NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS TERCER DÍA.

𝗧𝗲𝗿𝗰𝗲𝗿 𝗗𝗶́𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗡𝗼𝘃𝗲𝗻𝗮 𝗮 𝗦𝗮𝗻 𝗙𝗿𝗮𝗻𝗰𝗶𝘀𝗰𝗼 𝗱𝗲 𝗔𝘀𝗶́𝘀

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

𝐎𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐧 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨 𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐥 𝐂𝐫𝐢𝐬𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐧 𝐃𝐚𝐦𝐢𝐚́𝐧
(𝐎𝐫𝐒𝐃)

Sumo, glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla
tu santo y verdadero mandamiento.

𝗢𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗦𝗮𝗻 𝗝𝘂𝗮𝗻 𝗣𝗮𝗯𝗹𝗼 𝗜𝗜 𝗮 𝗦𝗮𝗻 𝗙𝗿𝗮𝗻𝗰𝗶𝘀𝗰𝗼 𝗱𝗲 𝗔𝘀𝗶́𝘀

Oh San Francisco,
que recibiste los estigmas en La Verna,
el mundo tiene nostalgia de ti
como icono de Jesús crucificado.
Tiene necesidad de tu corazón
abierto a Dios y al hombre,
de tus pies descalzos y heridos,
y de tus manos traspasadas e implorantes.
Tiene nostalgia de tu voz débil,
pero fuerte por el poder del Evangelio.
Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy
a reconocer el mal del pecado
y a buscar su purificación en la penitencia.
Ayúdalos a liberarse también
de las estructuras de pecado,
que oprimen a la sociedad actual.
Reaviva en la conciencia de los gobernantes
la urgencia de la paz
en las naciones y entre los pueblos.
Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida,
capaz de contrastar las insidias
de las múltiples culturas de muerte.
A los ofendidos por cualquier tipo de maldad
concédeles, Francisco,
tu alegría de saber perdonar.
A todos los crucificados por el sufrimiento,
el hambre y la guerra,
ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.

𝗟𝗲𝗰𝘁𝘂𝗿𝗮𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝘁𝗲𝗿𝗰𝗲𝗿 𝗱𝗶́𝗮

𝗟𝗲𝘆𝗲𝗻𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗧𝗿𝗲𝘀 𝗖𝗼𝗺𝗽𝗮𝗻̃𝗲𝗿𝗼𝘀, 𝗡º 𝟮𝟲

Como más tarde él mismo atestiguó, había aprendido, por revelación divina, este saludo: «El Señor te dé la paz». Por eso, en toda predicación suya iniciaba sus palabras con el saludo que anuncia de la paz. Yes de admirar -y no se puede admitir sin reconocer en ello un milagro que antes de su conversión había tenido un precursor, que para anunciar la paz solía ir con frecuencia por Asís saludando de esta forma: «Paz y bien, paz y bien». Se creyó firmemente que así como Juan, que anuncio a Cristo, desapareció al empezar Cristo a predicar, de igual manera este precursor, cual otro Juan, precedió al bienaventurado Francisco en el anuncio de la paz y no volvió a comparecer cuando éste estuvo ya presente. Dotado de improviso el varón de Dios del espíritu de los profetas, en cuanto desapareció su heraldo, comenzó a anunciar la paz, a predicar la salvación; y muchos que habían permanecido enemistados con Cristo y alejados del camino de la salvación, se unían en verdadera alianza de paz por sus exhortaciones.

𝗥𝗲𝗳𝗹𝗲𝘅𝗶𝗼́𝗻

Como hemos mencionado, el común de las personas relaciona a San Francisco con la paz, que todos los líderes religiosos se reunieran en Asís el año 1986 para orar por la paz es significativo. Por ello, en sí San Francisco provoca y crea un sentimiento de unión y respeto entre quienes le admiran, no importando condición. Por lo tanto, el hermano de Asís es un modelo a seguir para quienes desean ser constructores de paz. El saludo de Francisco “el Señor te de la paz”, con el cual procuraba iniciar toda predicación y además recomendaba a sus hermanos hacer, ha perdurado en el tiempo consolidándose como el lema particular de toda la familia franciscana, tal como lo anunciaba el precursor por las calles de Asís. Paz y bien! Paz y Bien! El deseo de paz que alojaba en el corazón y en la vida de Francisco no es otro que el regalo de Dios al hombre, pues el Señor le reveló que dijese ese saludo (Test.23) Quien siente la gratuidad de Dios en su vida no hace otra cosa que compartirla. Así, el deseo de paz se recibe como uno de los dones más grandes de Dios “que el Señor te de su paz”. En consecuencia, la paz que predica Francisco es la paz que Dios ofrece a todos los hombres.

𝗢𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗲𝗻 𝗵𝗼𝗻𝗼𝗿 𝗮 𝗹𝗮𝘀 𝗹𝗹𝗮𝗴𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗦𝗮𝗻 𝗙𝗿𝗮𝗻𝗰𝗶𝘀𝗰𝗼
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo, implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!, pide por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel día dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando tus privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas, viviendo y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.

𝑺𝒆 𝒅𝒊𝒄𝒆𝒏 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒏𝒐𝒗𝒆𝒏𝒂 𝒚 𝒔𝒆 𝒓𝒆𝒛𝒂𝒏 5 𝒑𝒂𝒅𝒓𝒆𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐𝒔, 𝒂𝒗𝒆𝒎𝒂𝒓𝒊́𝒂𝒔 𝒚 𝒈𝒍𝒐𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒆𝒏 𝒉𝒐𝒏𝒐𝒓 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐 𝒍𝒍𝒂𝒈𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝑺𝒂𝒏 𝑭𝒓𝒂𝒏𝒄𝒊𝒔𝒄𝒐.

𝗢𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗙𝗶𝗻𝗮𝗹

Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores, perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te lo pido por amor de Dios. Así sea.

𝗘𝗻 𝗲𝗹 𝗻𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲 𝗱𝗲𝗹 𝗣𝗮𝗱𝗿𝗲 𝘆 𝗱𝗲𝗹 𝗛𝗶𝗷𝗼 𝘆 𝗱𝗲𝗹 𝗘𝘀𝗽𝗶́𝗿𝗶𝘁𝘂 𝗦𝗮𝗻𝘁𝗼. 𝗔𝗺𝗲́𝗻.