La sencillez de sus pasos nos evangeliza

XVI DOMINGO ORDINARIO
Mt. 13, 24-43

Las tres parábolas del Reino que nos presenta el Evangelio de San Mateo este domingo, nos pueden iluminar al llamado que tenemos de ser discípulos y misioneros, porque nos anuncian que el reino de Dios ya está entre nosotros y, nos invitan a tomar una serie de actitudes en la realización de nuestra misión.

Nadie puede negar el mal que existe en el mundo y la labor que ha realizado el enemigo para que ese se expanda. Esta certeza puede llevar a pensar que el mal es inevitable, y por lo tanto, caer en el desánimo, en la desesperanza, o tomar decisiones imprudentes que pueden eliminar lo bueno que también existe, ¿quieres que vayamos a arrancarla?

El libro de la Sabiduría nos dice: “Juzgas con misericordia y nos gobiernas con delicadeza, porque tienes el poder y lo usas cuando quieres. Con todo esto has enseñado a tu pueblo que el justo debe ser humano, y has llenado a tus hijos de una dulce esperanza, ya que al pecador le das tiempo para que se arrepienta”.

La parábola del trigo y la cizaña invita a la conversión, pero sobre todo a ser pacientes y misericordiosos, conscientes del mal, debemos ser sembradores del bien, constructores de una civilización de amor.

Las acciones que se realicen a favor del Reino de Dios, aunque sean pequeñas como un grano de mostaza pueden llevar a una transformación real del entorno familiar, laboral, social…, lo importante es mantener la esperanza y no desfallecer. Al respecto, en estos días he visto de cerca el testimonio de quienes peregrinan al Tepeyac y he descubierto la grandeza de Dios en la sencillez de los pasos de hombres y mujeres de fe, que nos evangelizan y que tanto tienen que enseñarnos. Gracias por ser sal y luz en medio del mundo. Gracias por recordarnos que somos peregrinos misioneros que a pesar de la fatiga y los obstáculos, tenemos que caminar sin detenernos.

“La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales… Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos… como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva…” (DA 11).

Las palabras del Beato Juan Pablo II, al inicio de su pontificado mantienen su fuerza y actualidad para todos nosotros: “No tengan miedo”. No debemos tener miedo a ser el trigo que muere para dar fruto, aún en medio de la cizaña. Al final “los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre”.

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro