Mensaje a los participantes en el VI Encuentro Diocesano de Laicos

Ciudad episcopal de Santiago de Querétaro, Qro., a 25 de Abril de 2013.
Annus fidei – Año de la Pastoral Social – Año Jubilar Diocesano

Hermanos y hermanas laicos:

 

escudo_armendariz1. Con gozo y alegría me complace poder enviarles un afectuoso saludo y un mensaje de esperanza, ahora que se encuentran reunidos en este VI Encuentro Diocesano de Laicos con el objetivos de “Cultivar el espíritu social de los movimientos laicales a través de la formación y la vivencia de la fe en las obras de caridad para ser una Iglesia discípula misionera”. Al celebrar el año jubilar diocesano, que coincide providencialmente con el año de la Pastoral Social y el año de la fe, es importante que recordemos aquello que es esencial a nuestra vida de cristianos y nuestro compromiso como bautizados. “La Iglesia madre no cesa de orar, esperar y trabajar, y exhorta a sus hijos a la purificación y renovación, a fin de que la señal de Cristo resplandezca con más claridad sobre la faz de la Iglesia” (Cf. Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, 15).

 

2. De ello se deriva que las asociaciones y movimientos laicales han de ser gimnasios de santidad, en donde se entrenen con dedicación plena a la causa del reino de Dios, en un planteamiento de vida profundamente evangélico que les caracteriza como como laicos creyentes en los ámbitos de la vida cotidiana. Esto exige oración intensa, tanto comunitaria como personal, escucha continúa de la Palabra de Dios y asidua vida sacramental. Es necesario hacer que el término “santidad” sea una palabra común, no excepcional, que no designe sólo estados heroicos de vida cristiana, sino que indique en la realidad de todos los días una respuesta decidida y disponibilidad a la acción del Espíritu Santo.

3Santidad, debe significar entregarse al servicio del bien común según los principios cristianos, ofreciendo en la vida de la ciudad presencias cualificadas, gratuitas, rigurosas en los comportamientos, fieles al magisterio eclesial y orientados al bien de todos. Por tanto, la formación para el compromiso cultural y político, representa para ustedes una labor importante que exige un pensamiento plasmado por el Evangelio, capaz de argumentar ideas y propuestas válidas para los laicos. Este es un compromiso que se realiza ante todo a partir de la vida cotidiana, de madres y padres que afrontan los nuevos desafíos de la educación de los hijos, de trabajadores y de estudiantes, de centros de cultura orientados al servicio del crecimiento de todos. Nuestra ciudad y nuestro país han atravesado períodos históricos difíciles y ha salido de ellos fortalecida, entre otras razones gracias a la entrega incondicional de laicos católicos, comprometidos en la política y en las instituciones. Hoy, la vida pública del país exige una ulterior respuesta generosa por parte de los creyentes, para que pongan a disposición de todos, sus capacidades y fuerzas.

 

4. Les pido, que sean generosos, acogedores, solidarios y sobre todo comunicadores de la belleza de la fe. Muchos hombres, mujeres y jóvenes entran en contacto con nuestro mundo, que conocen superficialmente, deslumbrados por imágenes ilusorias, y necesitan no perder la esperanza, no perder su dignidad. Tienen necesidad de pan, de trabajo, de libertad, de justicia, de paz, de que se reconozcan sus inderogables derechos de hijos de Dios. Tienen necesidad de fe, y nosotros podemos ayudarles, respetando sus convicciones religiosas, en un intercambio libre y sereno, ofreciendo con sencillez, franqueza y celo nuestra fe en Jesucristo. En la construcción de la historia de nuestro país y de nuestra cultura, los laicos han desempeñado un gran papel, esforzándose por mantener unidos el amor a la patria y la fe en Dios. Hoy ustedes, laicos cristianos, están llamados a ofrecer con convicción la belleza de vuestra cultura y las razones de vuestra fe, así como la solidaridad fraterna, para que nuestra sociedad y nuestra cultura estén a la altura del desafío de la época actual.

5. Recientemente el papa Francisco nos ha recordado una de las características esenciales de nuestro ser y quehacer: “¡Sintamos la alegría de ser cristianos! Nosotros creemos en un Resucitado que ha vencido el mal y la muerte. Tengamos la valentía de «salir» para llevar esta alegría y esta luz a todos los sitios de nuestra vida. La Resurrección de Cristo es nuestra más grande certeza, es el tesoro más valioso. ¿Cómo no compartir con los demás este tesoro, esta certeza? No es sólo para nosotros; es para transmitirla, para darla a los demás, compartirla con los demás. Es precisamente nuestro testimonio”. (Cf. Francisco, Audiencia general, 04/abril/2013). Con ello el Santo Padre nos alienta a no perder de vista la razón de ser y de vivir como cristianos. Por ello, “en la tarea de la Misión Permanente no tenemos margen para el pesimismo o para el fracaso, sino que tenemos la seguridad de resultados abundantes; es la Palabra de Dios la que nos dice cómo y dónde tirar las redes siempre. El fruto de la misión depende de la escucha y práctica de la Palabra de Jesús, la cual es el alimento, junto con la Eucaristía, para quien quiera lanzarse al mar, a afrontar los desafíos de la olas encrespadas que amenazan, pero no podrán evitar que la pesca se realice” (cf. Palabra dominical, III domingo de Pascua 14/ Abril/2013).

6. Esperando que sea un encuentro fructífero, aseguro mi oración invocando sobre los participantes y sobre los que se dedican a promover una cultura cristiana, en particular en la sociedad, en la política, en la familia y en la juventud, la guía del Espíritu Santo y la protección materna de María. Con estos sentimientos, envío a todos de corazón mi bendición.


† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro