JUEVES SANTO EN EL CENTRO DE READAPTACIÓN SOCIAL, QUERÉTARO.

 Centro de Readaptación Social. Qro. 01 de abril de 2021. 

El día 01 de abril de 2021, Mons. Fidencio López Plaza, X Obispo de la Diócesis de Querétaro, visito el Centro de Readaptación Social, Qro. (CERESO), para presidir la Santa Misa de Jueves Santo, con algunos internos de ese lugar, en representación de toda la población. Concelebro esta Eucaristía el Pbro. David López Buenrostro, Párroco de la Parroquia de San José, Col. San José el Alto.

Al inicio de la celebración Mons. Fidencio les compartió lo siguiente: “Tres cosas antes de comenzar la celebración: Primero hace mas de treinta años que yo estaba en la parroquia a la que pertenecía este centro penitenciario, y ya conocía estos lugares y también de todo lo que se vive aquí de cierta manera, entonces era párroco de la parroquia de las Bienaventuranzas, ahora he venido como Obispo después de un paso por Veracruz, mi nombre es Fidencio López Plaza, para servirles y me siento contento de estar con ustedes”.

En segundo lugar, quiero decirles que la misa tiene más sentido cuando cada quien siente su cuerpo con sus problemas, con sus alegrías con lo que está viviendo, sus dolores, sus enfermedades, por eso la parte central de la misa dice: “tomen y coman todos este es mi cuerpo”. Jesús vino hacer cuerpo hacerse cuerpo y es necesario que en la misa cada uno siente su cuerpo, pero además que todos nos sintamos cuerpo. En primer lugar, cuerpo con las personas que conviven auqui más de cerca, hacerse cuerpo con los dos mil y tantos de los que están aquí en este centro penitenciario, sentirse cuerpo con toda la Iglesia, ese es el sueño de Jesús: que todos nos sintamos cuerpo, porque si nos sentimos cuerpo, nos vamos a preocupar unos de otros, es la segunda cosa que les quería pedir para la celebración.

Y lo tercero, que pongamos en las manos de Dios nuestras familias, ustedes tienen una familia vamos a ponerla en las manos de Dios en esta celebración. 

Sabemos muy bien la paz nunca está con nosotros cuando nosotros, cuando no estamos en paz con los demás es imposible, por eso los cristianos somos descubierto la misa como un lugar para pedir perdón, para salir perdonados de Dios y de los demás por eso comenzamos la misa pidiendo perdón les invito a ser sinceros a dejar que Dios toque su corazón para que lo sane y podamos tener la alegría, la alegría que no se compra la alegría que viene del perdón y del amor de Dios pidamos perdón.

En el momento de la Homilía Mons. Fidencio les compartió diciendo: “Saludo y agradezco a Dios, al director Noé Pérez Martínez y a las autoridades de este centro penitenciario, les agradezco la oportunidad de estar con ustedes en este Jueves Santo del año 2021, saludo y agradezco a todos ustedes hermanos, que representan a los 2000 y tantos hermanos que están en esta casa.

Recordemos que al final de nuestra vida, cuando el hijo de Dios venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, como dice el Evangelio; “Se sentara en su trono de gloria y separará a unos de otros al igual que el pastor separa a las ovejas de los cabritos”; dice el Evangelio que entonces dirá: “Vengan benditos de mi padre y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo, por qué tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y ustedes me dieron de beber, estuve preso y me visitaron”; eso es en definitiva hermanos la visión que Dios nos la misión que Dios nos ha encomendado, dar de comer y darnos a comer,  dar de beber y darnos a beber, visitar a los prisioneros sorprendernos y aprender de ellos, en este contexto nos preguntamos ¿Qué significa celebrar el jueves santo en este centro penitenciario?, ¿Qué nos quiere decir Jesús hoy en tiempos de pandemia y en esta situación concreta que cada uno de ustedes y todos ustedes están viviendo?, ¿Cómo podemos encontrar alegría y paz en nuestros corazones? sobre esto les propongo tres sencillas reflexiones:

Primera reflexión ya hemos cantado “gracias señor, por tu sangre que nos lava”.

Así hemos respondido a la palabra de Dios que hemos escuchado en la primera lectura de este Jueves Santo, en la que se describe paso a paso el ritual de aquella comida fundante del pueblo de Israel, que era el anuncio de la Pascua nueva y eterna que estamos celebrando,  dice el libro del Éxodo: “la sangre le servirá de señal, en las casas en donde habitan ustedes, cuando yo vea la sangre pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora”, y después, San Pablo actualiza este misterio diciendo: “este es el cáliz de la nueva alianza, que se sella con mi sangre hagan esto en memoria mía”.

Cuando decimos: “Gracias señor, por tu sangre que nos lava”, estamos haciendo una profesión de fe en que la muerte y resurrección de Jesucristo nuestro Señor nos ha salvado. Podemos gritarlo a los cuatro vientos Dios me ha salvado, y podemos inclinarnos ante Él y decirle: “Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava”, y nos lava todos lo días hermanos, nos lava todos los días, de manera especial cuando celebramos la Sagrada Eucaristía, en el centro de la Misa decimos: “Este es el cáliz de la Nueva Alianza, sangre derramada para el perdón de nuestros pecados”.

Segunda reflexión: Este es mi cuerpo que será entregado por ustedes.

Ya les invita al principio de la Misa, a sentir su cuerpo y sentirnos cuerpo, es fundamental hermanos, Jesús vino a hacerse cuerpo con nosotros y Él es la cabeza.  Así como el pan es transformado en Cristo, así el discípulo se transforma día tras día como Cristo, en pan para los demás. El pan es para ser comido, el discípulo no viene para si y no vive para si, sino para dar la vida por los demás, no se aprovecha de nadie, el discípulo al contrario es comido y es consumido sirviendo a Dios en sus hermanos.

Un día antes de su muerte de Jesús, el Jueves Santo, cuando le faltaban unas horas para ser sacrificado, Él podría haber dicho a sus discípulos, este es mi cuerpo que fue entregado, ya le faltaban pocas horas, podía haberse fijado más en el pasado, este es mi cuerpo que fue entregado por ustedes, o en medio de aquel tormento que estaba viviendo, en aquella situación tan especial, también pudo haber dicho, este es mi cuerpo que es entregado por ustedes, pero no fue así, Él dijo, “tomen y coman todos, este es mi cuerpo que será entregado por ustedes”.

Me parece que esta es una palabra que hoy Jesús nos dirige a cada uno de nosotros y en particular a cada uno de ustedes y a todos ustedes.

Cuando se llega a este lugar ya imagino como anda su corazón, como anda su familia, o cuando se da la sentencia, la pregunta de adentro de su corazón y la de afuera también, de sus familias, es está: ¿Por qué estamos aquí?, ¿Por qué estoy aquí?, también podríamos preguntarnos ¿para que estoy aquí?

La primera pregunta nos lleva a mirar hacia atrás al pasado, y a recorrer una historia dolorosa, que ciertamente es parte de la historia y se puede caer en la tentación de alimentar heridas y buscar culpables y eso no nos va a hace provecho.

La segunda pregunta ¿para que estoy aquí?, se parece a la de Jesús, este es mi cuerpo que será entregado, es una invitación a mirar hacia adelante, a escribir una nueva historia, a ser proyectos, a soñar que otro mundo y otra vida es posible. Les invito hermanos a pasar de él porque estamos aquí, al para que estamos aquí.

 Por eso el Papa Francisco decía, en la visita que hizo a México, también en un centro penitenciario, decía en realidad, en la realidad que tenga y en la capacidad que tenga una sociedad para incluir a sus pobres, a sus enfermos y a sus presos, esta la posibilidad de que ellos puedan sanar sus heridas y ser constructores de una nueva sociedad, de una nueva convivencia. Por eso, en cualquier lugar, los cristianos podemos ser Eucaristía y darle sentido a la vida. Darle sentido a la vida reafirmando todos los días las palabras de Jesús el Jueves Santo: “este es mi cuerpo, que será entregado por ustedes, esta es mi sangre que será derramada por ustedes”.

Ultima reflexión: cuando Jesús termino de lavar los pies a sus discípulos en aquel Jueves Santo les dijo estas palabras como testamento: “les he dado ejemplo, para que todo lo que yo he hecho con ustedes también ustedes lo hagan por otros”.

Este es el sentido más profundo del Jueves Santo, arrodillarse para servir a Dios en los hermanos, es un gesto muy hermoso el que se arrodilla para lavar los pies de su hermano, si levanta la vista siempre ve a su hermano grande, y es lo que Dios quiere, que nos miremos grandes, que nunca consideremos a nuestro hermano miseria, que siempre lo miremos grande, hijo de Dios, hermano nuestro, pero también a quien se le lava los pies mira hacia abajo y mira a una persona humilde, pequeña, que se reconoce simplemente servidor de Dios, en los hermanos.

Se trata de una condición que no podemos subrayar, si queremos dar fruto, es decir, sentir y dar sentido a la vida, tenemos que gastarnos y consumirnos sirviendo a los demás. La vela solo tiene sentido cuando esta encendida, si esta apagada, si no está encendida, se consume.

La rosa, al dar fragancia se entrega a si misma y así está manifestando su verdadero ser, la vida es movimiento y por tanto energía desplegada, puedo consumirla en beneficio del ego y entonces la malogro, puedo consumirla en beneficio de los demás y entonces consumarla dándole plenitud.

Mis hermanos, escuchemos a Jesús, pues, que hoy nos dice: “les he dado ejemplo, para que lo que yo hago también ustedes lo hagan por sus hermanos”. Que Así Sea».

Al terminar la celebración, Mons. Fidencio les dio la bendición, y bendijo el pan para ser compartido, y llevaron a Jesús Sacramentado al sagrario para ser alabado y adorado.