostenido usted y yo están ya en mi corazón como tesoro invaluable; ciertamente los consejos que me compartió serán de gran provecho, pero agradezco sobre todo su delicadeza, su gran educación, su tacto inteligente y fraterno. Excelencia, hónreme con el privilegio de su amistad y con los consejos que pueda ofrecerme como padre; me alegro enormemente que permanezca en esta que es su casa, pues seguiremos teniendo la oportunidad de contar con su ministerio fecundo. Mons. Florencio Olvera, Obispo Emérito de Cuernavaca, ofrezco fraternalmente a usted mi respeto y toda mi consideración, Dios lo bendiga.

 

6. María es evangelizadora y lo ha sido especialmente en estas tierras, la Virgen de Guadalupe y la Virgen del Pueblito han acompañado a las comunidades y a la sociedad hacia el encuentro con Jesucristo, para que en él nuestro Pueblo tenga vida. Quisiera a modo de conclusión compartir con ustedes una plegaria dirigida a nuestra Santa Patrona, la Virgen de los Dolores de Soriano, únanse espiritualmente a mí.

Virgen Santísima, tú has unido fecundamente tus dolores a los de Cristo: Estuviste de pie junto a su Cruz y recibiste luego en tus brazos el cuerpo sin vida de tu Hijo. Eres mujer valiente y de fe; tu entereza y dignidad te adornaron en esos terribles momentos.

Eres también solidaria con nuestros dolores: Estás cerca de los enfermos y de los encarcelados, de los migrantes y de los pobres, de las personas solas y discriminadas, de quienes tienen hambre y sed, de todos los que comparten los sufrimientos de tu Hijo.

Virgen de los Dolores de Soriano, tienes ahora una hermosa Basílica, desde donde prodigas tu amor e intercesión a los queretanos y a quienes acuden a ti; pero fuiste rescatada de los escombros de Maconí como símbolo de todos los que necesitan ser rescatados en su dignidad y de su sufrimiento.

Hoy, como hijo tuyo que soy, quiero pedirte en este significativo día por todos los que sufren, por los marginados de nuestra tierra y por todos los que se esfuerzan en alcanzar la paz. Te suplico que alcances la paz a nuestra tierra, especialmente a Tamaulipas, cuyo nombre significa “lugar donde la gente ora”.

Me consagro en este día y consagro a este Pueblo a tu Corazón Inmaculado y al Sagrado Corazón de tu Hijo, Sacerdote Eterno. Intercede para que responda con fidelidad a la enorme vocación a la que él me ha llamado, para que juntos, pastores y fieles, nos entreguemos generosamente a la extensión del Reino de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Muchas gracias.

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro