Misión de los discípulos: llevar la paz

Lc 10, 1-11

«Después de esto, designó al Señor a otros setenta y dos , y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios donde él había de ir. Y les dijo:

“La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan. Porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, coman lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’. En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’”.

CcQ9OiPUMAAlk_qSegún la tradición bíblica las naciones de la tierra son 72 (cfr. Gn 10), el grupo de los 12 ya ha sido enviado antes por Jesús (Lc 9, 1-6), ahora envía otros 72: el mensaje de salvación es para todos los seres humanos.

La Iglesia nos habla del Misterium Salutis, es decir, de la obra de salvación que Dios realiza en la historia, para hacer partícipe al ser humano de su amor. Esta historia de salvación empieza ya con la creación misma y llega a su culmen con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. A este misterio de salud o salvación (es lo que significa salus, salutis en latín) se opone el misterium iniquitates, o de iniquidad. Este misterio es todo lo que se opone al plan de Dios de salvar al hombre y darle salud.

Un concepto bíblico relacionado con estos misterios es el de la “paz”. La paz es en primer lugar un don de Dios y es, como se dice hoy, un “paquete”: es la presencia de cosas básicas para una vida digna, implica que se tenga salud, qué comer, una casa, y al mismo tiempo, la presencia de Dios mismo en la vida de las personas individuales y de la comunidad. Por eso Jesús envía a los discípulos a llevar la paz a las casas, les invita a recibir los que les den de comer y les da poder para curar a los enfermos. Él mismo dedicó gran parte de su tiempo a curar enfermos. Dios nos quiere sanos de alma y cuerpo, quiere que tengamos el alimento necesario, un espacio (casa) donde vivir dignamente, nos quiere en relación con él (a través de la oración y del amor a los hermanos.

La Iglesia ha vivido esta realidad de diversos modos a través de los siglos. Por ejemplo, San Benito nos enseña que esto se vive con su “ora et labora”, “ora y trabaja”. San Agustín decía: “ama y haz lo que quieras”, porque quien ama realmente sólo puede hacer el bien.

Es tarea de todos trabajar para que todos tengamos lo necesario, este ideal del evangelio es algo tan urgente que no podemos detenernos en el camino para saludar a alguien; es algo que nos sobrepasa en nuestras humanas capacidades, pero no estamos solos, Dios está con nosotros, por eso no debemos desanimarnos si no tenemos gran cosa, como grandes bolsas o alforjas o zapatos elegantes, si tenemos la buena voluntad Dios y los hermanos pondrán los medios. Hacer el bien no es fácil, siempre habrá quien se oponga por distintas razones, siempre habrá lobos malos, pero esto tampoco debe ser un impedimento para cumplir la misión de llevar la paz, esa paz que es sólo una: o es de todos o de nadie. La justicia es el nuevo nombre de la paz, nos han enseñado los Romanos Pontífices. Por eso, mientras haya alguien que tiene hambre, o alguien que carezca de una casa digna, o un enfermo que no se le atiende, no estamos en paz, todos somos responsables de todos, eso es hacer política, es decir, trabajar por el bien común. La Iglesia siempre nos ha enseñado esto y lo hacemos oración cuando decimos: “Que la Divina providencia se extienda en cada instante y momento, para que nunca nos falte casa, vestido y sustento.

Gracias a todos los que con amor participaron de esta Primera Jornada por la salud, la paz y la vida!

¡A trabajar hermanos!

Pbro. Filiberto Cruz Reyes
Arroyo Seco, Qro., 27 de febrero de 2016