Homilía en la Celebración Eucarística con motivo del Día de las Madres

Santa Iglesia Catedral, Ciudad Episcopal de Santiago de Querétaro, Qro., sábado 10 de mayo de 2014
Año de la Pastoral Litúrgica

 

Muy queridas mamás,
hermanos y hermanas todas en el Señor:
 

1. Me alegra poder encontrarme con ustedes esta mañana para agradecer a Dios el valioso don de la maternidad que Dios ha depositado en ustedes y que para cada uno de nosotros, es una bendición y un regalado a través de nuestra mamá. Hoy, nos sentimos felices porque la mamá de cada uno de nosotros fue generosa con Dios y estuvo abierta a la vida, sabiendo asumir en su proyecto de vida, un proyecto diferente al suyo, como lo es y somos cada uno de nosotros. Hoy, damos gracias a Dios por el genio femenino en medio de la sociedad, pues su acción es imprescindible en la tarea de la nueva evangelización. Les agradezco por unirse a esta celebración que quiere ser un signo en medio de nuestra sociedad, del compromiso en favor de la vida y de la familia.

2. Esta mañana hemos escuchado en la liturgia de al Palabra, un texto tomado del libro de los Hechos de los Apóstoles, en el cual se narra la tarea apostólica que Pedro va desempeñando en medio de las jóvenes comunidades cristianas, a fin de legitimar la propagación de evangelio a los gentiles. Pedro, recorre las comunidades de Lida y Jafa, lo cual le permite  entrar en contacto con las necesidades y los problemas de la vida ordinaria de la comunidad. De manera específica, el texto nos narra la curación de Eneas, un hombre que yacía paralítico en cama, hacía ya ocho años; además nos describe el milagro de la resurrección que realiza en favor de  Tabitá, esta mujer de la alta sociedad, la cual hacía obras buenas y repartía limosna, quien cayó enferma y murió y que  los discípulos al saber que Pedro estaba cerca, mandan traer para que interceda en favor de ella, devolviéndole la vida (Hech, 9, 31-42).

3. Queridos hermanos y hermanas, quiero esta mañana, detenerme con un poco más de atención para reflexionar en torno a la vida y a la persona de Tabitá, la mujer de la que nos habla el libro de los Hechos de los Apóstoles. ¿Quién es ella? ¿Cuál es su importancia y su papel en la sociedad? ¿Por qué las viudas le lloran? ¿Qué nos enseña el hecho de que Pedro haya realizado el milagro de devolverla a la vida? Es curioso que el san Lucas señala su situación económica y su calidez humana, pues son cualidades que se necesitan para hacer buenas obras y estar al servicio de la comunidad. Tabitá no organiza en Jafa ninguna comunidad de bienes, sino que se porta como benefactora según la manera griega. Como los griegos y los judíos piadosos, ella da dinero. Además confecciona prendas de vestir  y les regala a los pobres. A nivel humano ha muerto una gran benefactora de la comunidad de los que más sufren y son desamparados en la sociedad, representados en las viudas que le lloran y se lamentan por su muerte. Sin embargo, desde la perspectiva del evangelio, esto no es lo más importante. Lo más importante es saber que las mujeres colaboran en el plan de Dios. Pedro al resucitar a Tabitá y la presenta viva a los santos y a las viudas. Resucitando a Tabitá, Pedro resucita simultáneamente el cuidado por los pobres.

4. Al celebrar este día el día de las madres,  la palabra de Dios nos enseña que en esa mujer Tabitá, están representadas todas las mujeres, no por el hecho de que esté muerta, sino por la acción salvífica que en ella Pedro realiza, a fin de salvaguardar el bienestar de los que más sufren y se ven desprotegidos, representados en las viudas.

5. Queridos hermanos y hermanas, Pedro al realizar estas obras, lo que está manifestando, es el favor de Dios en medio de su comunidad. Hoy la mujer, a pesar de los esfuerzos por salvaguardar la igualdad entre hombres y mujeres, sigue siendo relegada en muchos aspectos y sectores de la sociedad, más aún hoy a la mujer se le juzga por el hecho de estar en favor de la vida. Si Pedro le devuelve la vida a Talitá es con la intención de caer en la cuenta que como discípulos de Jesús, estamos llamados a devolver la dignidad a la mujer. En algunos ambientes de manera personal y también institucional. El Papa Francisco recientemente nos ha dicho: “Es indispensable prestar atención para estar cerca de nuevas formas de pobreza y fragilidad donde estamos llamados a reconocer a Cristo sufriente, aunque eso aparentemente no nos aporte beneficios tangibles e inmediatos” (cf. EG, 210). “Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos. Sin embargo, ―señala el Papa― también entre ellas encontramos constantemente los más admirables gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y el cuidado de la fragilidad de sus familias” (cf. EG, 212).

6. Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo. Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades (EG, 213).

7. Queridos hermanos y hermanas, hagamos nuestra, aquella pregunta que Jesús dirigió a los discípulos: “¿También ustedes quieren dejarme?” (Jn 6, 67). Pedro nos enseña con su testimonio que la respuesta está orientada en el compromiso por  anunciar la resurrección a través del compromiso por los débiles y los vulnerables. Lo cual sólo e s posible  si nuestra fe en Dios es una fe bien cimentada, bien segur y sobretodo bien probada. Con nuestra vida respondamos: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6, 69).

8. Quiero aprovechar para felicitar a cada una de ustedes queridas mamás, deseándoles que su amor y su compromiso en favor de la vida sea para nosotros un ejemplo y una esperanza, al mismo tiempo deseo invitar a cada uno de los hijos e hijas para que en este día y siempre mostremos un gesto de gratitud hacia nuestra mamá.

9. Que la Santísima Virgen María Madre de Dios y Madre Nuestra,  nos acompañe siempre en el camino de la vida.  Amén.

 

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro