En torno a la Misión en Aparecida Pbro. Mtro. Filiberto Cruz Reyes

aparecida

Un primer criterio que no podemos pasar por alto al leer el Documento de Aparecida es el que nos da Benedicto XVI en su Discurso inaugural de la V conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida el 13 de Mayo de 2007: «Esta V Conferencia General se celebra en continuidad con las otras cuatro que la precedieron en Río de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domingo. Con el mismo espíritu que las animó, los pastores quieren dar ahora un nuevo impulso a la evangelización.”

En Río de Janeiro (1955 y reinaba felizmente Pío XII) en su Declaración final los obispos dijeron: “ Así pues, la Conferencia ha tenido como objeto central de su labor el problema fundamental que aflige a nuestras naciones, a saber: la escasez de sacerdotes” (I b), al mismo tiempo que afirmaba que la responsabilidad en la solución la tienen los “padres de familia que deben ser los instrumentos más eficaces en la obra de las vocaciones” (I d). Al mismo tiempo se señalan como tareas fundamentales la de la Instrucción religiosa, un llamado a la justicia y la fraternidad, así como atender a los indígenas. Los Obispos calculaban que América Latina tenía “aproximadamente 150 millones de fieles”.

De gran importancia fue también que la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano aprobó pedir a la Sede Apostólica, la creación de un Consejo Episcopal Latinoamericano.

En Medellín (1968, reinaba Pablo VI) se realizó la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Era la “primera visita
personal del Papa a sus Hermanos y a sus hijos en América latina” y el Papa decía: “se inaugura hoy con esta visita un nuevo período de la vida eclesiástica”.

Afirmaban los Obispos: “la Iglesia Latinoamericana […] centró su atención en el hombre de este continente, que vive un momento decisivo de su proceso histórico […] consciente de que para conocer a Dios es necesario conocer al hombre.

La Iglesia ha buscado comprender este momento histórico del hombre latinoamericano a la luz de la Palabra que es Cristo” (n. 1).

Por eso los grandes temas que tocó y que siguen siendo actuales:

  • – la promoción humana: la justicia, la paz, la familia y demografía, educación y juventud,
  • – la evangelización y crecimiento de la fe,
  • – la Iglesia visible y sus estructuras.

En Puebla (1979, siendo Romano Pontífice Juan Pablo II) se realizó la Tercera Conferencia bajo el lema de “La evangelización en el presente y en el futuro de América latina”. El Papa en su discurso inaugural pedía a los obispos que se pronunciaran como maestros la verdad, esa que viene de Dios y hace libre al hombre. Por eso, de algún modo, todo el documento conclusivo está vertebrado sobre tres verdades fundamentales: la verdad sobre Jesucristo, sobre la Iglesia y sobre el hombre; es decir, se hizo una reflexión sobre
cristología, eclesiología y antropología, por eso se comprende la gran acentuación que se puso sobre la realidad socio cultural del continente, ya que en ese momento se vivían fuertes ideologías socio políticas a las que salían al frente las llamadas “teologías de la liberación”, por lo que los Obispos dijeron entre otras verdades: “El mejor servicio al hermano es la evangelización que lo dispone a realizarse como Hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente” (n. 1145).

Fue en Santo Domingo (12 al 28 de Octubre de 1992, bajo el pontificado de Juan Pablo II nuevamente) que con motivo del V centenario del inicio de la Evangelización en América se realiza la IV conferencia de los Obispos Latinoamericanos, bajo el lema: “Nueva evangelización, Promoción humana, Cultura cristiana”. El documento final se caracteriza por indicar Desafíos pastorales y proponer Líneas pastorales.

Así pues llegamos , la V Conferencia celebrada en Aparecida ( del 13 al 31 de Mayo de 2007, bajo Benedicto XVI y con el lema: “Discípulos y Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida (Jn 16,4)”.

Queremos acercarnos al Documento de la siguiente manera:

Agentes de la Misión

Son los Obispos de América Latina quienes han convocado a la Misión Continental y son los primeros agentes de la misma, y los sacerdotes “deben recibir, de manera preferencial, la atención y el cuidado paterno de sus obispos, pues son los primeros agentes de una auténtica renovación de la vida cristiana en el pueblo de Dios” (Discurso inaugural de Benedicto XVI, n. 5f).

Los Obispos no actúan solos ni manera unilateral, sino que “en la Conferencia Episcopal, los Obispos encuentran su espacio de discernimiento solidario de los grandes problemas de la sociedad y de la Iglesia, y el estímulo para brindar las orientaciones pastorales que animen a los miembros del Pueblo de Dios a asumir con fidelidad y decisión su vocación de ser discípulos misioneros” (DA 183).

Los sacerdotes movidos por la caridad pastoral deben “cuidar del rebaño a ellos confiado y buscar a los más alejados predicando la Palabra de Dios” (DA 199).

Por su parte, “los laicos católicos deben ser conscientes de su responsabilidad en la vida pública; deben estar presentes en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias […] Los movimientos eclesiales tienen aquí un amplio campo para recordar a los laicos su responsabilidad y su misión de llevar la luz de evangelio a la vida pública, cultural, económica y política” (Discurso inaugural de Benedicto XVI, n. 4 k,m).

En un ambiente secularizado y relativista, los miembros de la vida consagrada están llamados a ser misioneros en primer lugar con su testimonio de vida que evidencie al Absoluto: la obediencia debe manifestarse como testimonio absoluto del Dios de la vida en medio de una realidad que relativiza su valor, ser obediente es ir por todas partes gritando y defendiendo el valor de la vida, y si es preciso, ofrecer la propia antes de lastimar la ajena; tenemos la alegría de tantos mártires como testimonio de amor por la vida. La pobreza evangélica es signo de libertad frente al mercado y a las riquezas que valoran a las personas por el tener, ser pobre es estar con los demás, ser todo para Dios y los hermanos; recordemos el lema de Juan Pablo II: Totus tuus, Todo tuyo. En un mundo erotizado y que banaliza las relaciones, los consagrados testimonian una entrega amorosa radical y libre a Dios y a la humanidad; la vida consagrada es fecunda porque es casta.

 

Destinatarios de la Misión

Los destinatarios de la misión somos todas las personas, los católicos, por eso la misión ad intra de la iglesia, los bautizados de otras comunidades cristianas, por eso el ecumenismo; las personas de otras religiones, por eso la misión ad gentes

Quisiera citar aquí un testimonio de una misionera sui generis, como signo de radicalidad, creatividad, valor, generosidad; como ejemplo de la misión católica que Aparecida espera, si bien es cierto que esta mujer no vivió en América Latina, sí vivió en el corazón de la Iglesia.

El 6 de octubre de 2003, en Borama, una pequeña ciudad de Somalilandia (ex Somalia Británica y que ahora constituye la parte noroeste de Somalia), fue asesinada, con un tiro de fusil en la cabeza, Annalena Tonelli. Murió desangrada en el hospital que ella misma había fundado hacia siete años. Tenía 60 años de edad y desde hacía 33 se encontraba en África. Quién era y qué cosa hacía en Somalia lo dice ella misma en un testimonio dado en diciembre de 2001 en un Encuentro realizado en el Vaticano:

«Dejé Italia en enero de 1969. Desde entonces vivo al servicio de los Somalíes. Son treinta años de compartir. Elegí ser para los otros —los pobres, los sufrientes, los abandonados, los no amados— era niña y así he sido y confío continuar siéndolo hasta el final de mi vida. Quería seguir a Jesús, pobre con los pobres de los cuales está llena cada una de mis jornadas.

«Vivo para servir, sin la seguridad de una orden religiosa, sin pertenecer a ninguna organización, sin ningún estipendio, sin depósitos de donativos para cuando sea vieja. Dejé Italia después de seis años de servicio a los pobres de uno de los barrios miserables de mi ciudad natal (Forlì). Creí que no podría donarme completamente a los pobres permaneciendo en mi País (…) los
confines de mis acciones me parecían tan estrechos, tan limitados. Treinta y tres años después, grito el Evangelio con mi sola vida y ardo del deseo de continuar a gritarlo así, hasta el final. Esta es mi pasión de fondo, junto a una pasión invencible por el hombre herido y rebajado sin haberlo merecido, más allá de la raza, de la cultura, de la fe.

