15 Reflexiones para la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús y Doloroso e Inmaculado Corazón de María

 

  1. Las 15 cápsulas informativas se compartirán una diariamente a las comunidades parroquiales a partir de la segunda semana de agosto. Para los días domingo 12 y 19 se compartirán dos catequesis especiales (ver pág. 60 y 65).
  2. Se dará a conocer la Carta del Señor Obispo donde manifiesta su anuencia para la Catequesis previa a la Consagración de la Diócesis a los Sagrados Corazones de Jesús y de María (pág. 3).
  3. Las cápsulas, una por día, se pueden compartir antes de empezar cada una de las misas diarias en todos los templos, hasta culminar con la consagración además de alguna otra forma que el Sr. Párroco tuviera a bien definir a modo que la mayor parte posible de su feligresía las conozca.

Día 1

Estamos a punto de Consagrarnos o renovar la Consagración (según el caso). Valdría la pena hacer una pequeña reflexión ¿Cómo defines tu vida? ¿Cuál es tu visión de la vida? Es muy posible que bases tu vida en una imagen errónea. Para poder cumplir los propósitos que Dios tiene para ti y cada uno de nosotros, tendremos que cuestionar la sabiduría común y  sustituirla con enfoques bíblicos de la vida. La Escritura dice: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación (cambio) de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios”. Cambio significa cambiar el rumbo, corregir lo que no está bien, lo que es adecuado mejorar. Si lo hacemos en los asuntos del mundo, con más razón lo podemos hacer en nuestra vida espiritual.

¿Qué significa “cambiar el rumbo” hoy en día? En esto cada quien debe reflexionar y hacer lo que se necesite para lograr el cambio del que hablamos. Hay cinco propósitos que podemos lograr y así empezar a dar testimonio de ese cambio de rumbo:

  1. Cambiamos cuando le rendimos adoración a Dios, con nuestro amor, con nuestro agradecimiento, con nuestra alabanza y con una vida más santa.
  2. Cambiamos cuando amamos a nuestro prójimo y se lo demostramos a través de buenas obras.
  3. Cambiamos cuando nos asemejamos a Cristo.
  4. Cambiamos cuando hacemos del servicio una forma de vida y nuestros dones los ponemos al servicio de los demás convirtiéndonos en misioneros.
  5. Cambiamos cuando vivimos en congruencia con los valores del Evangelio.

 

Día 2

Pero, ¿qué es consagrarse? El corazón de la consagración es rendirse, entregarse. La palabra “rendición” es poco popular porque generalmente evoca imágenes desagradables. Es decir que se utiliza en un contexto negativo. Sin embargo la cultura actual de la competitividad nos enseña que nunca debemos darnos por vencidos o rendirnos. En todas partes escuchamos que debemos superar todas las dificultades. Pero en el contexto en el que en este momento nos encontramos, en su sentido más puro y más elevado, consagrarse es la respuesta natural al asombroso amor y misericordia de Dios. No nos entregamos a Él, por temor u obligación, sino por amor “porque Él nos amó primero”. Pablo en su carta a los Romanos 6:13 dice, “Entréguense a Dios, preséntenle todo su ser para propósitos justos. Ofrézcanse a Dios como sacrificio vivo, dedicados a su servicio y agradables a Él. Ésta es la verdadera consagración que deben ofrecer”. Entonces, la verdadera manera de agradar a Dios se da cuando nos entregamos completamente a Dios. Ofrecernos a Dios mediante la Consagración es la esencia de nuestra adoración.

 

Día 3

Al acto de consagración de la entrega personal se le llama de diversas maneras: consagración, que Jesús sea el Señor de nuestra vida, tomar la cruz, morir a sí mismo, ponerse en manos del Espíritu Santo, etc. Lo que verdaderamente importa es lo que se haga, no cómo se le llame. Dios quiere nuestra vida: TODA NUESTRA VIDA. El noventa y cinco por ciento no es suficiente. Hay tres obstáculos que bloquean nuestra entrega total a Dios: el temor, el orgullo y la confusión. No nos damos cuenta de cuánto nos ama Dios, queremos controlar nuestra propia vida y malinterpretamos lo que significa la entrega, la consagración. La consagración personal, la de nuestra familia, la de nuestra ciudad, está basada en la confianza. Valdría la pena preguntarse ¿puedo confiar en Dios? La confianza es el ingrediente principal de nuestra entrega a Dios. No puedes entregarte a El si no confías, pero tampoco puedes confiar en Él hasta que lo conozcas mejor. El temor impide entregarnos, pero el “amor echa fuera el temor”. Cuanto más nos demos cuenta de lo mucho que Dios nos ama, más fácil nos resultará la entrega. ¿Cómo sabes que Dios te ama? Él te demuestra su amor de muchas maneras: te dice que te ama, que nunca te pierde de vista, que te cuida, que te perdona, que siempre está contigo, que aunque tú lo olvides, Él no se olvidará de ti.

