Homilía en la Misa de San Bernabé con los Operarios del Reino de Cristo

Capilla de la Casa de Formación de los Operarios de Reino de Cristo

Santiago de Querétaro, Qro., 11 de Junio de 2015

Año  de la Pastoral de la Comunicación –  Año de la Vida Consagrada

 

Queridos padres formadores,

queridos seminaristas,

muy estimados padres de familia, amigos y bienhechores,

hermanos y hermanas todos en el Señor:

 

1. Con alegría nos hemos reunido en esta tarde para celebrar nuestra fe, en este día en el cual la Liturgia nos permite celebrar a san Bernabé, este gran hombre “bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe” (Hch 11, 21-26), quien con su vida y con su ejemplo anunció a Cristo entre los gentiles, exhortándoles a que permanecieran fieles al Señor.  Así lo hemos escuchado en la lectura del libro de los Hechos de los apóstoles que ha sido proclamada. Pero, ¿quién fue en realidad san Bernabé? “Bernabé”, que significa “hijo de la exhortación” (Hch 4, 36) o “hijo del consuelo”, es el sobrenombre de un judío levita oriundo de Chipre. Habiéndose establecido en Jerusalén, fue uno de los primeros en abrazar el cristianismo, tras la resurrección del Señor. Con gran generosidad vendió un campo de su propiedad y entregó el dinero a los Apóstoles para las necesidades de la Iglesia (cf. Hch 4, 37). Se hizo garante de la conversión de Saulo ante la comunidad  cristiana  de Jerusalén, que todavía desconfiaba de su antiguo perseguidor (cf. Hch 9, 27). Enviado a Antioquía de Siria, fue a buscar a Pablo, en Tarso, donde se había retirado, y con él pasó un año entero, dedicándose a la evangelización de esa importante ciudad, en cuya Iglesia Bernabé era conocido como profeta y doctor (cf. Hch 13, 1).

2. Así, Bernabé, en el momento de las primeras conversiones de los paganos, comprendió que había llegado la hora de Saulo, el cual se había retirado a Tarso, su ciudad. Fue a buscarlo allí. En ese momento importante, en cierta forma, devolvió a Pablo a la Iglesia; en este sentido, le entregó una vez más al Apóstol de las gentes. La Iglesia de Antioquía envió a Bernabé en misión, junto a Pablo, realizando lo que se suele llamar el primer viaje misionero del Apóstol. En realidad, fue un viaje misionero de Bernabé, pues él era el verdadero responsable, al que Pablo se sumó como colaborador, recorriendo las regiones de Chipre y Anatolia centro-sur, en la actual Turquía, con las ciudades de Atalía, Perge, Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (cf. Hch 13-14). Junto a Pablo, acudió después al así llamado concilio de Jerusalén, donde, después de un profundo examen de la cuestión, los Apóstoles con los ancianos decidieron separar de la identidad cristiana la práctica de la circuncisión (cf. Hch 15, 1-35). Sólo así, al final, permitieron oficialmente que fuera posible la Iglesia de los paganos, una Iglesia sin circuncisión:  somos hijos de Abraham solamente por la fe en Cristo.

3. Los dos, Pablo y Bernabé, se enfrentaron más tarde, al inicio del segundo viaje misionero, porque Bernabé quería tomar como compañero a Juan Marcos, mientras que Pablo no quería, dado que el joven se había separado de ellos durante el viaje anterior (cf. Hch 13, 13; 15, 36-40). Por tanto, también entre los santos existen contrastes, discordias, controversias. Esto me parece muy consolador, pues vemos que los santos no «han caído del cielo». Son hombres como nosotros, incluso con problemas complicados. La santidad no consiste en no equivocarse o no pecar nunca. La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón.

4. Queridos sacerdotes y jóvenes seminaristas, el ejemplo de este gran evangelizador hoy en día quiere ser para cada uno de nosotros el modelo de quien sabe y conoce lo que Dios quiere para su comunidad. Su vida y su misión nos recuerdan que la tarea de la Iglesia sigue siendo y, ahora más que nunca, “Anunciar el mensaje del evangelio” para que muchos puedan ser llamados Cristianos. “La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: «Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20). En estos versículos se presenta el momento en el cual el Resucitado envía a los suyos a predicar el Evangelio en todo tiempo y por todas partes, de manera que la fe en Él se difunda en cada rincón de la tierra” (EG, 19). Como se ha señalado en el Plan Diocesano de Pastoral en esta Diócesis: “Nos desafía la descomposición moral de la familia. (cf. PDP, nn. 42- 52); Nos desafía la crisis de identidad cultural (cf. PDP, nn. 53-67); Nos desafía globalizar la solidaridad (cf. PDP, nn. 68-80); Nos desafía el divorcio de la fe y la vida (cf. PDP, 81-93); Nos desafía el debilitamiento de los valores humanos y cristianos (cf. cf. PDP, nn. 94-106).

5. Es providencial que al iniciar este Año Jubilar de gracia que el Santo Padre Francisco  les ha concedido a través de la Penitenciaria Apostólica, para celebrar el cincuentenario de la fundación, fija la mirada en este gran santo san Bernabé, consideren cuatro cosas importantes: Formación, conversión pastoral, seminario en salida, y conocimiento  de la realidad:

  1. Formación: El reto  y los desafíos no sólo es la realidad en sí misma, la respuesta a esta realidad es ya un gran desafió. Para ello, es preciso retomar la idea de una formación integral, basada en la unidad del conocimiento enraizado en la verdad. Eso sirve para contrarrestar la tendencia, tan evidente en la sociedad contemporánea, hacia la fragmentación del saber. Especialmente para el uso de los medios de comunicación.
  2. Conversión pastoral: El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo: «Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación […] Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad». (EG, 26).  La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad (EG, 27).
  3. Seminario en salida: “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan” (EG, 24).
  4. Conocimiento de la realidad: Pero es muy sano que no pierdan el contacto con esa realidad tan rica de la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular. Esta integración evitará que se queden sólo con una parte del Evangelio y de la Iglesia, o que se conviertan en nómadas sin raíces.

6. De esta manera la confraternidad de los Operarios del Reino de Cristo, se verá fortalecida con la fuerza renovadora del Espíritu  que nos urge a difundir el amor de Dios, instaurando el Reino de Dios en el reino del hombre.

7. Me alegra que sea en este contexto de la fiesta de san Bernabé donde se lleve a cabo el Rito de Aceptación a las Sagradas Ordenes de este joven  Luis Alfredo Velazco Liborio, quien ha mostrado su disposición para consagrarse por completo al Señor. Debemos ser conscientes que ser operario el Reino no se improvisa, es un estilo de vida que se fragua a diario, a los pies del Maestro, en constante escucha de su palabra y en la contemplación perenne de su corazón misericordioso. Procura que tu formación sea siempre una formación misionera, que busque responder a los desafíos de la nueva evangelización. Cuida el ideal que te trajo a esta casa, déjate moldear por la disciplina y consejo de tus formadores. Y si en algún momento de la vida no encuentras la luz, para continuar acude a María la Estrella de la mañana, que nos orienta y nos re-conduce a Cristo.

8. Pidámosle a Nuestra Señora de Guadalupe que siga intercediendo por cada uno de los que conforman esta confraternidad, para que fieles a las mociones del Espíritu y al Carisma del Padre Enrique Amezcua, continúen con la tarea evangelizadora y apostólica.  Amén.

† Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro