PRESENTACIÓN  DE LA AGENDA ANUAL DE LA PASTORAL EDUCATIVA Y DE CULTURA

Auditorio del Colegio Fray Luis de León, Santiago de Querétaro., Qro., a 28 de febrero de 2017.

El día 28 de febrero de 2017, en el Auditorio del Colegio Fray Luis de León, ubicado en Pino Suárez #349, Col. Niños Héroes, Santiago de Querétaro., Qro se llevó a cabo  la presentación  de la agenda anual de la Pastoral Educativa y de Cultura; además de  activar la Unión Nacional de Padres de Familia en Querétaro (UNPF)”, estuvieron presentes, Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, el Pbro. Carlos Hernández Reséndiz, de la Dimensión Pastoral Educativa, la Sra. Consuelo Mendoza, presidenta  de la Asociación de Padres de Familia y  el Sr. Pedro Bailón, Encargado. Mons. Faustino, les dirigió un discurso a los participantes en esta reunión y les dijo:

Distinguidas autoridades eclesiásticas y gubernamentales, estimados maestros y directivos de los diferentes colegios católicos y escuelas particulares, estimados padres de familia, invitados todos,

 Me alegra sobremanera poder saludarles a todos ustedes en esta tarde, en la cual nos hemos reunido con el objetivo de “presentar ante ustedes, la agenda anual de la Pastoral Educativa y de Cultura; además, de  activar la Unión Nacional de Padres de Familia en Querétaro (UNPF)”, de manera que, aprovechando estos medios, podamos colaborar y trabajar en la Diócesis de Querétaro, con mayor fuerza y eficacia en pro de la educación y formación de los hijos desde la familia «escuela del más rico humanismo […] y fundamento de la sociedad» (GS, 52).

 Somos conscientes que «la educación integral de los hijos es «obligación gravísima», a la vez que «derecho primario» de los padres» (Código de Derecho Canónico, c. 1136; cf. Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, c. 627). La Iglesia, el Estado, y otras Instituciones coadyuvamos en dicha tarea, por lo tanto no podemos tutelar este derecho inalienable que tienen los hijos de ser educados por sus propios padres. Sin embargo,  lo que si podemos es unir esfuerzos para que los resultados sean siempre en pro de la verdad, del humanismo y de la misma familia.

El reciente Sínodo de los obispos celebrado en Roma en octubre de 2015, para reflexionar sobre: “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”, interpeló a los padres sinodales a cuestionarse sobre esta realidad, lo que les llevó después de la reflexión a concluir que «Uno de los desafíos fundamentales que se le presenta hoy a la familia es seguramente el educativo, dificultado y complicado por la presente realidad cultural y la gran influencia de los medios de comunicación. Hay que tener en cuenta las exigencias y expectativas de familias capaces de ser en la vida cotidiana, lugares de crecimiento y espacios de concreta y esencial transmisión de la fe, de la espiritualidad y de las virtudes que dan forma a la existencia. La familia de origen es a menudo el seno de la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada: por lo tanto, se insta a los padres a pedir al Señor por el don inestimable de la vocación para alguno de sus hijos. En el campo educativo debe tutelarse el derecho de los padres a elegir libremente el tipo de educación que quieren dar a sus hijos según sus creencias y en condiciones accesibles y de calidad» (XIV Asamblea General Ordinaria: Relación final del sínodo de los obispos al santo Padre Francisco, n. 66).

 Atendiendo a esto el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Postsinodal  Amoris Laetitia nos enseña lo siguiente: «La Iglesia desempeña un rol precioso de apoyo a las familias, partiendo de la iniciación cristiana, a través de comunidades acogedoras». Pero me parece muy importante recordar que la educación integral de los hijos es «obligación gravísima», a la vez que «derecho primario» de los padres. No es sólo una carga o un peso, sino también un derecho esencial e insustituible que están llamados a defender y que nadie debería pretender quitarles. El Estado ofrece un servicio educativo de manera subsidiaria, acompañando la función indelegable de los padres, que tienen derecho a poder elegir con libertad el tipo de educación —accesible y de calidad— que quieran dar a sus hijos según sus convicciones. La escuela no sustituye a los padres sino que los complementa. Este es un principio básico: «Cualquier otro colaborador en el proceso educativo debe actuar en nombre de los padres, con su consenso y, en cierta medida, incluso por encargo suyo». Pero «se ha abierto una brecha entre familia y sociedad, entre familia y escuela, el pacto educativo hoy se ha roto; y así, la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis» (AL, 84). 

 En este sentido y bajo esta premisa, la Iglesia capta la necesidad urgente de garantizar la presencia del pensamiento cristiano; puesto que éste, en el caos de las concepciones y de los comportamientos, constituye un criterio válido de discernimiento: «la referencia a Jesucristo enseña de hecho a discernir los valores que hacen al hombre, y los contravalores que lo degradan». (cf. PAULO VI, Alocución al IX Congreso de la O.I.E.C., en «L’Osservatore Romano», 9 de junio de 1974). «La Iglesia está llamada a colaborar, con una acción pastoral adecuada, para que los propios padres puedan cumplir con su misión educativa» (AL, 85). Con tal razón se requiere que la Iglesia aliente y sostenga a las familias en su obra de participación atenta y responsable respecto a los programas escolares y educativos que atañen a sus hijos. Para ello es muy importante la participación y tarea de los mismos padres de familia, que de manera organizada, sean capaces de colaborar para lograr estos objetivos.

 Un camino y una herramienta favorable es sin duda la “Escuela Católica”, la cual como han dicho los mismos padres sinodales  «desarrolla una función vital de ayuda a los padres en su deber de educar a los hijos». Pues sin duda que  «La educación católica favorece el papel de la familia asegurando una buena preparación, educando en virtudes y valores, e instruyendo en las enseñanzas de la Iglesia. Las escuelas católicas deberían ser alentadas en su misión de ayudar a los alumnos a crecer como adultos maduros que pueden ver el mundo a través de la mirada de amor de Jesús y comprender la vida como una llamada a servir a Dios. La escuela católica no sólo es relevante para la misión evangelizadora de la Iglesia sino que además, en muchos lugares, es la única que asegura auténticas oportunidades para los niños de familias pobres, especialmente para los jóvenes, ofreciéndoles una alternativa a la pobreza y una posibilidad de contribuir verdaderamente a la vida de la sociedad. La tarea que la escuela católica lleva a cabo en las comunidades más pobres, sirviendo a los miembros menos afortunados y más vulnerables, debería ser animada» (XIV Asamblea General Ordinaria: Relación final del sínodo de los obispos al santo Padre Francisco, n. 68).

 La “Escuela Católica”, entra de lleno en la misión salvífica de la Iglesia y particularmente en la exigencia de la educación a la fe. Sabiendo que «la conciencia psicológica y moral son llamadas por Cristo a una simultánea plenitud como condición para que el hombre reciba convenientemente los dones divinos de la verdad y de la gracia», la Iglesia se siente comprometida a promover en sus hijos la plena conciencia de que han sido regenerados a una vida nueva. El proyecto educativo de la Escuela Católica se define precisamente por su referencia explícita al Evangelio de Jesucristo, con el intento de arraigarlo en la conciencia y en la vida de los jóvenes, teniendo en cuenta los condicionamientos culturales de hoy.

 Señores y señoras, me siento muy complacido, al saber que a partir de ahora, la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), pretenda ser  una realidad viva en Querétaro. Sin duda que los frutos serán cuantiosos y siempre en pro de la misma familia y de la educación de los hijos. Agradezco a la Sra. Consuelo Mendoza García, presenta nacional de la Unión Nacional de Padres de Familia, por todo el apoyo que en comunión con el Padre Carlos Hernández Reséndiz  y el Equipo diocesano  de la Pastoral Educativa y de Cultura, ha puesto para que esto sea una realidad. Es providencial que estas iniciativas se den al mismo tiempo en el cual, en la Diócesis hemos dado continuidad con la cuarta etapa del Plan Diocesano de Pastoral que ha de regir y guiar la vida pastoral en los próximos años hasta el 2025. No dejen de conocerlo, asumirlo y llevarlo a la práctica en sus programaciones pastorales de padres de familia y de colegios católicos.

 Gracias a todos por sumarse a estos proyectos y estos planes de trabajo. La agenda anual que hoy se presenta es sin duda un “caminito” que nos podrá servir de mucho. Tengan la seguridad que si caminamos en comunión, lograremos hacer mucho más en favor de nuestro México, nuestra sociedad, nuestra familia y nuestra cultura. Buenas tardes”.

Al finalizar su discurso. Mons. Faustino, les dio la bendición y todos los presentes se tomaron la foto grupal del recuerdo, así fue como se concluyó dicha reunión.