DISCURSO EN LA INUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA “¡A MI MADRE DE LA TIERRA QUE ME ENSEÑÓ A MAR A MI MADRE DEL CIELO!” CON OCASIÓN DEL AÑO JUBILAR MARIANO.

Alameda Hidalgo, Centro histórico, Santiago de Querétaro Qro., domingo 15 de septiembre de 2019.
Año Jubilar Mariano
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Distinguidas autoridades,
Hermanos sacerdotes,
Estimados miembros de la vida consagrada,
Queridos laicos,
Invitados todos:

Buenas tardes:

1. Le saludo a todos ustedes en esta tarde, en el cual, unidos al gozo de celebrar el Año Jubilar Mariano, queremos inaugurar esta bella explosión fotográfica que lleva por título: “¡A MI MADRE DE LA TIERRA QUE ME ENSEÑÓ A AMAR A MI MADRE DEL CIELO!”, que en coordinación con el Patronato de las Fiestas del Estado de Querétaro, quiere ser un espacio artístico para que quienes transiten por el cruce de estos caminos, puedan sentir y experimentar en sus vida, la cercanía y la presencia evangelizadora de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, principal celestial patrona de esta diócesis de Querétaro.

2. La ocasión de celebrar el Año Jubilar Mariano, al cumplirse 50 años del patronazgo de nuestra madre dolorosa sobre nuestra diócesis, ha querido ser un momento de gracia, para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, de tal manera que no sólo los católicos puedan encontrar en María un “signo de esperanza cierta y de consuelo”, capaz de permitirles encontrarle sentido al dolor y al sufrimiento, sino que también aquellos que peregrinantes en la vida han perdido el rumbo y la esperanza. Especialmente, cuando la realidad social y cultural que nos rodea, atraviesa momentos difíciles en los cuales se nubla el presente y el futuro se torna nebuloso.

3. Siguiendo el ejemplo de los misioneros que sembraron el evangelio en estas tierras, queremos ofrecer en la Imagen de la Virgen María y de su entorno, un ícono que deje trasparentar el misterio del dolor salvador. En la cruz, cuando Cristo sufría en su carne el dramático encuentro entre el pecado del mundo y la misericordia divina, pudo ver a sus pies la consoladora presencia de la Madre y del amigo. En ese crucial instante, antes de dar por consumada la obra que el Padre le había encargado, Jesús le dijo a María: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego le dijo al amigo amado: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26-27). Estas palabras de Jesús al borde de la muerte no expresan primeramente una preocupación piadosa hacia su madre, sino que son más bien una fórmula de revelación que manifiesta el misterio de una especial misión salvífica. Jesús nos dejaba a su madre como madre nuestra. Sólo después de hacer esto Jesús pudo sentir que «todo está cumplido» (Jn 19,28). Al pie de la cruz, en la hora suprema de la nueva creación, Cristo nos lleva a María. Él nos lleva a ella, porque no quiere que caminemos sin una madre, y el pueblo lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio. Al Señor no le agrada que falte a su Iglesia el icono femenino. Ella, que lo engendró con tanta fe, también acompaña «al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (Ap 12,17). (EG, 285).

4. Quiero agradecer al Patronato de las Fiesta del Estado de Querétaro, de manera especial al Lic. Alejandro Pedraza, quien en coordinación con la Diócesis de Querétaro, nos han brindado este espacio. Sin duda, será de mucho bien en una cultura mediática y de la imagen. Gracias a todos a aquellos que hicieron posible este proyecto en el marco de esta celebración. ¡Buenas tardes!

+ FAUSTINO ARMENDÁRIZ JIMÉNEZ
IX Obispo de Querétaro