Que la Navidad no pase de largo

DOMINGO DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Lc. 1, 1-14

En medio de la noche oscura de la humanidad, en medio de la opresión de un imperio que estaba dominando a Israel y conduciendo su destino, en medio de las inercias de la población que seguía sobreviviendo, con una pobreza creciente, pero con una fe que se manifestaba en el centro de las peregrinaciones, Jerusalén; en medio de este escenario oscuro, como la noche de Belén, o como la noche oscura de muchos seres humanos hoy. Allí, Dios se hace presente y nos trae y da la paz, la alegría, la salvación. La noche oscura es todo lo que te coloca o te puede colocar, al borde de la desesperanza, del abandono y de la protesta. Allí surgían y surgen muchos porqués sin respuesta, dudas que son casi negación, actitudes de rechazo y la sensación del desamor. Allí es posible que nazca el Amor.

En el silencio de una noche ordinaria, que Dios la hace extraordinaria, la voz del ángel es escuchada no por los magnates del pueblo, sino por unos humildes pastores que pasaban la noche vigilando a sus rebaños: “Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo; hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

La paz, la alegría y la salvación pertenecen a la esfera divina, son dones divinos y solo llegan a quien se abre a la acción de Dios; es significativo que son lo pastores, que eran hombres sin renombre y sumidos en la pobreza fueran los elegidos de Dios para escuchar el mensaje del cielo; en el silencio de esta noche Dios hace resonar por anticipado la bienaventuranza: “Dichosos los pobres, los que siguen esperando, los que permanecen velando en medio de la noche…”. Para ellos fue el gozo de la gran noticia y el resplandor de la gloria de Dios.

El nacimiento de Jesús resulta así muy actual, porque hoy es el momento oportuno en que Dios se nos ofrece como buena noticia, como alegría y paz.

Hagamos silencio, aun en medio de nuestra noche oscura, con actitud de pobres, de necesitados de Dios para tener la capacidad de escucha, EN ORACIÓN, no solamente en un bello coro, o en un espectacular concierto, o en la angelical voz de quienes entonan villancicos; escuchar desde el corazón.

Que la Navidad no pase de largo, es decir Jesús como buena noticia para la humanidad, donde abundan los males, el consuelo y la paz de Dios se quede en el corazón de todos nosotros.
¡Feliz Navidad para todos!. Lo será si dejamos que Cristo se quede en nuestro pobre y oscuro pesebre.

Que Cristo, que es la luz, ilumine a nuestras familias. Que Cristo, nuestra paz, bendiga a México con el don de la paz.

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro