Homilía en la Misa de Inicio del Congreso Nacional de la Acción Católica Juvenil Mexicana

Santa Iglesia Catedral, 20 de julio de 2012, Santiago de Querétaro, Qro.

“Firmes en la fe crecemos en edad, sabiduría y gracia”.

 

Hermanos sacerdotes,
muy queridos jóvenes,
hermanos y hermanas todos en el Señor:

1. Les saludo a todos ustedes deseando que la paz de Cristo reine siempre en sus corazones, y les impulse a construir cada día el Reino de Dios en esta tierra mexicana. Saludo al P. Sergio De la Cruz Godoy, Asesor Nacional de la Junta General, al P. Alberto Medellín Alanís, Asesor Nacional de la ACJM, al P. Miguel Cano Nolasco, Asesor de la Junta Diocesana. Saludo de manera muy especial a cada uno de ustedes jóvenes llenos de profundo entusiasmo y de libertad, deseosos de instaurar la paz de Cristo en el Reino de Cristo. Me llena de profunda alegría poder encontrarme con ustedes en esta noche para compartir la fe en el Señor resucitado, en el marco del Congreso Nacional de la Acción Católica Juvenil Mexicana, cuyo lema es: “Firmes en la fe, crecemos en edad, sabiduría y gracia”. Agradezco de antemano que hayan puesto su mirada en esta ciudad para que sea la sede de este encuentro tan importante en la vida y en la misión de la ACJM, sin duda, deseo que los frutos sean abundantes y sobretodo arroje luces que nos permitan responder a las exigencias y a los desafíos de la “Nueva Evangelización” en una realidad como al que viven nuestras comunidades y nuestra sociedad.

2. Al cumplirse ya casi 100 años desde que en 1913, personajes como Don Bernardo Bergöend, SJ, Luis Beltrán y Mendoza y Jorge Prieto Laurens, iniciaron un movimiento capaz de sacudir el entusiasmo juvenil y de encauzar sus inquietudes al servicio de Cristo y de la Iglesia, recibiendo un formación cristiana y promoviendo un apostolado en los diferentes ambientes de la vida, vislumbro en esta noche al verles a ustedes reunidos, una nueva y renovada etapa en la vida de este movimiento, pues el Espíritu de Cristo, presente hoy entre nosotros, es el que nos anima y renueva en la fe y en el compromiso cristiano por hacer nuevas todas las cosas.

3. En la liturgia de la Palabra de esta eucaristía hemos escuchado en palabras del Profeta Isaías, el cántico de acción de gracias que pronuncia Ezequías, rey de Judá, tras la dura experiencia de enfermedad (Is 38): por un lado se evoca la angustia del sufrimiento del cual el Señor ha liberado a su fiel y, por otro, se canta con alegría la gratitud por la vida y la salvación recobrada. El rey Ezequías, un soberano justo y amigo del profeta Isaías había quedado afectado por una grave enfermedad, que el profeta había declarado mortal. Ezequías volvió su rostro a la pared y oró al Señor diciendo: “Señor, dígnate recordar que yo he andado en tu presencia con fidelidad y corazón perfecto haciendo lo recto a tus ojos”. Y Ezequías lloró con abundancia de lágrimas. Dios, oyendo su plegaria lo confirma en la vida y le permite continuar. En ese momento brota del corazón del rey el cántico de acción de gracias. Según la antigua concepción de Israel, la muerte introducía en un horizonte subterráneo, donde la luz se apagaba, la existencia se atenuaba y se hacía casi espectral, el tiempo se detenía, la esperanza se extinguía y sobretodo no se tenía la posibilidad de invocar a Dios en el culto. Por eso, Ezequías recuerda ante todo las palabras llenas de amargura que pronunció cuando su vida estaba resbalando hacia la frontera de la muerte: “Ya no veré mas al Señor en la tierra de los vivos”. Pues en el reino de la muerte nadie te invoca, y en el abismo, ¿quién te alabará? (Sal 6, 6). En cambio liberado del peligro de la muerte Ezequías puede reafirmar con fuerza y alegría: “Los vivos los vivos son quienes te alaban, como yo ahora” (Is 38, 19).

4. Queridos Jóvenes, esta experiencia leída a la luz del misterio pascual de Jesucristo adquiere una nueva visión y una nueva tonalidad. Ya el autor del libro de la sabiduría por su parte, no dudará en afrontar que la esperanza de los justos está llena de inmortalidad (Sab 3, 4), pues está convencido de que la experiencia de comunión con Dios, vivida durante la existencia terrena no desaparecerá. Después de la muerte, seremos siempre sostenidos y protegidos por el Dios eterno e infinito, porque “las almas de los justos están en las manos de Dios y no alcanzará tormento alguno” (Sab 3, 1).

