Palabra Dominical: Adviento, Tiempo de Esperanza

DOMINGO 1º DE ADVIENTO
Lc. 21, 25-28. 34-36

 

El evangelio de hoy nos explica como será la segunda venida del Hijo de Dios. El evangelista San Lucas nos anima a estar vigilantes, sin desviarnos del camino.

Por ello, Adviento siendo el tiempo de la venida, hay que levantar la vista y abrir el corazón para recibir al esperado por todo el mundo, Jesús. Desde hoy vislumbramos una buena notica: “No tengan miedo, vengo a comunicarles una gran noticia, que será motivo de mucha alegría… Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Salvador” (Lc. 2, 10-11).

Es cierto que en este párrafo aparece un lenguaje apocalíptico y catastrófico para describir la venida del Hijo del Hombre, ya que es un gran acontecimiento de liberación. Por eso la actitud del cristiano ante el final de los tiempos es la esperanza y no el temor. De aquí se deriva también que en la oración cristiana se pida diariamente el regreso de Jesús. San Lucas refiere estos acontecimientos a la proximidad del Reino, no del fin del mundo, y se relaciona con la predicación de Jesús. Pero esto no impide que Jesús exhorte a la comunidad que estén siempre atentos. Deben comportarse como el servidor que espera siempre a su dueño; así podremos  presentarnos el día del juicio sin temor ante el Señor.

Es importante hoy poner atención al gran grito de alerta de Jesús: “Levántense, alcen la cabeza; anden con cuidado…”. Estas palabras no han perdido actualidad, pues las personas seguimos matando la esperanza y embotando nuestra existencia de muchas maneras; cuando en una sociedad las personas tienen como objetivo casi único de su vida la satisfacción de sus apetencias, y se encierra cada una en su propio disfrute, allí muere la esperanza.

Si se vive con esperanza es porque se quiere tomar en serio la vida en su totalidad, y porque se quieren descubrir todas las posibilidades que en ella se encierran para el futuro del ser humano. La verdadera esperanza ni embota ni adormece, sino que nos desinstala y nos pone de pie. La esperanza cristiana no es la espera pasiva de los no comprometidos, sino la espera creadora de los
comprometidos en favor de una sociedad más justa y fraternal. El que cree de verdad en el Reino, siente la necesidad por cambiar la tierra.

Una invitación a ser generadores de esperanza, que no es construir castillos en el aire, sino a partir de una realidad que interpela lanzar con fe la mirada hacia el futuro, y seguir caminando dejándonos acompañar por Jesús, nuestra esperanza; no estamos solos en el camino, y es posible compartir la esperanza con la palabra y desde la responsabilidad de la tarea que cada uno tenemos que realizar, aunque ello implique un gran ingrediente de cruz.

La esperanza del Adviento rehabilite nuestras luchas, y nos lance a continuar la misión que el Señor ha puesto en las manos de cada uno de nosotros.

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro