Consagración de las Familias. Entronización de los Sagrados Corazones en cada hogar

La familia es el núcleo de la sociedad, es lo que hace que lo sea realmente. En nuestro país tenemos en gran estima la vivencia del hogar. El Papa Juan Pablo II decía que el futuro de la humanidad siempre pasará por la familia. Es ahí donde se aprenden las primeras verdades del cristianismo, es ahí donde se gestan las vocaciones al servicio en un estilo de vida, es ahí donde el ser humano recibe todo lo que va a necesitar para la vida o es ahí donde al ser humano no le dieron lo necesario para la vida.

Es por ello que en esta ocasión especial, consagraremos nuestra familia y a la vez entronizaremos la imagen de los sagrados corazones de Jesús y de María en un lugar especial de nuestra casa.

 

Anotaciones importantes

Sin darse cuenta nuestros hogares copian modelos familiares inspirados en la televisión, en el cine, en las novelas, en los ejemplos que hemos conocido entre familiares, amigos y conocidos. Estos modelos, con muchísima frecuencia, son dañinos, porque conducen a la desorganización de la vida familiar, a grandes frustraciones, a rupturas de la convivencia. ¿No valdrá la pena copiar conscientemente el modelo de la familia de Nazaret? Este fue el hogar que Dios Padre preparó para su propio Hijo.

Imitar las virtudes del hogar de Nazaret en el contexto de hoy no significa recrear las condiciones de vida de los tiempos de Jesús. Significa vivir hoy esos valores de relación que nunca se vuelven anticuados porque no envejecen. Son valores que son tan necesarios hoy como en todos los tiempos.

Consagrar el hogar a los sagrados corazones de Jesús y María significa una decisión seria y consciente, por la cual acogen a la Sagrada Familia de Nazaret, como ejemplo para ir moldeando la vida diaria de acuerdo con las virtudes que son necesarias para ser una familia verdaderamente cristiana. Es no sólo invocar su presencia en la vida del hogar sino también hacer que esta presencia sea posible por el estilo de vida que se empeñan en promover sus miembros.

Hay ciertas fechas que son muy propicias para esta consagración, la fiesta de la Sagrada Familia y la Novena de Navidad. Pero también hay otras, el aniversario del matrimonio de los padres. Mas no se trata de restringirse a estas fechas. Puede ser que el día más propicio sea aquél en el cual la familia está especialmente motivada.

Se recomienda que la familia que quiere hacer su consagración se prepare espiritualmente mediante los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía y busquen un día adecuado para que puedan destinar un tiempo de paz y recogimiento a la consagración.

 

Preparación para la Entronización y Consagración

  • Se tendrá preparado previamente la imagen de los sagrados corazones de Jesús y de María.
  • Se tendrá preparada la Sagrada Escritura para su lectura.
  • La entronización le corresponde hacerla al padre de familia, como jefe de ella.
  • Donde sea posible, invítese al sacerdote a que les acompañe en la consagración y entronización.

 

Texto Bíblico Col 3: 12-17

“Dios los ama a Uds. y los ha escogido para que pertenezcan a su pueblo. Vivan pues revestidos de verdadera compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Tengan paciencia unos con otros, y perdónense si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Sobre todo revístanse de amor, que es el perfecto lazo de unión. Y que la paz de Cristo dirija sus corazones, porque con este propósito los llamó Dios a formar un solo cuerpo. Y sean agradecidos.

Que el mensaje de Cristo esté siempre en sus corazones. Instrúyanse y anímense unos a otros con toda sabiduría. Y todo lo que hagan o digan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre, por medio de Él”.

 

Texto de Juan Pablo II

La familia – camino de la Iglesia “Entre los numerosos caminos, la familia es el primero y el más importante. Es un camino común, aunque particular, único e irrepetible, como irrepetible es todo hombre; un camino del cual no puede alejarse el ser humano. En efecto, él viene al mundo en el seno de una familia, por lo cual puede decirse que le debe a ella el hecho mismo de existir como hombre. Cuando falta la familia se crea en la persona que viene al mundo una carencia preocupante y dolorosa que pesará posteriormente durante toda la vida. La Iglesia, con afectuosa solicitud, está junto a quienes viven semejantes situaciones, porque conoce bien el papel fundamental que la familia está llamada a desempeñar. Sabe, además, que normalmente el hombre sale de la familia para realizar, a su vez, la propia vocación de vida en un nuevo núcleo familiar. Incluso cuando decide permanecer solo, la familia continúa siendo, por así decirlo, su horizonte existencial como comunidad fundamental sobre la que se apoya toda la gama de sus relaciones sociales, desde las más inmediatas y cercanas hasta las más lejanas.”

 

Consagración de las Familias

Santísimos Corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto, mírennos con misericordia y cariño. Consagramos nuestros corazones, nuestras vidas y nuestras familias a Ustedes bajo la poderosa intercesión de San José. Conocemos que el ejemplo bello de Su hogar en Nazaret fue un modelo para cada una de nuestras familias. Esperamos obtener, con Su ayuda, la unión y el amor fuerte y perdurable que nos dieron. Que nuestro hogar esté lleno de gozo. Que el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia, el respeto mutuo y el perdón de corazón, sean dados libremente a todos. Que nuestras oraciones incluyan las necesidades de los otros, no solamente las nuestras. Y que siempre estemos cerca de los sacramentos. Bendigan a todos los presentes y también a los ausentes, tanto los difuntos como los vivientes; que la paz esté con nosotros, y cuando seamos probados, concédannos la resignación cristiana a la Voluntad de Dios. Mantengan a nuestras familias cerca de Sus Corazones. Que Su protección especial esté siempre con nosotros. Sagrados Corazones de Jesús y María, escuchen nuestra oración. Amén.

 

Consagración al Corazón Casto de San José 

Guardián de los Vírgenes y Santo Padre San José, a cuyo fiel cuidado fueron encomendados Cristo Jesús, la inocencia misma y María, Virgen de las vírgenes, me consagro a tu honor y me entrego enteramente a ti, para que seas siempre mi padre, protector, amigo y mi guía en el camino de la salvación.

Suplico que, siendo preservado(a) de toda impureza, pueda con una mente limpia, un corazón puro y un cuerpo casto, servir siempre más verdaderamente a Jesús y María todos los días de mi vida. Siguiendo tu ejemplo, que pueda yo también realizar todas mis acciones para la mayor gloria del Padre, en unión con el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Para que pueda participar de la paz y alegría de tu santa vida y buena muerte. Amén.