Homilía en la Misa en el X Aniversario de la Escuela de Padres

Santa Iglesia Catedral, Ciudad Episcopal de Santiago de Querétaro. Qro., a 18 de enero de 2014
Año de la Pastoral Litúrgica – Año Jubilar Diocesano
 
Queridos padres de familia,
hermanos y hermanas todos en el Señor:
 

 1. Con alegría les saludo a cada uno de ustedes,  y me uno a su acción de gracias al celebrar el X Aniversario de “Escuela para Padres”, esta Institución eclesial cuya misión es la de “concientizar, formar e informar de manera que al anunciar, celebrar y servir al evangelio de la vida, se llegue al núcleo de todas las familias y se logre una actitud de cambio, pero sobre todo de conversión personal, familiar y social, para salvaguardar, conservar y practicar los valores humanos y cristianos, fundados en la verdad del Evangelio, logrando así la Civilización del Amor”. Saludo con especial afecto a los sacerdotes que nos acompañan, al P. J. Martín Lara Becerril, Asesor espiritual de “Escuela para Padres”, al P. Jaime Gutiérrez, Presidente de la Comisión Diocesana de Familia, Juventud, Laicos y Vida y al matrimonio de Sergio y Margarita, Coordinadores Diocesanos.

2. Nos reunimos en el contexto eclesial del inicio del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. Pidiendo a Dios que cada uno de los que creemos en Cristo, vivamos en una misma fe y en mismo espíritu. Pues Cristo no está dividido, al contrario,  Él es el vínculo de unidad y de paz entre Dios y la humanidad entera. San Pablo nos recuerda que somos un pueblo de “elegidos”, “consagrados”, no aislados por nuestra cuenta, sino “junto con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor suyo y nuestro” (1 Cor 1, 1-3). Hoy cada uno de nosotros necesitamos ser conscientes que “Dios nos llama a la comunión (koinonia) de su Hijo con todas sus implicaciones sociales y espirituales para nuestras Iglesias y nuestras gentes”. En este campo, considero que la familia y en concreto los padres de familia, tienen  mucho qué hacer. Hoy urge que eduquemos en la unidad y en la paz desde la fe. El papa Francisco con palabras duras nos apremia y nos exhorta a vivir la unidad como una urgencia dentro de nuestra misma iglesia. “En el barrio, en el puesto de trabajo, ¡cuántas guerras por envidias y celos, también entre cristianos! La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Además, algunos dejan de vivir una pertenencia cordial a la Iglesia por alimentar un espíritu de «internas». Más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o especial” (cf. Evangelii gaudium, 98).

3. Al reunirnos esta tarde y agradecer a Dios los frutos recibidos a lo largo de estos años, la Palabra de Dios nos recuerda que Jesús nos llama personalmente a cada uno de nosotros al  narrarnos el pasaje de “la elección de Mateo, quien era recaudador de impuestos” (Mc 2, 13-17). Jesús, al elegir a Mateo, es consciente que su misión no la puede hacer sólo. Que necesita de nuestra ayuda. El texto del evangelio es muy claro al prestar atención a la palabra con la que Jesús se dirige a Mateo, diciéndole “Sígueme” (v. 14), es decir, “Imítame”.

4.  Queridos hermanos, Jesús nos elige personalmente porque nos necesita, porque quiere enviarnos a “llevar a los pobres la buena nueva y que anunciemos la liberación los cautivos” (Lc 4, 18). Es providencial este pasaje del evangelio en este contexto de celebración y de fiesta para cada uno de ustedes, pues el Señor con esta palabra, confirma que la familia, que cada una de las familias, que esta escuela al servicio  de la familia, está llamada a testimoniar que es posible: “Prometer un amor para siempre cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada. Que la fe, además, ayuda a captar en toda su profundidad y riqueza la generación de los hijos, porque hace reconocer en ella el amor creador que nos da y nos confía el misterio de una nueva persona” (cf. Lumen fidei, 52).

5. Ustedes se dan cuenta que no es fácil cuando las nuevas generaciones son las más afectadas por esta cultura del consumo en sus aspiraciones personales profundas. Cuando los padres de familia, crecen en la lógica del individualismo pragmático y narcisista, que suscita en ellas mundos imaginarios especiales de libertad e igualdad. Cuando para ellos el futuro es incierto. Cuando, participan de la lógica de la vida como espectáculo, considerando el cuerpo como punto de referencia de su realidad presente (cf. DA, 50). Hoy, el canto de las sirenas nos puede distraer con preguntas como la de los fariseos “¿Por qué su maestro come  y bebe en compañía de publícanos y pecadores?” (v. 16) y hacer que dudemos de ir al encuentro de tantas familias que necesitan nuestra ayuda para saber educar a los hijos. Jesús nos enseña que “no son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos” (v. 17). Los obispos en el documento sobre a educación “Educar para una nueva sociedad”, hemos dicho que “es básico que cada familia tenga conciencia de su vocación como comunidad educativa, como espacio esencial e imprescindible, sujeto activo, lugar privilegiado  y pilar de toda educación humana y cristiana” (cf. n. 64). Además, “sabiendo que padres de familia, líderes sociales, comunicadores, pastores y maestros,  compartimos todos la enorme responsabilidad  de acompañar en impulsar  de diferentes maneras  a las nuevas generaciones, debemos buscar la manera para ocupar el tiempo y los recursos necesarios en nuestra propia formación  como formadores” (cf. n. 69).

6. Quiero animarles a seguir asumiendo el objetivo de “Escuela para Padres” así en el seguimiento de Jesucristo, aprenderemos y practicaremos las bienaventuranzas del Reino, el estilo de vida del mismo Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su compasión entrañable ante el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños, su fidelidad a la misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida (cf. DA, 139).

7. Les felicito por su ardua tarea realizada a lo largo estos diez años, pidámosle a la Sagrada Familia de Nazaret que siga siendo para nuestras familias el modelo de familia. Que su testimonio de vida nos impulse a seguir viendo en la familia la “Iglesia Domestica” donde se anuncie a Jesucristo. Donde aprendamos que  “el encuentro con Cristo, el dejarse aferrar y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda” (cf. Lumen fidei, 53). Que nuestro anhelo de establecer una escuela en cada parroquia con su Equipo Directivo y Monitores capacitados, se vea fortalecido con la gracia y con la ayuda de Dios. Amén.

 

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro