¡Dejémonos perdonar por Dios!

XXIV DOMINGO ORDINARIO
Mt. 18, 21-35

¿Qué significa esta parábola? ¿Cuál es su mensaje? El contraste entre la actitud misericordiosa del rey y la dureza del siervo perdonado es el centro de la parábola. Llama también la atención la diferencia entre la deuda que el rey perdona a su siervo y la que éste exige a su compañero. ¿Cómo es posible que alguien a quien le han perdonado una deuda inmensa no sea capaz de perdonar una deuda insignificante? Todos los demás detalles contribuyen a reforzar el contraste entre las dos actitudes y la suerte que aguarda a quienes no perdonan de corazón a su hermano. En los oídos de quienes escuchaban la parábola quedaría resonando la pregunta del rey, que resume la enseñanza de la parábola: “¿No era tu deber tener también compasión de tu compañero como la tuve yo de ti?

Este es su mensaje central: Dios nos ha perdonado mucho. Muchísimo (haz un examen de conciencia general y lo constataras), a todos sin excepción, a cada uno, sin pedírselo nosotros, sin condiciones; en consecuencia, nosotros debemos perdonar a nuestros hermanos, sin límites, sin condiciones, siempre, puesto que sus deudas hacia nosotros son mucho menores. El perdón a los hermanos no es la condición para que Dios nos perdone, sino la consecuencia del perdón de Dios a nosotros, que ha sido previo, institucional e ilimitado. Después de esto, si nosotros no perdonamos, es cierto que el perdón previo de Dios no nos vale, porque nuestra falta de compasión significa que no hemos aceptado ese perdón suyo, ni nos hemos transformado, no hemos adquirido entrañas de misericordia como él.

Quien no se ha sentido comprendido por Dios, no sabe comprender a los demás. Quien no ha gustado su perdón entrañable corre el riesgo de vivir sin entrañas, como el siervo de la parábola, endureciendo cada vez más sus exigencias y negando a todos la ternura, el perdón.

Quien cree que el perdón y la mutua comprensión es algo inútil, propio de personas débiles y resignadas, estrangula, o solo la convivencia, sino también el Evangelio. Solo el que tiene la experiencia de sentirse perdonado por Dios y por los hermanos sabe la importancia del perdón para la convivencia, el crecimiento humano y el gozo de la Buena Noticia. ¡Ánimo! Dejemos amar, perdonar por Dios.

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro