Hacia el Proceso Electoral 2012

Mensaje de los Obispos de la Provincia Eclesiástica Bajío con Motivo de las Elecciones

“Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve” (Jn 22, 26)

INTRODUCCIÓN Y SALUDO

1. Con las palabras de Jesús (“quien quiera ser grande entre vosotros, que se haga vuestro servidor”, Mt 20, 26) que nos invitan a entender que la autoridad siempre tiene como principio el servicio a los demás, los Obispos de la Provincia del Bajío (Diócesis de León, Irapuato, Celaya y Querétaro) saludamos a todos los fieles católicos y demás personas de buena voluntad con el fin de ofrecer a todos los actores del próximo proceso electoral del 2012, algunas reflexiones y orientaciones que ayuden a ejercitar el deber de participar con verdad y responsabilidad en el ejercicio cívico político que requiere dicho proceso.

 

PROMOCIÓN DE LA CULTURA DE LA DEMOCRACIA

2. Los obispos mexicanos nos hemos declarado frecuentemente sobre la importancia de colaborar de modo permanente en la construcción y educación de una cultura democrática que nos permita vivir dentro de las condiciones de auténtica promoción humana, desarrollo integral y paz duradera[1] debido a que cada vez es más urgente “acompañar e impulsar, desde nuestra misión de pastores, el proceso democrático del país, superando el ambiente sofocante de desconfianza en las instituciones, proclamando los valores de una genuina democracia pluralista, justa y participativa, animando al pueblo hacia un real protagonismo”. [2]

3. Una auténtica cultura de la democracia es participativa y solidaria, representativa y subsidiaria, promotora de la dignidad y de los derechos humanos. Con estos elementos el sistema de gobierno democrático pretende ser una propuesta humana capaz de vitalizar la sociedad y sus instituciones. Sin ellos, las instituciones, por perfectas que sean, carecen de vida y se convierten con facilidad en espacios para el arribismo y el oportunismo populista en cualquier ámbito de la vida social. [3]

4. Ahora bien, la cultura de la democracia no se restringe a lo meramente electoral, sino que implica todas las actividades sociales del hombre que requieren participación, representación y promoción humana. Así entendida, la cultura de la democracia colabora a la construcción de la sociedad como sujeto de su propio destino, es decir, colabora a que el pueblo realmente ejerza el poder que le corresponde por propio derecho. Todos los agentes responsables de la educación debemos promover, a través de nuestros esfuerzos educativos, la cultura de la democracia. [4]

 

PROCESO DEMOCRÁTICO

5. La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien, la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. “Una auténtica democracia es posible solamente en un Estad de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana. Esto requiere tener las condiciones necesarias para la promoción de las personas mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como la creación de estructuras de participación y corresponsabilidad”. [5]

6. “Una auténtica democracia no es sólo el resultad de un respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos como son: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos humanos, asumir el “bien común” como fin y criterio regulador de la vida política. Si no existe este consenso general sobre estos valores, se pierde el significado de la democracia y se compromete su estabilidad” [6] La manipulación o instrumentalización de estos valores hacen que la auténtica democracia pierda toda credibilidad, porque “una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto; se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo”. [7]

 

A LA IGLESIA LE CORRESPONDE ORIENTAR EN LOS PROCESOS ELECTORALES

7. “La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política, porque no puede sustituir al Estado, pero tampoco puede quedarse al margen de la lucha por la justicia” [8]. Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector, [9] y además la Iglesia considera el ejercicio de la política como un servicio prioritario para el bien común de la nación.

8. La dignidad de la persona es el centro de la preocupación social de la Iglesia. [10] Ella enseña que, para discernir lo que es más justo y adecuado en orden al bien común, deben tenerse en cuenta la primacía del ser humano, la promoción de sus derechos fundamentales y la inclusión de los más débiles en los proyectos de desarrollo. Por ello, sin expresar preferencia por ninguna de las propuestas electorales, tenemos el deber de orientar a los fieles en aquellos planteamientos que, por sus implicaciones religiosas y morales, garanticen el cumplimiento de los principios y valores contenidos en su enseñanza social. [11]

