ORDENACIÓN SACERDOTAL, PBRO. RAFAEL ESTRADA CONEJO.

Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, Cerro Grande, Victoria, Gto. 28 de junio de 2021.

 

Dieron las 11:00 a.m del día 28 de junio de 2021, cuando dio inicio la celebración Eucarística presidida por Mons. Fidencio López Plaza, Obispo de la Diócesis de Querétaro, en la que, confirió el Orden del Sacerdocio al Diácono Rafael Estrada Conejo, en el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, Cerro Grande, Victoria, Gto.

En la homilía el Señor Obispo, mencionó: «La Providencia de Dios, tenía previsto que este 28 de junio de 2021, estuviéramos aquí, ante la mirada de nuestra querida madre de Nuestra Señora de Los Remedios, ella conoce las enfermedades que padecen sus hijos y también conoce el remedio para curarlos, muchos saldremos de esta misa consolados y reconfortados, otros sanados”.

“Estamos a unos minutos también de contemplar el milagro que Dios realizara en ti, padre Rafa, estamos a unos minutos de verte postrado en esta alfombra, te postraras como sacerdote real para recordar que eres un hijo amado por Dios y te levantarás sacerdote Ministerial, para consumirte en el servicio a Dios en los hermanos, te postraras sobre la tierra para recordar tu origen y te levantarás vigoroso para mirar tu destino; así mi querido diácono tendrás el coraje y la pasión de los cristianos y los sacerdotes enamorados de Jesucristo y Jesucristo podrás decir “tomen y coman todos este es mi cuerpo, qué será entregado por ustedes”, te encomendamos pues a la misericordia de Dios”.

“Por eso, conviene que antes de que el milagro ocurra, delante de tu pueblo y de tu gente, vuelvas a escuchar la palabra que Dios que te ha dirigido en la primera lectura, Rafael: irás a donde yo te envié y dirás lo que yo te mande, no tengas miedo, porque yo estoy contigo para protegerte, desde hoy pongo mis palabras en tu boca”.

“Jesús ha venido para servir y dar la vida, como rescate por muchos, la muerte de Jesús no fe si no la culminación, de un desvivirse constante a lo largo de los años, día tras día fue entregando sus fuerzas, su juventud, sus energías, su tiempo, su esperanza, su amor. La estrega final fue el sello de una vida y de servicio total.

Así nos encello que lo más precioso que tenemos, y lo más grande que podemos dar, es nuestra propia vida, la alegría nuestra fe, nuestra ternura, nuestra confianza, la esperanza que nos sostiene y nos anima desde dentro.

“Dar así la vida en un gesto que enriquece y que ayuda a vivir, sólo se puede vivir cuando se hace vivir a otros, vivir para dar vida, vivir para servir es una regla de la naturaleza que con frecuencia olvidamos.

“Los ríos nunca corren hacia arriba, ni se beben su propia agua, pero por donde pasa se pueden ver las maravillas y la felicidad de dar, los árboles no dan sombra para sí mismos ni se comen sus propios frutos, están hechos para dar, el sol no brilla para sí mismo ni está esperando el aplauso de la vida y la belleza que genera a su alrededor, tampoco las flores esparcen su fragancia para sí mismas son más bien como el incienso que aromatiza la casa de Dios y realzan el misterio que surge sencillamente de dar, vivir es bueno cuando somos felices, pero la vida es mucho mejor cuando los otros sean felices gracias a nosotros”.

 “Se cuenta que un maestro de la antigüedad preguntó a sus discípulos ¿saben cómo se puede conocer bien a una persona? los discípulos preguntaron ¿Cómo? Él, les respondió -se conoce bien a una persona por lo que dice, y les volvió a preguntar ¿pero saben cómo se conoce mejor? respondieron ¿Cómo? -él les dijo -por lo que hace, y finalmente les dijo el maestro, pero ¿saben cómo puede conocerse a una persona sin temor a equivocarse? le dijeron los discípulos ¿Cómo maestro? y él les respondió -por lo que da, así hemos conocido a Jesús por eso nos hemos convertido en sus discípulos y en sus sacerdotes y lo que él espera de nosotros es, que lo demos a conocer dándonos y sirviendo en su nombre a nuestros hermanos.

Que nuestro querido padre el señor San José, que nuestra querida madre en su vocación de los Remedios, nos enseñen a amar como enseñaron a su hijo Jesús, el buen pastor». Concluyó”.

Al terminar la celebración Mons. Fidencio, les dio la bendición y entrego unas imágenes de San José para que las familias, hagan oración por la vocaciones sacerdotales, y después se llevó a cabo la convivencia fraterna, que para esta ocasión se preparó.