Mensaje de Navidad

A los sacerdotes y diáconos,
a los consagrados y consagradas,  
a los todos los fieles laicos,
a todos los hombres y mujeres de buena voluntad de la Diócesis de Querétaro:

 

1. La Palabra de Dios que resuena nuevamente en este día de Navidad, vuelve a suscitar en nosotros la esperanza con este bellísimo cántico del profeta Isaías: ¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación, y dice a Sión: «Tu Dios reina»! (Is 52, 7). Nos anuncia que la Buena Nueva se propaga ya en la ciudad de Jerusalén, anunciando el final del destierro, de la gran tribulación; así la caravana ya ha iniciado la marcha y se espera el ansiado momento de la llegada del mensajero que atraviesa las colinas del norte de la ciudad para anunciar a todos sus habitantes la buena noticia de la libertad.

2. Deseo de corazón que la celebración de la Navidad renueve nuestra la esperanza en todos los fieles de la Diócesis de Querétaro, y encienda de nuevo en nuestros corazones el deseo de la paz y de la alegría. Por ello, los animo a que sigamos intensificando la oración en todo el territorio diocesano, para que el Señor mueva el corazón de quienes siguen confiando en la violencia como una forma de establecer un nuevo orden social. Vienen a mi mente las palabras de San Pablo: «No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien» (Rm 12,21). También el Papa Francisco analiza esta situación que a todos nos duele: «El mundo está lacerado no solo por las guerras y por la violencia, sino también herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros porque buscan solo su propio bienestar». También nos invita a todos a colaborar con nuestro testimonio de vida «Quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente» (cfr. Evangelii Gaudium n. 99).

3. En este contexto sociocultural que vivimos tan semejante a la situación de crisis  que vivían los habitantes de Jerusalén, la Iglesia siente la llamada a vivir una profunda renovación misionera, con una nueva forma de predicación a la que nos anima el Santo Padre y que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos. Es una especie de predicación informal que se puede realizar en medio de una conversación y también es la que realiza un misionero cuando visita un hogar. Ser discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino, como el mensajero que lleva aprisa la buena nueva. (cfr. Evangelii Gaudium, n. 127). ¡Que la Santa Navidad de este año haga renacer en nosotros este nuevo ardor misionero!

4. Especialmente deseo que esta gran celebración se viva en familia, ahí donde se anidan las esperanzas y el futuro de nuestra Iglesia y de nuestra patria. Hagan suyos los sentimientos y las actitudes de la Sagrada Familia de Nazaret, quien acogió al Niño Dios y le envolvió en pañales, como signo de la aceptación en su realidad y en su familia.  El anuncio del nacimiento de Jesucristo como Redentor nuestro, va unido al anuncio del ‘Evangelio de la familia’, pues el mismo Dios quiso valerse de ella para hacer efectivo su plan de salvación.

5. A todos ustedes, queridos fieles de la Diócesis de Querétaro, les deseo de corazón, una muy Feliz Navidad 2014.

Santiago de Querétaro, Qro., 25 de diciembre del año del Señor 2014.

 

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro