CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA CON MOTIVO DEL CXXV ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA ESCUELA DE MÚSICA SACRA Y CONSERVATORIO “JOSÉ GUADALUPE VELÁZQUEZ”

Santa Iglesia Catedral, Ciudad episcopal de Santiago de Querétaro., Qro.,

 17 de febrero de 2017.

La tarde del día 17 de Febrero de 2017, en la Santa Iglesia Catedral, se llevó a cabo la Solemne celebración de Acción de Gracias,  con motivo de  los 125 años de la fundación de la Escuela de Música Sacra de la Diócesis de Querétaro y 75 años del Conservatorio “J. Guadalupe Velázquez” (18 de febrero 1892-2017); la celebración Eucarística estuvo presidida por Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Nuestra Diócesis de Querétaro y concelebrada por el Sr. Obispo Emérito de   Cuernavaca, Mons. Florencio Olvera Ochoa, el Vicario General Mons. Javier Martínez Osornio,  por el Rector de la Santa Iglesia Catedral,  M. I. Sr. Cango. Lic. J. Guadalupe Martínez Osornio y por el  Pbro. Benjamín Vega Robles encargado de la Dimensión de Música Litúrgica; Así mismo, participaron de la Santa Misa, un buen número de Pbros. de nuestra Diócesis;  Maestros, familiares  y amigos de los  alumnos de la  Escuela de Música Sacra de la Diócesis de Querétaro y del Conservatorio “J. Guadalupe Velázquez”,

El Servicio musical  estuvo a cargo del CORO Y ORQUESTA DEL CONSERVATORIO; La Música  fue de la Misa Teresiana de Franz Joseph Haydn (para solistas, coro y orquesta): Jazmine Meneses, soprano. Anaid Suárez, contralto. Andrés Tapia, tenor. Jesús Daniel Rivera, bajo.

Cantos y motetes de: José Guadalupe Velázquez, Agustín González, Cirilo Conejo, Julián Zúñiga, Eduardo Loarca y Benjamín Vega. En su homilía, Mons. Faustino, expresó:

“Estimado señor obispo, queridos sacerdotes, queridos alumnos y profesores de la Escuela de Música Sacra y Conservatorio “José Guadalupe Velázquez”, queridos familiares y amigos, hermanos y hermanas todos en el Señor:

 Con alegría y con profunda gratitud, esta tarde nos reunimos para celebrar el misterio central de nuestra fe en la Eucaristía, agradeciendo a Dios todos los beneficios que su mano generosa nos ha prodigado a lo largo de estos 125 años, mediante la tarea cultural y evangelizadora de la Escuela Diocesana de Música Sacra y Conservatorio “José Guadalupe Velázquez”, la cual por inspiración de mi Ilustre antecesor el Excmo. Sr. Obispo Don Rafael Sabas Camacho, fue fundada con la intención de ser una institución al servicio de la formación de músicos  y cantores que lograran dar seriedad a la música en la liturgia, en la vida de la Iglesia diocesana.  Misión que asumió con ahínco y con entereza  el Rev. Padre José Guadalupe Velázquez, quien con ayuda del Mtro. Don Agustín González, supieron poner los cimientos, darle forma e identidad, hasta lograr situar a la escuela entre las instituciones de música sacra más prestigiadas de la nación mexicana. Posteriormente el Rev. P. Cirilo Conejo Roldán, también gran músico y compositor,  toma la batuta de la institución y hace de ella un vergel musical para Querétaro, México y el mundo, ofreciendo disciplina, planes de estudios, horarios y sobretodo, prácticas de piedad a quienes deseasen enfilare en esta ya reconocidísima Institución. Con él, nace en 1942 el Conservatorio “José Guadalupe Velázquez”, con la intención, como su nombre lo dice, de conservar específicamente la cultura musical. Al padre Conejo  lo sucedió el Rev. P. Raimundo Ledesma Sánchez, sacerdote entusiasta y emprendedor, quien cuidó celosamente por una formación genuina de la música litúrgica, y por el bienestar físico de la misma escuela. A él, se debe el hecho de que actualmente la escuela se ubique actualmente  en el antiguo edificio del Seminario Conciliar de Querétaro. Posteriormente el Prof. Eduardo Loarca Castillo, asume la dirección de la Institución, que pasaba por momentos difíciles; sin embargo, su carisma y su entereza le permitieron sacar adelante la obra diocesana. Actualmente, como todos sabemos, la dirección está a cargo del Rev. P. Benjamín Vega Robles, a quien saludo con afecto y respeto en el Señor y a quien  agradezco todo su interés y su celo pastoral  durante todo este tiempo, por velar en que la Institución continúe caminando y respondiendo a su misión, especialmente impulsando con ayuda del Mtro. Erik F. Escandón el Coro infantil y la Orquesta de Cámara Juvenil. Con el padre Benjamín y el claustro de profesores y administrativos, hemos iniciado un proceso de reforma institucional, académica y financiera con la intención de recuperar el espíritu y la esencia con los cuales fue fundada nuestra Escuela Diocesana de Música Sacra y Conservatorio. Anhelamos, que poco a poco, se puedan ir asimilando los lineamientos y las directrices que hemos ido señalando.

