Una candidato involuntario

Luis-Fernando Valdés
Antonio Briseño

 

francisco-eleccionPrácticamente nadie apostaba a que el sucesor de Benedicto XVI fuera mayor de 70 años. Sin embargo, eligieron a un Cardenal de 76. ¿Qué vieron los electores en el Card. Bergoglio para votar en masa por él?

El Papa Ratzinger sorprendió al mundo con el anuncio de su renuncia al Pontificado Romano (11 febrero 2013). Con gran sencillez Benedicto XVI explicó que, por su edad avanzada, ya no tenía fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino (cfr. Discurso, 11 febrero 2013). La Sede Vacante comenzó el día 28 de ese mes, a las 17:00.

También comenzaron los preparativos para el Cónclave y todos los cardenales fueron convocados a Roma. En la legislación eclesiástica, está previsto que previo a la Elección los purpurados se reúnan en la llamadas “Congregaciones” para dialogar y exponer las características que piensan que deberá tener el nuevo Papa.

Antes del Cónclave, tuvieron lugar diez Congregaciones generales, en las que se habló sobre la nueva evangelización, la reforma de la Curia romana, el “Instituto para Obra de Religión” (el banco del Vaticano), y también sobre el perfil del futuro Pontífice.

Hay que recordar que en el Cónclave no hay candidatos seleccionados, sino que se puede votar por cualquiera de los cardenales electores. Por eso, esas “Congregaciones generales” sirvieron de escaparate para que los electores pudieran conocer la personalidad y las ideas de todos los purpurados y así pudieran pensar en quién votar.

Como Benedicto XVI renunció por motivos de edad, los vaticanistas pensaban que sería elegido un cardenal menor de 70 años. Por eso, al Card. Bergoglio –el “papable” del Cónclave del 2005– lo daban prácticamente por descartado.

Sin embargo, de puertas a dentro, los cardenales vieron algo que no podían observar los vaticanistas. En concreto, la intervención del Card. Jorge Mario Bergoglio en una Congregación general; ese discurso fue además de los más aplaudidos.

Gracias al cardenal de La Habana, Mons. Jaime Ortega Alamino, tenemos el texto de esta ya histórica intervención, pues le pidió al Cardenal argentino que le regalara el guión que había utilizado.

Como Mons. Bergoglio había hablado de memoria, le prometió que escribiría lo que había dicho. Así lo hizo, y luego de ser elegido autorizó al cardenal cubano a dar a conocer ese mensaje. [Ver texto completo]

En ese pequeño guión, el futuro Papa dijo: “La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.”

Y añadió: “Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de ‘la dulce y confortadora alegría de la evangelizar’.”

Los cardenales electores no se fijaron en la edad de su candidato, sino en su celo pastoral y en el realismo de sus propuestas para evangelizar al mundo contemporáneo, tan lleno de dificultades sociales, culturales e intelectuales. Así, el Card. Bergoglio –sin pretenderlo– se convirtió en el candidato de Dios.

Ahora entendemos que al ser elegido Sucesor de Pedro, el Papa Francisco ya tenía un plan maestro, y entendemos que sus gestos de cercanía a la gente no eran “improvisados”, sino que eran la continuidad del proyecto de evangelización que había diseñado y puesto en práctica en Buenos Aires.