Homilía en la Jornada Mundial de la Paz 2011

 

Santiago de Querétaro, Qro., 1º de enero de 2010

 

1. En el nombre de Jesús y bajo la protección de su Madre Santísima, Reina de la Paz, iniciamos este nuevo año 2011. Como todos los años, el santo Padre el Papa Benedicto XVI, envía a todo el mundo, especialmente a los gobernantes de las naciones, un mensaje para promover la paz. Lleva por título:”La Libertad Religiosa, Camino para la Paz”.

2. Este tema de la libertad religiosa es de suma importancia para la vida pacífica de los pueblos y también para los individuos, que son los primeros depositarios de ese derecho humano primordial. El asunto es de actualidad porque, como dice el Papa, “se puede constatar con dolor que en algunas regiones del mundo la profesión y expresión de la propia religión comporta un riesgo para la vida y libertad personal”. Se persigue todavía a los creyentes de muchas religiones, violando su derecho a practicarlas.

3. Y añade el Papa: “Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral” (Mensaje, 1). Los católicos estamos entre los más perseguidos en el mundo.

4. La libertad religiosa es un elemento esencial de la persona humana, porque ella, dueña de su libertad, debe ejercerla para orientar su vida personal y comunitaria a Dios y así construir su destino en este mundo y en el futuro. Por eso, “negar o limitar de manera arbitraria esa libertad (religiosa), significa cultivar una visión reductiva de la persona humana, oscurecer el papel público de la religión; significa generar una sociedad injusta, que no corresponde a la verdadera naturaleza de la persona humana; significa hacer imposible la afirmación de una paz auténtica y estable para toda la familia humana” (Mensaje, 1). Negar la libertad religiosa es vivir en la injusticia y hacer imposible la paz.

5. Como el Mensaje es muy denso y extenso, me voy a limitar a transmitirles aquí sólo cinco enunciados, invitando a todos a estudiarlo para ejercer y defender este derecho humano básico personal y comunitario. Apareció ya en el semanario “El Observador”.

Primero: “El derecho a la libertad religiosa se funda en la misma dignidad de la persona humana, cuya naturaleza trascendente no se puede ignorar o descuidar… Sin la apertura a la trascendencia, la persona humana se repliega sobre sí misma, no logra encontrar respuestas a los interrogantes de su corazón sobre el sentido de la vida… ni experimentar una auténtica libertad y desarrollar una sociedad justa” (No. 2). Sin libertad religiosa no existe auténtica libertad ni verdadera justicia.

Segundo: “La libertad religiosa está en el origen de la libertad moral… Una libertad enemiga o indiferente con respecto a Dios termina por negarse a sí misma y no garantiza el pleno respeto del otro… La ilusión de encontrar en el relativismo moral la clave para la pacífica convivencia, es en realidad el origen de la división y negación de la dignidad de los seres humanos… Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de sus propios derechos” (No 3). La fe en Dios protege la dignidad humana y la fraternidad entre los hombres.

Tercero: “Si la libertad religiosa es camino para la paz, la educación religiosa es una vía privilegiada que capacita a las nuevas generaciones para reconocer en el otro a su propio hermano o hermana, con quienes camina y colabora para que todos se sientan miembros vivos de la misma familia humana, de la que ninguno debe ser excluido… La familia fundada sobre el matrimonio… es la primera escuela de formación y crecimiento social, cultural, moral y espiritual de los hijos” (No 4). La educación religiosa es la vía privilegiada para la convivencia humana.

Cuarto:”Cuando se reconoce la libertad religiosa, la dignidad de la persona humana se respeta en su raíz, y se refuerza el ethos (sustrato moral) y las instituciones de los pueblos… La libertad religiosa no es patrimonio exclusivo de los creyentes, sino de toda la familia de los pueblos de la tierra. Es un elemento imprescindible de un Estado de derecho” (No. 5). Sin libertad religiosa no existe un Estado de derecho.

