PALABRA DOMINICAL: DOMINGO 4º DEL TIEMPO ORDINARIO Mt. 5, 1 – 12 PROGRAMA DE VIDA.

DOMINGO 4º DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt. 5, 1 – 12

PROGRAMA DE VIDA

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Jesús predica con su persona, su mensaje y sus obras, y así lo hace en esta narración de las Bienaventuranzas donde nos propone el camino seguro para conquistar el reino de Dios. Es el inicio de un sermón que se extiende por dos capítulos haciendo un síntesis de la vida cristiana, hablando desde un monte que es el lugar tradicional de la manifestación de Dios. Lo hace como un maestro rodeado de sus discípulos y donde los destinatarios somos también nosotros, hablándole al hombre al corazón.

La bienaventuranzas son como un resumen de lo que viene después, donde Mateo va señalando las pistas que conducen a la verdadera felicidad. Los que viven el estilo del Reino y encarnan estas actitudes, o sea los que practican la justicia, aunque sean perseguidos, serán dichosos y tendrán su recompensa en Dios. En cada una de las bienaventuranzas existe un contraste entre lo que se está viviendo hoy y la esperanza del futuro, de tal manera que los pobres, los que sufren, los perseguidos, los que lloran, verán un cambio o una nueva situación, porque la actual situación no es la querida por Dios.

Lo que dicen las bienaventuranzas es que  sea cual sea la situación del hombre, de sufrimiento o de marginación, quien busca a Dios de todo corazón y cumple sus mandamientos tiene a Dios de su lado y Él le concederá el gozo de participar de su vida y podrá conseguir la felicidad en El, ya que la verdadera felicidad no está en las cosas de este mundo sino en Dios. Hay una manera de vivir que no garantiza la felicidad por lo que tenemos o por lo que nuestras manos tocan, sino en Dios que es fuente de todo bien y amor.

No es fácil experimentar la felicidad verdadera cuando se tiene todo, porqué realmente confundimos el bienestar con la felicidad  que se alcanza cuando se ha vivido una experiencia de Dios en la vida y transforma nuestras actitudes y visión de la vida, independientemente de lo que se tenga o no. Dios se pone a favor de los que tienen necesidad y lo reconocen, porque viene a “curar a los enfermos no a los sanos”, como El mismo lo advirtió.

Hoy la invitación es a vivir este programa de vida de las bienaventuranzas, que más que una ley o un código, son Evangelio o anuncio gozoso de la realización del Reino. El reto es llevar este evangelio en la vida personal y comunitaria.

El papa Francisco en una ocasión alienta a los jóvenes  a ser felices, comentando este pasaje de las bienaventuranzas y señalando: “Dios desde el comienzo de la Biblia no deja de dirigirse a los hombres, de toda condición y edad, como buscadores de la felicidad. Pero no una falsa felicidad de quien parece sentirse bien cuando en realidad se encuentra entre el abismo de la tristeza y la angustia. Es una felicidad sin máscaras, sin falsas apariencias, ni promesas engañosas. Es la felicidad de quien cumple un sueño. La felicidad de quien encuentra que sus expectativas no son sólo cumplidas, sino superadas”.