Editorial: El Sínodo de los Obispos sobre la Familia

Sínodo significa “caminar juntos” o “camino común” de la iglesia y con la Iglesia. Hoy da inicio el Sínodo de los Obispos con el tema “Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización” y es un verdadero ejercicio de catolicidad: acuden personas de prácticamente todo el mundo representando a sus respectivas comunidades (diversidad de realidades) en la unidad de fe (el mismo credo).
Lo preside el Papa Francisco, el Secretario General es un Cardenal italiano, los Presidentes Delegados son 3 (un francés, un filipino y un brasileño), el Relator General es un húngaro, el Secretario Especial es italiano; acuden de las iglesias orientales católicas representantes de sus respectivos sínodos (13), asisten los presidentes de las Conferencias Episcopales de los 5 Continentes, también representantes de la unión de Superiores Generales de las Congregaciones Religiosas, los Jefes de las Dicasterios de la Curia Romana, los Miembros del Consejo Ordinario, los Miembros por nombramiento Pontificio, el Sub Secretario del Sínodo.

En un segundo grupo de participantes acuden los colaboradores del Secretario Especial, entre ellos un queretano de adopción: el Dr. Rodrigo Guerra López, Director del Centro de Investigación Social Avanzada; están también los Auditores (varones y mujeres) y un grupo de “Delegados Fraternos” que no son católicos: ortodoxos, anglicanos, luteranos, iglesias reformadas, bautistas. Una verdadera fiesta de la diversidad de quienes creen en Jesucristo.

El mero hecho de la diversidad de lenguas supone un primer desafío a la apertura al otro. Cuando el Papa Francisco pidió al Cardenal Walter Kasper (alemán) hacer una reflexión para iniciar el Consistorio e 21 de febrero de este año sobre el tema del matrimonio, al terminar le dijo el Pontífice: que había encontrado en esa reflexión “un pensamiento sereno en la teología […] esto es hacer teología de rodillas”. Esa ponencia causó revuelo en el mundo, se vertieron las más diversas opiniones de propios y extraños. El tema de fondo es cómo dar continuidad a la doctrina del evangelio en un mundo con una cultura que se ha apartado en gran medida de los valores y virtudes cristianas.

Con esas sencillas y breves palabras el Papa evocó un sinnúmero de teólogos y filósofos que van de Hans Urs Von Balthasar a Benedicto XVI y de Aristóteles a Wittgenstein, del Maestro Eckhart a Heidegger y Paul Ricoeur: ¿cómo hacer una hermenéutica, una comprensión de la realidad y llegar a la verdad misma de las cosas, de las personas? Ya Aristóteles decía (Ética Nicomaquéa) que en cuestiones de filosofía práctica, esto es, de ética y política, se hacía necesario el “recto apetito” para un conocimiento prudente de la verdad práctica.

En ámbito teológico el problema estriba por parte de algunos en sentir que pueden ser infieles a la tradición ya bimilenaria de la Iglesia. Cuando el Papa habla de un “pensamiento sereno” se refiere a que éste no esté influenciado por las pasiones, como la soberbia o el miedo, éste por ejemplo puede desviar el conocimiento de la verdad, desfigurándola. Por ejemplo, a causa de intereses egoístas o de grupo, de la voluntad de poder que desea imponer ideas o imponerse, del temor a una novedad inesperada o de un futuro desconocido; cosas todas estas que son un desafío y pueden mover nuestras (aparentes) seguridades.

El pensamiento del Papa al convocar y coordinar a tanta gente tan diversa es que no es suficiente que un texto sea perfectamente ortodoxo pues puede no transmitir de hecho la verdad del Evangelio: por ejemplo, si no expresa la verdad en la caridad, sino, al contrario, instrumentaliza la verdad contra la caridad, para condenar orgullosamente no una doctrina falsa, sino a otra persona.

Publicado en el periódico «Diócesis de Querétaro» del 5 de octubre de 2014