Quinto: “La libertad religiosa, como toda libertad, aunque proviene de la esfera personal, se realiza en la relación con los demás. Una libertad sin relación no es una libertad completa” (No. 6). “La búsqueda sincera de Dios ha llevado a un mayor respeto de la dignidad del hombre…La exclusión de la religión de la vida pública, priva a ésta de un espacio vital que abre a la trascendencia” (No. 7). La libertad religiosa exige la manifestación pública de la fe.

6. Basten estos enunciados tomados a la letra del Mensaje del Santo Padre y hagamos el esfuerzo por conocerlos para ponerlos en práctica, porque “el mundo -y mucho más México- tiene necesidad de Dios. Tiene necesidad de valores éticos, espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico, a nivel nacional e internacional” (No. 15).

7. El compromiso de construir la paz se origina en el Evangelio de Jesús y es ratificado por santa María de Guadalupe en su mensaje del Tepeyac. Este fue el clamor que elevó todo México al cielo el pasado 11 y 12 de diciembre, en el cual (según las crónicas) visitaron la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe cerca de seis millones de católicos, y toda la Nación se conmovió celebrando y encomendándose a tan gran Señora. Porque, ¿qué buscan esos millones y millones de mexicanos en el Tepeyac? ¿Qué esperan de su celestial Señora? ¿Qué les dice a su corazón, que nunca se sienten defraudados? ¿Por qué regresan una y otra vez? ¿Qué buscamos los mexicanos en esa maravillosa Presencia de la Madre del Dios por quien se vive… de nuestra cariñosa Madre… de nuestra Salud? ¿Por qué ha estado Ella siempre presente en los momentos culminantes y dramáticos de nuestra historia patria? ¿Por qué el Padre Morelos la proclamó “Patrona de nuestra Libertad” como un “sentir nacional”?

8. Y ahora, ¿a quién acuden los hermanos migrantes en su soledad y angustia si no es a Santa María de Guadalupe? Y a nosotros, los católicos, ¿qué nos dice, qué nos debe decir esta fe, esta esperanza, esta fidelidad del pueblo humilde y creyente a Santa María de Guadalupe? ¿Dirá acaso o deberá decir también algo a los poderosos, a los dirigentes de nuestro país? ¿Cuál es el mensaje que nos falta escuchar, el deseo que debemos cumplir, la actitud que es necesario corregir y el camino que hay que recorrer para recobrar la dignidad, obtener la salud, alcanzar la paz y vernos cobijados como hijos y hermanos bajo su mirada y manto maternal?

9. La verdad está en el comienzo, y el comienzo de México está en el Tepeyac. Allí reside el verdadero proyecto de Dios sobre la nación mexicana. Volver a la Casa común, buscar a la Madre es regresar al hogar, es buscar la Raíz, el sustento, el origen de lo que somos y de lo que debemos ser. Es necesario, urgente volver allí la mirada, que no es sólo ver el pasado, sino leer la gramática de Dios y descubrir el futuro, el auténtico proyecto de Dios sobre nuestra nación. En el Nican Mopohua tenemos la primera página, la página fundante de nuestra historia y el proyecto de amor y de vida que Dios quiere para la nación mexicana. El Tepeyac es una ventana que la Madre de Jesús abrió en el cielo para iluminar nuestras sombras de muerte y hacer florecer la tierra salobre y amarga, e invitarnos a levantar nuestra mirada hacia Dios, a poner en Él nuestra confianza, a obedecer sus mandamientos, a reconocernos como hermanos, a perdonarnos y darnos un abrazo de paz.  La salud de México está en nuestra casa común, en nuestro hogar, en nuestra raíz, en la fuente original, en el Tepeyac y se llama Santa María de Guadalupe, la Madre del Dios por quien se vive. Ella es nuestra Salud. Santa María, Madre de Dios, ven con nosotros a caminar para que endereces nuestros pasos y nos encamines hacia Jesús, el verdadero camino hacia la Vida. Amén.

 
† Mario de Gasperín Gasperín
Obispo de Querétaro