La Virgen María: ícono fiel del amor a Dios y a los hombres

(CODIPACSQRO) Con motivo del Aniversario número 68 de la Coronación Pontificia de la Santísima Virgen de El Pueblito, Mons. Faustino Armendáriz, Obispo de nuestra iglesia particular, presidió la santa Misa en el Santuario de El Pueblito, y con él concelebraron el Vicario Provincial, Fray Flavio Chávez, OFM y el reverendo padre Emilio Flores, OFM, Guardián del Santuario.

“¡Paz bien de parte de Dios!”, con estas palabras Mons. Armendáriz saludó a la feligresía y a los congregados en la Eucaristía, y se refirió en su homilía al Evangelio proclamado, el cual, a decir de Don Faustino, que nos recuerda la centralidad del amor a Dios y al prójimo, a través del mandamiento: “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”.

Al respecto, indicó que este amor debe ser “la ley suprema que debe regir el corazón humano, y las relaciones entre los hombres y entre los pueblos”. Y explicó que “el Señor al recordar el mandamiento más importante nos está señalando, no el cumplimiento de una norma o de un principio, sino más bien, nos está indicando el camino para encontrarnos con su Padre Dios; al grado de poder llegar a tener una experiencia viva de fe, mediante la cual la persona y la existencia tengan plenitud”.

Señaló que la mención del corazón, el alma, la mente, se refiere a “las tres dimensiones fundamentales de la existencia humana. Aquí el amar a Dios “con todo el corazón”, se refiere pues al plano sentimental,  relativo a la ternura,  de ese vínculo; hacerlo “con toda el alma”, significa el plano místico  de la unión o el anhelo de esa unidad  y consonancia con Dios. Amarlo “con toda la mente”,  se refiere al componente  de comprensión  en esa relación  con Dios.  Del mismo modo que en una relación humana  exitosamente lograda  están presentes  a la vez los tres niveles,  así debe ser también la relación con Dios para que sea un logrado vínculo amoroso con él”

Por último, el Pastor Diocesano, pidió al pueblo de Dios congregado, que el amor de Dios y el amor al prójimo no sean separados porque son “un único mandamiento” y resaltó a la Virgen María como un “ícono fiel” de quien ha amado a Dios y a los hombres: “María de Nazaret, porque era una jovencita, inscrita en esta escuela del amor, supo escuchar la ley de Dios en su corazón y por eso se atrevió a  obedecer la palabra de Dios, sin importarle ir en contra de las leyes y normas culturales de su tiempo. Porque amaba a Dios se encaminó presurosa a las montañas de Judea para visitar a su prima Isabel que necesitaba de ella. Pidámosles que siga enseñándonos a amar a Dios y a amar al prójimo, especialmente pidámosle que nos enseñe a conocer qué es lo que a Dios le agrada, lo que es bueno, lo perfecto. Amén”.

Karina Vianney González