9. A la Iglesia le preocupa que la vida social se vea afectada por los riesgos de posturas políticas que no correspondan a un sano desarrollo de la misma sociedad. Pronunciarnos respecto de los grandes desafíos sociales que nos afectan a todos, velar por las decisiones políticas más éticas y por los deberes cívico políticos como el participar activamente con el voto y en la continuidad de los proyectos realizados por las instituciones políticas es un deber ineludible como ciudadanos corresponsables del bien común. No es hora de abandonar la participación en la vida política con la indiferencia o la ausencia del voto sino participando responsablemente en ella con principios humanos y cristianos, “nuestra fidelidad al Evangelio nos exige proclamar en todos los areópagos, públicos y privados del mundo de hoy y desde todas las instancias de la vida de la Iglesia la verdad sobre el ser humano y la dignidad de la persona humana”. [12]

 

DESCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓN MEXICANA EN EL MOMENTO PRESENTE Y SU IMPACTO EN EL PROCESO ELECTORAL

10. Vemos con gusto que en nuestra región del Bajío, como en todas partes del país, abunda la gente buena, honrada y trabajadora, honesta y alegre, entusiasta y emprendedora, que vive con la esperanza de construir juntos una sociedad en la que se conozcan, respeten y promueven los derechos humanos, así como el que se abran las oportunidades de un verdadero desarrollo integral para todos. Por otra parte, vemos con dolor y preocupación una realidad que indigna a muchos sectores de la sociedad manifestada en la realidad del desempleo, la emigración, el secuestro, la presencia de bandas criminales, la inseguridad y la violencia, las ejecuciones, la pobreza, la desigualdad, la corrupción e impunidad y el narcotráfico que van destruyendo el tejido social. Sobre esta realidad urge una intervención sobre la crisis de legalidad, de moralidad y de la reconstrucción de una reconciliación nacional. [13]

11. Esta realidad, aunque nos cuestiona gravemente, también nos hace constatar con esperanza el esfuerzo de muchas personas y organizaciones que buscan ayudarse solidariamente para salir adelante en sus legítimas aspiraciones de justicia, seguridad y paz social; empresas que siguen trabajando e incluso creciendo para satisfacer distintas necesidades; grupos de apoyo y asociaciones civiles, cada vez en mayor número, que se organizan en cooperativas, voluntariados y servicios asistenciales, promocionales y profesionales para la superación de muchos en los diversos campos.

12. Ante esta realidad y la proximidad del proceso electoral del 2012 afirmamos que la Iglesia está convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres, ante las intolerables desigualdades sociales y económicas que claman al cielo, tenemos mucho que ofrecer, ya que “no cabe duda que la Doctrina Social de la Iglesia, es capaz de suscitar esperanza en medio de las situaciones más difíciles, porque, si no hay esperanza para los pobres, no la habrá para nadie, ni siquiera para los llamados ricos”. [14]

13. Constatamos una gran desilusión de parte de la mayoría de los electores que ven cómo los candidatos realizan costosas campañas, prometen mejoras, recorren las poblaciones para conocer la realidad en que viven, pero una vez logrado el puesto se olvidan de las promesas, reciben sueldos escandalosos que contrastan enormemente con lo que perciben muchas familias, y no ven satisfechas sus expectativas.

14. En muchos jóvenes es notoria la desilusión y el desaliento por participar, muchos de ellos al ver la incongruencia política no participan en el proceso electoral, y otros muchos buscan medios para hacerse escuchar: redes sociales por internet, plantones, “pintas”, incluso acciones ilegales.

15. En diferentes sectores de la sociedad (obreros, campesinos, empleados, etc.) se constata el sentimiento de no ser representados, de no sentir que sus autoridades y representantes vean por ellos, y de ahí el que no se quiera participar ni siquiera en la elección.

16. Nos preocupa la posibilidad de que se infiltre el narcotráfico en estas elecciones con candidatos que se proyectan en sus partidos financiados con recursos que provienen del crimen organizado. Hay una gran cantidad de recursos que los partidos ocultan a las autoridades competentes en las cuestiones electorales con el objeto de no rebasar los límites oficiales para este rubro. Los candidatos y los partidos captan recursos para sus campañas y si bien, no cuestionan la procedencia de estos, sí quedan comprometidos a beneficiar intereses particulares que en el peor de los casos son organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico. [15]

 

ASUMIR UNA ACTITUD PARTICIPATIVA Y CRÍTICA

17. “Los fieles laicos son hombres de la Iglesia en el corazón del Mundo y hombres de mundo en el corazón de la Iglesia”, [16] por ello su misión propia y específica se realiza en el mundo de la familia, de la educación, de la economía y de la política. Con su testimonio y actividad contribuyen a la transformación de las realidades temporales y a la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio.

