Anunciar la Buena Nueva del Evangelio exige conocimiento de la realidad

En Puebla 1979 la Conferencia del Episcopado Latinoamericano y el Caribe, reconoció que en “la Iglesia se ha ido adquiriendo una conciencia cada vez más clara y más profunda de que la Evangelización es su misión fundamental y de que no es posible su cumplimiento sin un esfuerzo permanente de conocimiento de la realidad y de adaptación dinámica, atractiva y convincente del Mensaje a los hombres de hoy”. (Documento de Puebla N° 85).  Esta declaratoria de la necesidad del conocimiento de la realidad, tiene que seguir siendo un criterio y una práctica pastoral constante y permanente en la vocación  evangelizadora y misionera de la Iglesia, para que la Nueva Evangelización responda a los requerimientos de nuestra nueva sociedad, por consiguiente es necesario contar con un conocimiento claro y profundo de la realidad.

La realidad como concepto social hace referencia a todo lo que existe como una construcción humana, sin negar otras realidades como la natural, la sobrenatural o trascendente. Este fenómeno humano se ha vuelto cada vez más opaca y compleja, en la que no es suficiente el cúmulo de informaciones y de los distintos diagnósticos que terminan siendo parciales, reflejo de  distintos puntos de vista de la realidad. Por lo tanto, es un gran desafío encontrar el sentido unitario de la diversidad, aspecto positivo en la sociedad, pero es necesario un elemento articulador, como lo es la concepción de la dimensión de la dignidad humana, que en su  integralidad de ser y existir con los demás, posibilita la realización y la articulación humana;  y sobre todo, para nosotros es: “En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (Cf. 1Cor 1,30), la cultura puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y dimensión adecuada”. (Documento de Aparecida N° 41). Que ofrece y da  sentido unitario a la vida tanto personal como colectiva. “Solo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano”. (Documento de Aparecida N° 42).

Los cristianos como discípulos misioneros, estamos llamados a conocer la realidad y más allá de los diagnósticos de los analistas sociales, tenemos que discernir la realidad, es decir, los fenómenos sociales como “signos de los tiempos”. Expresión del Concilio Vaticano II que dice: “Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre todo la mutua relación entre ambas, de modo acomodado a cada generación”. (GS N° 4).

Nuestro enfoque ante la realidad, tiene que ser una visión pastoral de la realidad, que no es un conocer fácil ni mucho menos opuesto al conocimiento de la realidad de los científicos sociales, todo lo contrario, las ciencias sociales son un apoyo insustituible para el conocimiento pastoral, pero este último hace el análisis desde la óptica del Evangelio, es a partir de la fe, es decir, una visión que implica la asistencia del Espíritu Santo, no como una clarividencia especial o un iluminismo misterioso, sino con la moción de fe en los criterios del Evangelio o desde el Evangelio que son los que cuestionan y juzgan las diversas situaciones sociales, políticas, económicas y culturales.

La realidad social y los signos de los tiempos son dos conceptos fundamentales relacionados, pero con connotaciones específicas y es precisamente las realidades como fenómenos sociales los que hay que discernir, porque son acontecimientos que marcan una época en la historia y que provocan una toma de conciencia colectiva, pero sobre todo, son signos de los tiempos aquellos que hacen presente el Reino de Dios. Como podemos percibir, es todo un desafío el conocimiento de la realidad que no podemos pasar por alto en nuestra misión evangelizadora. Que Dios los bendiga.

Pbro. Gabino Tepetate Hernández
Publicado en el semanario «Diócesis de Querétaro» del domingo 25 de mayo de 2014.