 Es importante reconocer que detrás de todos estos hombres ilustres, ha habido y sigue habiendo, un innumerable grupo de maestros y personas que con su amor y su generosidad, han favorecido el caminar histórico de nuestra Institución. Muchos aquí presentes y otros con la gracia de dios, descansan en paz, no han escatimado en darse sin reserva, todos los días. Gracias, muchas gracias. 

 La oportunidad de celebrar esta feliz efeméride, representa para todos nosotros un desafío, pues las circunstancias coyunturales, históricas y culturales que la Iglesia y la sociedad viven, exigen de todas las instituciones centenarias, la capacidad de renovarse, anclando sus horizontes en la razón y el motivo con el que han sido fundadas, pero sobre todo, es fundamental la disposición para adaptarse a las nuevas exigencias de la época contemporánea. Por el contrario, perderán el frescor y la hermosura con el cual fueron fundadas. Estoy seguro de que la Escuela de Música Sacra  y Conservatorio, en sintonía con los lineamientos del Plan Diocesano de Pastoral, dará su contribución con vistas a una actualización, adecuada a nuestros tiempos, de las valiosas tradiciones que atesora la música sacra. Por tanto, a ustedes, queridos profesores y alumnos de este Escuela y Conservatorio, les encomiendo esta tarea exigente y a la vez apasionada, con la certeza de que constituye un valor de gran importancia para la vida misma de la Iglesia.

 La Escuela Diocesana de Música Sacra y Conservatorio “José Guadalupe Velázquez”, es un es una universidad católica  “Ex Corde Ecclesiae”, es decir, que ésta tiene su origen en el corazón de la Iglesia y por lo tanto  se inserta en el curso de la tradición que remonta al origen mismo de la Universidad como institución, y se ha revelado siempre como un centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad. Esto significa que —como nos ha enseñado el Papa San Juan Pablo II— “Ella debe compartir con todas las demás Universidades aquel gaudium de veritate, esto es, el gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla en todos los campos del conocimiento. Su tarea privilegiada debe ser la de «unificar existencialmente en el trabajo intelectual dos órdenes de realidades que muy a menudo se tiende a oponer como si fuesen antitéticas: la búsqueda de la verdad y la certeza de conocer ya la fuente de la verdad» (cf. Juan Pablo II, Const. Apost. Ex Corde Ecclesiae, 1).

 Su tarea primordial, anclada en las orientaciones del concilio Vaticano II sobre la renovación de la música sacra y del canto litúrgico, está encaminada a la formación de profesionales de la música sagrada y la música litúrgica, capaces de asimilar en su vida y en su desempeño profesional, en particular en los coros, en las capillas musicales y en las scholae Cantorum, que “La tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne” (cf. Concilio ecuménico Vaticano II, Const.  sobre la sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium, 112). Para la Escuela de Música Sacra y Conservatorio es un desafío y una exigencia poner las bases para una sólida formación de profesionales en el ámbito cultural, espiritual, técnico,  artístico y  litúrgico de la música sagrada. De tal manera que ofrezca una reflexión profunda para definir los criterios de constitución y difusión de un repertorio de calidad, que permita a la expresión musical servir de manera adecuada a su fin último, que es “la gloria de Dios y la santificación de los fieles” (cf. Concilio ecuménico Vaticano II, Const.  sobre la sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium, 112).