«Intento vivir con extremo respeto por “aquellos” que el Señor me ha dado. He asumido hasta donde es posible su estilo de vida. Vivo una vida muy sobria en cuanto a la habitación, al alimento, a los medios de transporte, al vestido. He renunciado espontáneamente a las costumbres occidentales. He buscado el diálogo con todos.

«Vivo en un mundo rígidamente musulmán. He vivido los últimos cinco años en Borama, en el extremo noroeste del País, sobre los confines de Etiopía y Yibuti. Allá no existe ningún cristiano con quien yo pueda compartir. Dos veces al año, cerca de Navidad y de Pascua, el Obispo de Yibuti viene a decir la misa para mí y conmigo. Hoy muchos de los somalíes que tenían reservas contra mí, me han aceptado y se han hecho mis amigos. Hoy saben que estaba pronta a dar la vida por ellos, que he arriesgado la vida por ellos.

«Mi primer amor fueron los enfermos de tuberculosis, la gente más abandonada, más rechazada en aquel mundo. Estaba en Wajir, en el corazón del desierto del noreste de Kenya, cuando conocí los primeros enfermos y me enamoré de ellos, y fue un amor de por vida. No sabía nada de medicina. Empecé a llevarles agua de la lluvia que recogía de los techos de la bella casa que el Gobierno me había dado como maestra. Ellos me hacían señas de órdenes aparentemente turbados por la torpeza de aquella joven mujer blanca.
Todo estaba en mi contra.

«Era joven y por lo tanto no digna de ser escuchada ni respetada. Era blanca y por lo tanto despreciada por aquella raza que se consideraba superior a todos. Era cristiana y por tanto despreciada, rechazada, temida. Estaban convencidos que yo había ido a Wajir, para hacer prosélitos. Y además, no estaba casada, algo absurdo en aquel mundo, en el cual, el celibato no existe y no es un valor para ninguno, al contrario, es un anti valor. 

«Treinta años después, por el hecho de que no soy casada, soy aún vista con compasión y con desprecio en todo el mundo somalí que no me conoce bien. Solo quien me conoce bien dice que yo soy somalí como ellos y soy madre auténtica de todos aquellos que yo he salvado, curado, ayudado, haciendo pasar bajo silencio la realidad que yo no soy madre natural y nunca lo seré.

«Es una vida que combato y me consume, como decía Gandhi, mi gran maestro junto con Vinoba, después de Jesucristo. Mi vida ha conocido tantos peligros, he estado a punto de morir tantas veces. He estado por años en medio de la Guerra. He experimentado en la carne de los míos, de aquellos que amaba, la maldad del hombre, su crueldad, su iniquidad. Y salido con una convicción inquebrantable que aquello que cuenta es sólo amar.

«Pero el don más extraordinario, el don por el cual yo agradeceré a Dios y a ellos eternamente, es el don de mis nómadas del desierto. Musulmanes, ellos me han enseñado la fe, el abandono incondicional, la entrega a Dios, una entrega que no tiene nada de fatalismo, una entrega sólida y confiada en Dios, una entrega que es confianza y amor».

Creo que este testimonio debe despertar en nosotros la alegría de poder misionar en un ambiente cristiano en gran medida todavía pero con grandes desafíos: los pobres aumentan cada día más; la cuestión de la migración e inmigración es un desafío cada día mayor; el tema de la violencia consume nuestra patria; la corrupción avanza y es madre de muchos males; el tema de la salud es urgente; la tecnología propone cada día situaciones nuevas; la drogadicción crece; el sistema penitencial enfrenta graves problemas que aparecen frecuentemente en los medios de comunicación social; aumentan los jóvenes sin estudiar no trabajar; urge una pastoral urbana; etc., todos estos ambientes y personas son destinatarios de la misión (cfr. DA n. 65).

 

Contenidos de la Misión

El contenido de la Misión es Jesucristo mismo, el objetivo es que cada persona tenga un encuentro vivo con Él y por lo mismo toda persona descubra “su vocación a la libertad de los hijos de Dios, a la plena realización de su dignidad personal y a la fraternidad entre todos” (DA n. 32).