Así pues, en el ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política, [17] por tanto los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación política destinada a promover el bien común. [18]

18. Por esta razón le toca a la Iglesia ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica por medio del rico patrimonio de su Doctrina Social, la cual invita a los fieles laicos a no olvidar, dentro del ámbito de la política, ciertos criterios y fundamentos éticos y morales como es la defensa y promoción de la dignidad de la persona humana; la realización firme y decidida del Bien Común; el respeto y promoción de los derechos humanos; y la participación activa de los miembros de la sociedad que deben ser educados y capacitados para que puedan ejercitar activamente sus derechos y deberes cívico políticos. Todo esto ayudará a formar una actitud participativa y crítica que contribuya a tomar las grandes decisiones políticas y sociales que exige hoy el Bien Común de nuestra sociedad. [19]

19. ¿Cómo no visualizar y construir con el esfuerzo de todos una sociedad solidaria y corresponsable, donde reine la justicia, la paz y el verdadero progreso para todos, donde se ejerzan los derechos humanos y se combata la impunidad, la delincuencia y el crimen, desde una auténtica educación personal y comunitaria? Todos los mexicanos deseamos una patria segura con las condiciones de paz, justicia y verdadero desarrollo con la participación responsable de todos y cada uno de los miembros de los diferentes grupos sociales.

20. Toca al Estado encabezar, dirigir y promover el Bien Común, pero pertenece a los fieles laicos contribuir para llegar a construir el tejido social capaz de perfeccionarse hasta obtener los frutos de justicia, libertad, verdad y amor solidarios, reflejados en el respeto y promoción de los derechos humanos y la dignidad de la persona.

21. Por eso “cuando la ciudadanía no encuentra, en los candidatos que se le proponen, personas que puedan verdaderamente representarla en las instancias de decisión, decide abstenerse de participar. Se sabe del daño que hace a la representatividad una insuficiente participación en las elecciones, porque cuando son pocos los que votan, es el voto de unos cuantos el que define la elección. Quienes resultan electos tienen que enfrentar, además del descontento y la sospecha de quienes no obtuvieron la mayoría, la falta de legitimidad, pues ejercerán legalmente la representación que se les confía, pero sin la necesaria aceptación y el respaldo de la ciudadanía. Esto debilita a las instituciones políticas que colapsan cuando no hay en ellas una auténtica representación popular”. [20]

22. Los ciudadanos tienen el derecho natural de asociarse en partidos o grupos políticos para solucionar de la mejor manera los problemas sociales. Con respecto a los fines, importa que estos grupos o partidos no persigan más que aquellos necesarios o útiles al bien común y se nieguen a servir intereses individuales o exclusivamente de partido, que subordinan al interés general a fines particulares. Necesitamos desterrar de todas las instituciones políticas el grave flagelo de la corrupción que propicia la complicidad con grupos de interés económico y político y permite la violencia hasta llegar a múltiples homicidios lamentables y condenables.

23. Invitamos a todos los fieles laicos y ciudadanos de nuestra Provincia Bajío a asumir, con gran fe y esfuerzo político, la voz de Dios manifestada en su palabra: “Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse” (Is. 56, 1).

24. Invitamos a que todo ciudadano con capacidad de votar que lo haga con responsabilidad; invitamos a que los diferentes actores e instituciones que están a cargo de las elecciones realicen su labor con transparencia y legalidad; invitamos a que se participe en el proceso electoral conociendo a los candidatos, sus propuestas y su ideología, para que después se ejerza el derecho al voto y luego se le pida a quien haya sido electo dar cumplimiento a sus promesas.

 

A QUIENES ASPIRAN A OCUPAR CARGOS POLÍTICOS

25. La misión de toda autoridad pública es ofrecer a todos las condiciones de seguridad, justicia y paz. A quienes serán los candidatos de los partidos en la contienda electoral del año entrante les recomendamos que: “Quienes tienen responsabilidades políticas no deben olvidar o subestimar la dimensión moral de la representación, que consiste en el compromiso de compartir el destino del pueblo y en buscar soluciones a los problemas sociales. En esta perspectiva, una autoridad responsable significa también una autoridad ejercida mediante el recurso a las virtudes que favorecen la práctica del poder con espíritu de servicio (paciencia, modestia, moderación, caridad, generosidad); una autoridad ejercida por personas capaces de asumir auténticamente como finalidad de su actuación el bien común y no el prestigio o el logro de ventajas personales”. [21]

 

CONCLUSIÓN

26. Tenemos mucho camino por andar en la participación ciudadana, por ello invitamos a todos los actores de este ejercicio democrático a prepararse conociendo a sus candidatos y sus plataformas políticas, hay muchos subsidios de la Iglesia que podemos aprovechar para mejorar nuestra comprensión del momento histórico que vivimos, así como de la urgencia en la construcción de estructuras que sean equitativas en lo social, económico y político donde se promueva la convivencia humana auténtica y el diálogo constructivo que tenga como objetivo el consenso social. [22]

27. Tenemos la firme esperanza en que todo esto que hemos expresado encuentre eco en la ciudadanía y en todos los que de forma especial se preparan a participar en las próximas elecciones. Tenemos esperanza en que el Dios de la historia nos mostrará caminos y nos dará fortalezas que nos permitan levantarnos de las situaciones donde el pecado, en sus expresiones de violencia, corrupción e indiferencia, nos ha postrado a fin de edificar un México del que nos sintamos orgullosos por ser sus diligentes constructores. Tenemos esperanza en que la Virgen de Guadalupe, nuestra Madre del cielo, volverá a privilegiarnos con su mirada amorosa alcanzándonos de su Hijo Jesucristo la hermandad que nos une para alcanzar las condiciones de solidaridad, justicia y participación social responsable a la que nuestra nación está llamada en el momento presente.

 

OBISPOS DE LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA BAJÍO

† José Guadalupe Martín Rábago
Arzobispo de León
 
 † Juan Frausto Pallares
Obispo Auxiliar de León
† Benjamín Castillo Plascencia
Obispo de Celaya 
† José de Jesús Martínez Zepeda
Obispo de Irapuato
† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro

 

 

Siglas:

CEM               Conferencia del Episcopado Mexicano.

CELAM           Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

 

____________________________

[1] Cfr. CEM, Participar para construir. Exhortación de los Obispos mexicanos con motivo de las elecciones de 1997, n. 3.
[2] CEM, Jesucristo vida y esperanza de México, Proyecto Pastoral de la CEM 1996-2000, n. 12.
[3] Cfr. CEM, Carta Pastoral. Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos, CEM 2000, n. 362.
[4] Cfr. Ibidem, n. 363-365
[5] Cfr. Juan Pablo II, Centesimus Annus, 46.
[6] Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 407.
[7] V CELAM, Documento de Aparecida, 74.
[8] Benedicto XVI, Deus Caritas Est, 28.
[9] Cfr. Benedicto XVI, Discurso Inaugural en Aparecida, 4.
[10] Cfr. CELAM, Documento de Aparecida, 389-390.
[11] Cfr.  Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 424.
[12] V CELAM, Documento de Aparecida, 390.
[13] Cfr. CEM, Carta Pastoral, Que en Cristo nuestra Paz México tenga vida digna, 102-106.
[14] V CELAM, Documento de Aparecida, 395.
[15] Cfr. Carta Pastoral, Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna, 16.
[16] III CELAM, Documento de Puebla, 786.
[17] Pablo VI, Evangelii Nuntiandi 70; Cfr. V CELAM, Documento de Aparecida, 210.
[18] Cfr. Juan Pablo II, Christifideles Laici, 42.
[19] Cfr. Benedicto XVI, Deus Caritas Est, 28-29.
[20] CEM, Mensaje de los Obispos 2009, No hay democracia verdadera sin participación ciudadana, 19.
[21] Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 410.
[22] Cfr. V CELAM, Documento de Aparecida, 384.