Confirmaciones del Instituto Cumbres Alpes

cumbres

El 20 de abril de 2013 en la santa Iglesia Catedral de Querétaro, niños y niñas de los institutos Cumbres y Alpes de esta ciudad Episcopal después de concluir la preparación conveniente con sus padres y padrinos, recibieron el regalo de la Confirmación unos y otros la Comunión, en la Sagrada Eucaristía presidida por Monseñor Javier Martínez Osornio, Vicario General de la Diócesis para los religiosos, en representación del señor obispo Don Faustino Armendáriz Jiménez.

Mons. Martínez agradeció el trabajo de los padres Legionarios de Cristo, de las catequistas que atendieron la preparación y tantos detalles de la celebración, y animó a los padres y padrinos a no dejar solos a estos niños en esta obra buena que han iniciado, como cristianos plenos después de haber recibido los sacramentos de iniciación cristiana, mismos que fueron explicados en la homilía del Vicario General. Destacando que la Confirmación no es el culmen, ni el fin, sino el inicio de un camino que dura toda la vida e invitó a dar testimonio con buenas obras siempre.

Al final de la Santa Misa la asamblea recitó con piedad la Consagración a la Santísima Virgen María, en ella se unieron a la oración del Magnificat agradeciendo a Dios todo lo que se tiene y todo lo que se es, pidieron su bendición e intercesión por todos los que recibieron estos Sacramentos y sobre todo la gracia de imitarle en la santificación y apostolado.

La Confirmación —según del Catecismo de la Iglesia Católica—, confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:

  • nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir «Abbá, Padre» (Rm 8,15).;
  • nos une más firmemente a Cristo;
  • aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo;
  • hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia (cf LG 11);
  • nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz.