Para Él todos somos importantes

IV DOMINGO DE ADVIENTO
Lc. 1, 39-45

Lo que busca San Lucas es unir esta nueva escena con el anterior del anuncio del nacimiento de Jesús, para manifestar ya los efectos de la encarnación y presencia de Dios, y la superioridad de Jesús sobre Juan Bautista; precisamente este domingo se nos presenta como protagonista a la humilde sierva de Nazaret que espera un hijo por obra del Espíritu Santo. Camina presurosa desde Nazaret para compartir y servir a una necesitada. Sin embargo, más allá de una visita con la justificación adecuada, esta narración tiene un profundo significado: el camino de María se entiende como cumplimiento de la voluntad de Dios.

El saludo de María a su prima Isabel es un augurio de paz para invocar sobre ella la presencia divina. El encuentro de las dos madres es realmente el encuentro de los dos hijos. Juan inaugura su misión anunciando por boca de su madre el señorío de Jesús que manifiesta su mesianismo y su profunda relación con Dios. La respuesta de María al saludo de Isabel es un salmo donde se canta la gratitud de María y de todo el pueblo de Dios por el cumplimiento de las promesas divinas. Es en definitiva un encuentro que lleva al niño Juan a reconocer a Jesús, tal como lo reconocerá y lo señalara a orillas del Jordán, y que ahora lo expresa en un salto a la manera de una danza.

Es interesante resaltar la misión de María, que en su misión de servicio no camina sola sino que porta a Jesús; esta es la tarea del discípulo de Jesús. Pero además a su paso derrocha alegría porque lleva a Jesús en su vientre y en su corazón; así es la misión y el misionero, con el ingrediente de la alegría, para provocar alegría, y la máxima alegría que se puede experimentar es haberse encontrado con Jesús. Por ello los Obispos en Aparecida exhortamos: “recobremos, pues, el fervor espiritual. Conservemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas… con un ímpetu interior que nada ni nadie es capaz de extinguir” (DA 552).

En Navidad Dios nos visita, y nos recuerda que para él todos somos importantes. Viene a expresarnos su cariño. Nos trae buenas noticias: hay razones para seguir luchando y esperando. Y añade aquellos dones que solo Él puede ofrecernos.
“Ven, a nuestras almas, ven no tardes tanto”, rezamos en este tiempo de Adviento. Sin embargo, si hay alguna tardanza en esta visita del Señor, no es culpa suya. Sólo nuestras actitudes personales retardan el encuentro.

Que el Señor se quede entre nosotros y en esta Navidad la gruta de nuestro corazón le abra las puertas de par en par, de una vez por todas. ¡Feliz Navidad y bendiciones en el Nuevo Año!

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro