S. S. FRANCISCO: “Los extranjeros despreciados nos dan ejemplo de valores olvidados”

En el Jubileo Mariano, Francisco exhortó a los fieles a no «encerrarse en las seguridades materiales e intelectuales», y a seguir «la fe simple de la Madre de Dios»

 

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AFPPapa Francisco

09/10/2016
GIACOMO GALEAZZI
CIUDAD DEL VATICANO

«¿Somos capaces de decir gracias, o damos todo por descontado?», se preguntó Francisco. Y antes exhortó a no encerrarse en las «seguridades materiales e intelectuales», y a aprender «de los extranjeros despreciados y marginados, incluso de otras religiones». También María «experimentó su condición». Francisco invitó a los fieles a reconocer «con estupor y gratitud los condes de Dios».

En la homilía de la Misa de celebración del Jubileo Mariano, el Pontífice subrayó cuán importante es «saber agradecer, saber alabar, por lo que el Señor hace por nosotros». En la Plaza San Pedro, frente a la Basílica vaticana, el Papa se dirige a los fieles y pregunta: «¿Somos capaces de dar gracias? ¿Cuántas veces nos decimos gracias en familia, en comunidad, en la Iglesia? Cuántas veces decimos gracias a quienes nos ayudan, a los que están cerca, a los que nos acompañan en la vida?». Y después observa que «a menudo damos todo por descontado, y esto sucede también con Dios. Es fácil ir a pedirle algo al Señor, pero regresar para agradecerle». Y añade: «Nos hará bien preguntarnos si estamos dispuestos a recibir los dones de Dios o si preferimos, por el contrario, encerrarnos en nuestras seguridades materiales, en las seguridades intelectuales, en las seguridades de nuestros proyectos».

Además, «cuántos extranjeros, incluso personas de otras religiones, nos dan ejemplo de valores que nosotros a veces olvidamos o descuidamos». Cotidianamente, quien vive a nuestro lado, «acaso despreciado o marginado porque es extranjero, puede enseñarnos cómo caminar por la vía que el Señor quiere». El Papa cita el ejemplo de María y José, que experimentaron «la lejanía de su tierra: durante mucho tiempo también la Virgen fue extranjera en Egipto, lejos de sus parientes y de los amigos; sin embargo, su fe supo vencer las dificultades». Entonces, «estrechemos esta fe simple».

El Obispo de Roma comentó el Evangelio de San Lucas, propuesto por la liturgia del día, que presenta la curación de diez leprosos por parte de Jesús, de los cuáles sólo uno, un samaritano, es decir, un extranjero, regresa sobre sus pasos, alabando a Dios y se arroja a los pies del Maestro para darle gracias por haberlo curado. El Papa Bergoglio afirmó que este episodio nos invita a reconocer con admiración y gratitud los dones de Dios, que no se limita a hacernos una promesa, sino que pone a prueba nuestra fe.

La devoción mariana es el hilo rojo que desde Aparecida hasta el trono de Pedro acompaña a Jorge Mario Bergoglio. Muchas veces, en su catequesis, Francisco se ha referido a la centralidad de la figura de María, modela para la Iglesia. En una Plaza San Pedro llena de fieles, Francisco celebró hoy una de las últimas citas jubilares del Año extraordinario de la Misericordia, anunciado por el Pontífice el 13 de marzo de 2015 y que comenzó el pasado 8 de diciembre, en el día de la Inmaculada Concepción. En noviembre, dentro de la Basílica vaticana, serán el Jubileo de los presos (el 6) y el Jubileo de los «sin techo» (el 13), antes de la misa de clausura del Año Santo, que será el 20 de noviembre en San Pedro, en la solemnidad de Cristo Rey.

Ayer, el Pontífice subrayó, con los que participaron en la vigilia de oración, que la oración del rosario es, en muchos aspectos, la «Síntesis de la historia de la misericordia de Dios». Y «en la fe» en la «abnegación» y en «las lágrimas», «en cada uno de estos momentos, María expresa la riqueza de la Divina misericordia, que sale al encuentro de las necesidades cotidianas».

Hoy, el Papa volvió a hablar sobre el tema de la humildad, que es necesaria para «saber dar las gracias». De hecho, «en este día jubilar se nos propone un modelo, es más “el” modelo al que tenemos que ver: María, nuestra Madre. Ella, después de haber recibido el anuncio del Ángel, dejó brotar de su corazón un canto de alabanza y de agradecimiento a Dios». Pidamos a la Virgen, concluyó Francisco, «que nos ayude a comprender que todo es don de Dios, y a saber agradecer: entonces nuestra alegría será plena». Y por ello, justamente porque no hay que dar nada por descontado, el obispo de Roma exhortó a saber dar las gracias en la Iglesia, en la familia y en la sociedad.