  ¡Cuán rica es la tradición bíblica y patrística al subrayar la eficacia del canto y de la música sacra para mover los corazones y elevarlos hasta penetrar, por decirlo así, en la misma intimidad de la vida de Dios! Muy consciente de ello, San  Juan Pablo II afirmó que hoy, como siempre, tres características distinguen la música sacra litúrgica: la «santidad», el «arte verdadero» y la «universalidad», es decir, la posibilidad de proponerla a cualquier pueblo o tipo de asamblea (cf. Juan Pablo II,  Quirógrafo Impulsado por el vivo deseo, 22 de noviembre de 2003).

 Es necesario que hoy, de cara a la nueva evangelización —alumnos y profesores—, seamos conscientes que la música sagrada —con su gran tradición que le es propia, que es cultura nuestra, occidental— cuando se emplea con respeto y se adapta a la liturgia puede tener y de hecho tiene una misión relevante, para favorecer el redescubrimiento de Dios y un acercamiento renovado al mensaje cristiano y a los misterios de la fe. Pensemos por ejemplo en la experiencia de san Agustín, quien a cuya conversión contribuyó ciertamente y de modo relevante la escucha del canto de los salmos y los himnos en las liturgias presididas por san Ambrosio. La experiencia de los himnos ambrosianos fue tan fuerte que Agustín los llevó grabados en su memoria y los citó a menudo en sus obras; es más, escribió una obra propiamente sobre la música, el De Musica. Afirma que durante las liturgias cantadas no aprueba la búsqueda del mero placer sensible, pero que reconoce que la música y el canto bien interpretados pueden ayudar a acoger la Palabra de Dios y a experimentar una emoción saludable. Este testimonio de san Agustín nos ayuda a comprender que la constitución Sacrosanctum Concilium, conforme a la tradición de la Iglesia, enseña que «el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne» (n. 112). Está claro que no es por motivos puramente estéticos, en un sentido superficial, sino porque precisamente por su belleza contribuye a alimentar y expresar la fe y, por tanto, a la gloria de Dios y a la santificación de los fieles, que son el fin de la música sagrada (cf. ib.).

 Pensemos en cuántas personas han sido tocadas en lo profundo del corazón escuchando música sagrada; y mucho más quienes se han sentido atraídos nuevamente hacia Dios por la belleza de la música litúrgica. Y aquí, queridos alumnos y profesores, ustedes tienen un papel importante: esfuércense por mejorar la calidad del canto litúrgico, sin temor a recuperar y valorizar la gran tradición musical de la Iglesia, que en el gregoriano y en la polifonía tiene dos de las expresiones más elevadas, como afirma el mismo Vaticano II (cf. Sacrosanctum Concilium, 116). Y desearía poner de relieve que la participación activa de todo el pueblo de Dios en la liturgia no sólo consiste en hablar, sino también en escuchar, en acoger con los sentidos y con el espíritu la Palabra, y esto vale también para la música sagrada. Ustedes, que tienen el don del canto, pueden hacer cantar el corazón de muchas personas en las celebraciones litúrgicas.

 Queridos alumnos y profesores,  deseo que en Querétaro la música sacra y litúrgica se eleve cada vez más, para alabar dignamente al Señor y para mostrar cómo la Iglesia es el lugar donde la belleza es de casa.

 La palabra de Dios que hemos escuchado en este día (Cron 25, 1-6; Sal 150; Ap 19, 1.190; Lc 10, 1-24), nos ha dicho  que “la música es una realidad esencial en su relación del hombre con Dios”. Gustemos y amemos formar el corazón para que nuestra música y nuestro canto, sea un camino que sirva a muchos para que puedan encontrarse con Dios y así, tener la dicha de experimentar su belleza, su verdad y sobre todo su amor. Amén”.

Al término de la celebración  Mons., Faustino, realizo la aspersión de agua bendita sobre  las criptas donde descansan los restos de los Músicos Ilustres  queretanos.