5. Queridos Jóvenes de la ACJM, es este el contenido y el fundamento de nuestra fe, una fe que se sustenta en Jesucristo, Camino Verdad y Vida, Capitán, Jefe y Amigo, quien con su muerte y resurrección siembra una semilla de eternidad, que florece en nuestra caducidad mortal, él es el Dios viviente entre nosotros, gracias él, podemos repetir las palabras del Apóstol, fundadas en el Antiguo Testamento, cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: “la muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Cor 15, 54-55). Por ello, nosotros los cristianos vivimos con esperanza y esto nos hace vivir de otra manera, una vida que nace de la experiencia pascual. La cual estamos llamados a transmitir a los demás siempre desde nuestra experiencia. Es en ella donde se renueva nuestra vida y hace de cada uno de nosotros hombres nuevos con corazón nuevo. Dios no ha muerto, lo que pasa es que los hombres lo hemos perdido y nos cuesta mucho trabajo encontrarlo. Los hombres de hoy nos limitamos a lo inmediato, vivimos fascinados por lo sensible y como no hemos encontrado a Dios perdemos toda esperanza posible.

6.El cántico nos invita también a reflexionar sobre la fragilidad naturaleza. Las imágenes son sugestivas, la vida humana es descrita con el símbolo típico entre los nómadas, de la tienda: Somos siempre peregrinos y huéspedes en la tierra. También se recurre a la imagen de la tela, que es tejida y puede quedar incompleta cuando se corta la trama y el trabajo se interrumpe, “Me concediste un palmo de vida, mis días son nada ante ti; el hombre no dura más que un soplo, el de nuestra hombre pasa como pura sombra, un soplo que se afana (Sal 38, 6-7). Es necesario recuperar la conciencia de nuestro límite, saber que aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan (Sal 89, 10). Sin embargo, cuando la vida del hombre es tocada por la experiencia de Dios ésta se transforma y entonces logra tener un sentido, un sentido que no se reduce a algo pasajero, sino que lo hace trascender y llegar a la altura de Dios. Cada uno de nosotros hemos de estar comprometidos para que la vida en nuestros días recupere su valor y su dignidad, ahí comenzará la renovación de nuestra sociedad, de nuestra familia y de nuestra propia persona. Ahí se comienza a instaurar la paz en el reino de Cristo.

7. Quisiera invitarles a unirse al proyecto de la Misión Continental Permanente para que juntos logremos inyectar en el corazón de tantos jóvenes y adolescentes el gusto por la vida, el gusto por darle un sentido a la vida. Ese este nuestro mayor desafío y nuestro mayor reto entre las jóvenes generaciones. “Pues el servicio a la juventud realizada con humildad debe hacer cambiar a la Iglesia cualquier actitud de desconfianza o de incoherencia hacia los jóvenes” (cf. Documento de Puebla, 79) La ACJM es por naturaleza un movimiento evangelizador, y como tal urge que renueve esta vocación, por el contrario el movimiento estaría faltando a la propia identidad. Queridos amigos, soy consciente que cada uno de ustedes desea convertirse en líder de este movimiento, la clave está en vivir de la Palabra de Dios, de ella beberán las fuerzas necesarias para convertirse en heraldos del evangelio, inclusive hasta el grado de derramar la vida por la causa de Cristo. Esto es posible pues ya nos lo han demostrado los mártires mexicanos (Beato Miguel Agustín Pro, David Roldán, Anacleto González Flores, entre otros) a quienes no les importó perder la vida con tal de que el nombre de Cristo resonará hasta los últimos rincones de nuestra nación. Ellos nos impulsan a que como nos dice el papa Benedicto XVI: “No dejemos que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta… Debemos descubrir el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia y del pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos. La enseñanza de Jesús resuena hoy todavía con la misma fuerza “trabajad no por el alimento que perece sino por el alimento que perdura para la vida eterna” (Jn 6, 27)” (cf. Porta fidei, 3).

8. La Virgen María de Guadalupe sea su modelo, déjense educar bajo su regazo de madre y maestra, para que firmes en la fe, en su Hijo Jesucristo, crezcan cada día en edad, sabiduría y gracia. “Adelante acejotaemeros los ojos fijos en vuestro ideal, cantando vuestros amores, vuestra vida es lucha leal”. “Adelante acejotaemeros, en vuestro pecho su santo amor, tremolando en alto la bandera, por vuestra patria y por vuestro Dios. ¡México! ¡Católico! ¡México! ¡Unido! ¡México! ¡Libre! ¡Viva México! ¡Viva! Amén.

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro