COMUNICADO Nº 10/2018. 11 de diciembre del año del Señor 2018.

                                                                                                                                            Comunicado Nº 10/2018 

11 de diciembre del año del Señor 2018.

                                                                                                                                                                        

                                                                       

«En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.

Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.»

(Sal 76, 3-4)

 

Las palabras de este profundo salmo que la Iglesia proclama en el rezo de laudes, nos recuerdan que el inicio de la jornada no siempre es luminoso; nuestra vida, muchas veces experimenta jornadas densas de lágrimas y miedo. Por eso, ya en la aurora, la oración se convierte en lamento, súplica, e invocación de ayuda.

Tal es el caso de este día, cuando se me comunicaba la terrible noticia de que una porción del pueblo cristiano, a muy temprana hora se disponía con fe sincera, a celebrar las fiestas anuales en honor de Nuestra Señora de Guadalupe, en la cabecera Parroquial de San José Fuentezuelas, Tequisquiapan, Qro., en medio de esta celebración desgraciadamente se originó una explosión que arrebato la vida de al menos cuatro de nuestros hermanos, y dejando numerosos heridos, varios de ellos en extrema gravedad.

Con hondos sentimientos de pesar elevo mis humildes oraciones al Verdaderísimo Dios por quien se vive, el creador de las personas, el Dueño de la cercanía y de la inmediación, al Dios que nos vino a mostrar a la perfecta siempre Virgen María de Guadalupe, para que escuche el dolor y desconcierto de nuestro pueblo por estos sucesos que han dejado trágicas consecuencias.

Quiero pedirle a toda la Iglesia que peregrina en esta Diócesis que nos unamos en oración y como un signo de comunión con nuestros hermanos en desgracia, que la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe sea celebrada con serenidad y austeridad, les ruego que durante todas las celebraciones Eucarísticas y demás actos de piedad, se eleven súplicas y cantos al Dios Altísimo para que nos colme de su Santo Espíritu y pronto tengamos paz y consuelo.

Sé que estas fuertes impresiones nos atenazan el corazón, y surgen interrogantes tan amargas que ponen en crisis la fe, como lo expresa el salmo 76: «¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y ya no volverá a favorecernos? ¿Se ha agotado ya su misericordia, se ha terminado para siempre su promesa? ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?». Pero sabemos que Dios camina con nosotros como lo hizo en otro tiempo: «Cuando guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón».

Que Nuestra Madre Santísima nos ayude a experimentar la cercanía de su Hijo en estos momentos difíciles. Hoy más que nunca supliquémosle a Nuestra Madre que cumpla la palabra que ha empeñado en el Tepeyac: «Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre, ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?… » que ella nos enseñe a interpretar con ojos de fe y esperanza estos trágicos y dolorosos acontecimientos, para que no se turbe nuestro corazón.

Fraternalmente en Cristo y María.

 

 + Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro

Pbro. Dr. Jorge Hernández Nieto

                    Canciller