Lectio Divina: V Domingo de Pascua – Ciclo C

1. Lectura del texto: Jn 13, 31-33.34-35

(Se pide la luz del Espíritu Santo)

Respira en mí
oh Espíritu Santo
para que mis pensamientos
puedan ser todos santos.
 
Actúa en mí
oh Espíritu Santo
para que mi trabajo, también
pueda ser santo.
 
Atrae mi corazón
oh Espíritu Santo
para que sólo ame
lo que es santo.
 
Fortaléceme
oh Espíritu Santo
para que defienda
todo lo que es Santo.
 
Guárdame pues
oh Espíritu Santo
para que yo siempre
pueda ser santo. Amén
 
(S. Agustín)
 

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

mandamientoCuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él.  Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”. Palabra del Señor.

 

Repasar el texto leído

(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)

  • ¿Quién salió del cenáculo? v.31a
  • ¿Quiénes han sido glorificados? v.31b
  • ¿Quién glorificará a Jesús? v.32
  • ¿Cuánto tiempo estará Jesús todavía con sus discípulos? v.33
  • ¿Cuál es el mandamiento nuevo que Jesús da a sus discípulos? v.34
  • ¿En qué se reconocerá que son discípulos de Jesús? v.35

 

Explicación del texto

En el capítulo 13 comienza la segunda de las dos partes más importante del evangelio de san Juan. Una vez  que ha tratado en la primera parte el rechazo de los judíos a su persona, ahora en esta segunda parte, hablará de aquellos que sí lo recibieron. Son quienes han creído en su nombre y les ha dado el poder de convertirse en hijos de Dios.

En este capítulo también comienza el drama de la pasión, un drama triunfal, en los que ya se pueden percibir  los frutos de la victoria asegurada para siempre gracias  a la resurrección y glorificación de Jesús. Se presenta a Cristo como Salvador victorioso, triunfador del pecado y de la muerte.

El texto de hoy, está ubicado durante la última cena, pero Juan omite prácticamente todos los acontecimientos narrados por los evangelios sinópticos con respecto a la institución de la eucaristía, y dedica toda su atención a un extenso discurso en el que la fe de los discípulos  contrasta con la incredulidad mostrada por los judíos.

Con la salida de Judas del lugar de la cena, empieza el discurso en el que Jesús habla a sus discípulos como si ya estuviera glorificado, pues se ha iniciado ya la cadena de todos los acontecimientos  relacionados con su glorificación. Judas es apartado de la cena, quedando sólo el grupo de los seguidores leales,  como prueba de que su pretensión de entregar a Jesús por dinero es cierta. No aceptó el último gesto de cortesía que Jesús le muestra al darle el bocado de pan, invitándole a desistir de sus malas intenciones.

La glorificación del Hijo es la glorificación del Padre, la una se realiza en la otra, esta glorificación tendrá efecto inmediatamente y no solamente en la parusía.  Jesús va a partir, ante la tristeza que seguramente causará este acontecimiento, los llama con cariño “hijitos”, porque han creído estarán con él participando de su gloria, pero por el momento no pueden ir. Sin embargo Jesús no los deja solos, estará en medio de ellos por la caridad que se manifiesten unos con otros, pues éste es el mandato nuevo que les ha dejado. Es nuevo en cuanto que abarca a todos los hombres sin distinción y por el ideal de que el amor sea como Cristo ha amado.

El amor de Cristo no es sólo el modelo, sino también la causa de la caridad cristiana. Esa caridad vivida por la comunidad refleja el muto amor trinitario y el que éstas profesan a la Iglesia. De ahí la importancia de la caridad fraterna como un signo de la verdadera Iglesia, que espera a Cristo.

 

2. Meditación del texto

(Cada participante puede compartir su meditación personal)

El texto de hoy nos invita a vivir como una verdadera comunidad cristiana. Una comunidad renovada con la celebración de la Pascua de Cristo que ha resucitado y vive en medio de quienes aman.

La mención de Judas en el evangelio, nos lleva a pensar que hay discípulos que no han aceptado al Maestro, que aún después de convivir con él no están dispuestos a seguirle por el camino que ha mostrado. Judas ha roto con el mundo de Dios, se aparta de Jesús traicionándolo. Deja de depender de Dios y depende del príncipe de este mundo, el príncipe de la oscuridad, de ahí que se mencione que era de noche.

Jesús ha enseñado que para vivir hay que morir, que para reinar hay que sufrir. Lo que se avecina a Jesús es la pasión, que no es vista con ojos fatalistas, sino que, será la manifestación de la gloria tanto del Hijo como del Padre. La pasión es al mismo tiempo la exaltación y la glorificación, el retorno de Jesús al mundo celestial. La vida del cristiano aún en los momentos de prueba, está marcada con la esperanza de la vida eterna, esto da un sentido sobre natural a la vida cotidiana. Caminamos hacia la plenitud de la vida divina, por eso podemos superar cualquier dificultad que surja en la vida.

El amor mutuo es la esencia del discipulado, es la característica de toda comunidad cristiana y su única manifestación auténtica. Los discípulos deben amarse como Jesús amó, por que ellos fueron amados primero. Dios manifestó su amor al mundo, por medio de su hijo; Jesús amó a los suyos hasta el extremo de morir por ellos. Sólo quien es amado y se siente amado es capaz de amar. El amor de Jesús es fundamental y constitutivo del amor fraterno. No se trata sólo de la acción de amar, sino que, debe ser la atmósfera en que se viva cada día y donde se halla la fuerza para amar a los semejantes.

Amar como Jesús amó, es un amor de entrega, de sacrificio de la propia vida por el bien del hermano. No se trata de un amor altruista y humanitario, sino la continuación de la obra de Jesús; el amor mutuo debe ser manifestativo del amor que Dios tiene a los hombres. Este amor debe ser un signo atrayente, el testimonio para que los demás crean.

 

3. Compromiso personal y comunitario

(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)

  • En un ambiente de oración agradecer a Jesús por el amor que nos tiene que mereció la entrega de su propia vida.
  • Integrarse a una Pequeña Comunidad que ayude a vivir la experiencia de Iglesia en comunión.
  • Organizar la caridad de la comunidad, para ayudar a quienes más lo necesitan.
  • Evangelizar para que más hermanos se integren a las comunidades para su formación permanente.
  • Procurar en familia gestos de amor y de fe en la oración y en la convivencia, perdonando y ayudando.

4. Oración

(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada).

Señor nuestro Jesucristo, que momentos antes de la Pasión oraste por los que iban a ser tus discípulos hasta el fin del mundo, para que todos fueran uno, como tú estás en el Padre y el Padre en ti; compadécete de tanta división como existe entre quienes profesan tu fe. Derriba los muros de separación que divide hoy a los cristianos. Atráelos a todos a esta única comunión que implantaste desde el principio: a la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica. Amén.