NOVENA EN HONOR DE NTRA. SRA. DE LOS DOLORES DE SORIANO.

NOVENA EN HONOR DE NTRA. SRA. DE LOS DOLORES DE SORIANO.
50 Aniversario como Patrona Celestial Principal de la Diócesis de Querétaro.
DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Te saludo o Santa Madre de Dios, Virgen María, en tu advocación de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano.
Sé, que Nuestro Señor Jesucristo te nombró madre nuestra cuando estaba clavado en la cruz, pues dirigiéndose a ti mostrándote a su discípulo amado pronuncio estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” y en él estábamos representados todos los seres humanos de los cuales eres madre espiritual.
Intercede para que el Espíritu Santo guíe mi oración, haciendo de mis palabras concuerden con la voluntad de Dios y así, puedas presentar mi humilde suplica ente tu divino hijo Nuestro señor Jesucristo para la salvación de mi alma y el remedio de mis necesidades físicas y espirituales. Amen.

MEDITACIÓN
EL MARTIRIO DE MARÍA

La ley de la encarnación es la ley de padecimiento. Nuestro Señor fue varón de Dolores y padecimiento redimió al mundo; su pasión no fue solamente un acaecimiento de su vida, sino todo el fin de ella y su propio desenlace. EL calvario no se diferenció de Belén ni de Nazaret: los sobrepujó en grado, no en naturaleza, los treinta y tres años fueron duración de un padecimiento perpetuo, bien que vivió especie y intensidad.
Pues bien, esta misma ley de padecimiento a que Jesús quiso someterse comprende a todos cuánto le siguen y aún los abraza y rodea, tanto más cuando son más Santos hasta envolverlos totalmente.
Está ley la vemos aplicada a todos los apóstoles para Pedro y su hermano Andrés la Cruz, para Pablo la espada, para Santiago la lapidación; la degollación para Bartolomé, para Juan aceite hirviendo y para todos los Santos y Santas, bajo diversas formas de padecimientos externos, un interno y perpetró padecer, irá con ellos a todas partes.
Todos han tenido que ser envueltos en la nube y salir de ella envueltos con rostro radiante, porque todos han visto y vivido de cerca la faz del crucificado.
¿Cómo pues había de eximirse de esta ley la madre de Jesús, que entre todas las criaturas ha sido la más estrecha unida con Él?
No es, por tanto, de maravillar si María padeció, más que nadie después de Jesús, la inmensidad de sus Dolores no tiene por qué sorprendernos ni chocarnos, antes bien, nos parecerá un resultado propio de todo cuanto sabemos acerca del gran misterio de la encarnación.
La medida de los padecimientos de la madre no será otra sino la grandeza del amor qué su Hijo tiene, así como la profundidad misma de los dolores de la Madre será la mejor medida del amor qué Ella profesa al hijo.
No obstante ser Ella exenta de culpa, la veremos casi sometida a la misma ley vivificante de la expiación; y a despecho de las mil diferencias que tan manifiesta distinción pone entre la compasión de María y la pasión de Jesús, comprenderemos por qué la unión de la madre con el hijo los hace inseparables.
Dispongámonos pues a ver cómo los Dolores de María son superiores a cuánto ellos podamos imaginar, solo con la ayuda de la fe y del amor podemos contemplarlos y percibir algo de su hermosura y su singularidad. Con estas contemplaciones podemos también acrecentar nuestra devoción a la pasión de nuestro Señor Jesucristo.
Ruega por nosotros dolorosa madre, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro señor Jesucristo. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, santa Madre de Dios, al sumergirme en el océano de tus dolores y contemplar lo que has padecido junto a tu Hijo por mi salvación y la salvación del mundo entero, el arrepentimiento de mis pecados invade mi corazón y surge, en mí, un firme propósito de enmienda y cambio de vida. Además, tengo la plena confianza de que Tú acoges, en tu corazón inmaculado y dolorido, mi humilde suplica que ahora te presento (hacer la petición) …
Entrégala a tu divino Hijo amado, Nuestro Señor Jesucristo…

#AñoJubilarMariano