 

Espiritualidad de la Misión. 240 ss

Tiene que haber una actitud misionera parecida a la “globalización”, en la Iglesia le llamamos “koinonía”, “communio”, “comunión”, es decir globalizar los bienes de la Iglesia: los humanos y los materiales, por eso se han de formar todos los cristianos en una actitud de fraternidad, también compartiendo bienes como lo son los centros de formación: “esto requiere que [las parroquias] se organicen en variadas instancias formativas que aseguren el acompañamiento y la maduración de todos los agentes pastorales y de los laicos insertos en el mundo. Las parroquias vecinas también pueden aunar esfuerzos en este sentido, sin desaprovechar las ofertas formativas de la diócesis y de la Conferencia Episcopal” (DA 306).

Toda la Segunda parte del Documento nos habla de la espiritualidad que debe animar al misionero: la alegría de ser Discípulo misionero, la conciencia de ser llamados a la santidad, vivir en comunión y la necesidad de una formación constante.

 

Métodos de la Misión:

En este punto quisiera comentar brevemente un método que se ha empezado a utilizar desde hace ya algunos años en nuestra diócesis: el visiteo casa por casa, cosa que nos parece a muchos todavía como algo más bien nacido en el ámbito protestante. Algunas parroquias lo han practicado ya desde hace varios años y se ha intensificado más a partir de la petición expresa y ejemplo de nuestro Sr. Obispo Don Faustino. No es lo único novedoso, existen también otras formas de anunciar el kerigma que han surgido al interior de movimientos y apostolados. Otra novedad es la creación de nuevas formas de Seminarios ligados a grupos apostólicos como lo sería el Camino Neocatecumenal.

La Facultad de Misionología de la Pontifica Universidad Gregoriana de Roma, ha inaugurado un programa de estudios que a partir de octubre de 2012 ofrecerá a sus estudiantes dos nuevas disciplinas. Estas son: “Missio ad gentes”, destinada a quienes se ocuparán de poblaciones que nunca recibieron el evangelio y “Nueva evangelización”, para los estudiantes que realizarán servicio de comunidad en las iglesias que están en territorios secularizados o descristianizados, y en sociedades de matriz cristiana que tienen un fuerte carácter pluralista.

Otra novedad en esta línea es la creación de un nuevo Dicasterio en la Curia Romana, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. El martes 12 de octubre de 2010 la Santa Sede publicó la Carta apostólica de Benedicto XVI en forma de Motu propio titulada Ubicumque et Samper por medio de la cual fue creado dicho Dicasterio.

La finalidad del nuevo consejo pontificio, indicada en el artículo 1 del Motu proprio, incluye estimular “la reflexión sobre los temas de la nueva evangelización” e identificar y promover “las formas y los instrumentos adecuados para realizarla”.

El Motu proprio indica que la acción del nuevo Consejo “está al servicio de las Iglesias particulares, especialmente en esos territorios de tradición cristiana donde con mayor evidencia se manifiesta el fenómeno de la secularización”.

Entre las tareas específicas del dicasterio, el documento señala “profundizar en el significado teológico y pastoral de la nueva evangelización”. También, promover y favorecer el Magisterio pontificio relativo a las temáticas relacionadas con la nueva evangelización, dar a conocer iniciativas ligadas a las que ya se realizan y promover su realización.

El 25 de este mes, se presentó el Motu proprio Fides per doctrinam de Benedicto XVI, fechado el 16 de enero de este mismo mes, con el cual el Romano Pontífice modifica la Constitución Apostólica Pastor bonus y transfiere la competencia sobre la catequesis,
de la Congregación para el Clero, al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización; del mismo modo transfiere también el “Consejo Internacional para la catequesis”.

En este contexto Señor Obispo, queremos sentir con la Iglesia y, desde nuestras limitadas capacidades presentamos a su Excelencia nuestros modestos programas de Pastoral para este año, conscientes de que “las técnicas de evangelización son buenas,
pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu […] que […] es el agente principal de la evangelización: El es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de salvación” (EN 75).

 

Pbro. Filiberto Cruz Reyes, Decano
29 de enero de 2013
Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Asamblea Decanal de Pastoral