Día 4

El que se entrega es porque confía, porque ama. Dios nos ama tanto que para que no nos perdiéramos nos entregó a su HIJO JESUS. El amor de Dios por nosotros es infinito, porque aún sabiendo que somos pecadores su hijo Jesús llegó a la muerte en la Cruz por nosotros. Otro obstáculo para que realicemos la consagración y la entrega total de nuestras personas y vidas a Dios es el orgullo. No queremos admitir que somos meras criaturas y que no podemos controlar todo. Mucho del estrés del que se habla en todas partes se debe al deseo de controlar totalmente. La vida es una lucha, pero lo que muchas personas ignoran es que la nuestra, como la de Jacob, es en realidad una ¡lucha con Dios! Queremos darle órdenes a Dios y decirle que no se meta en las decisiones “light” que Él no aprueba (aborto, inseguridad, pornografía, sexualidad desenfrenada, drogas, violencia, bodas entre homosexuales, eutanasia, deterioro del planeta). Seguimos confundidos aún hoy a 2000 años de la presencia de Jesús en el mundo.

 

Día 5

¿Qué significa rendirse? ¿Consagrarse? La rendición a Dios no es algo pasivo, no es fatalismo, no es una excusa. No es aceptar el estado actual de las cosas. Todo lo contrario: es sacrificar nuestra vida y sufrir para cambiar lo que se debe modificar. Dios suele llamar a las personas consagradas a luchar por El. La entrega no es para que reprimas tu personalidad. La entrega, la consagración de tu ser potencia tu personalidad. C.S. Lewis señaló: “Cuanto más dejamos que Dios tome nuestra vida, más verdaderamente nos convertimos en lo que somos, porque Él nos creó. Él inventó todas las distintas personas que hemos sido destinados a ser. Cuando me vuelvo hacia Cristo, cuando me rindo a su personalidad, entonces comienzo a tener mi verdadera personalidad”.

La auténtica consagración y entrega se demuestra con la obediencia y la confianza diciéndole “Sí Señor”. Decirle no sería una contradicción. No podemos llamar Señor a Jesús si nos negamos a obedecerle. Las personas consagradas obedecen a su Señor, obedecen la Palabra de Dios, obedecen a la Iglesia y a su representante el Papa. Incluso aunque piensen que no tiene sentido.

 

Día 6

Otro aspecto de una vida completamente consagrada es la confianza. Abraham siguió la guía de Dios sin saber a dónde lo llevaría. María, la madre de Jesús, esperaba la venida del Mesías sin saber cuándo iba a suceder. José confió en el propósito de Dios sin saber por qué las circunstancias se dieron como se dieron. Todos ellos se entregaron a Dios por completo. Pero entonces, ¿cómo sabes que te entregas verdaderamente? ¿Totalmente? Cuando dependes de Él para que las cosas resulten bien, en lugar de manipular a los demás, imponer tus ideas y controlar la situación. Uno suelta las riendas y deja que Dios actúe. En lugar de esforzarnos más, confiamos más. También sabes que te has rendido cuando no reaccionas a la crítica ni te apresuras a defenderte. Un corazón rendido se destaca en las relaciones personales. Una vez que nos entregamos a Dios, ya no descalificamos a los demás, no exigimos nuestros derechos y no buscamos nuestro propio bien. La consagración de nuestras personas significa entregar todo lo que somos, lo que tenemos, lo que nos gustaría hacer, nuestros dones, nuestros bienes en todos aspectos: espirituales, corporales, materiales. Para muchas personas el elemento más difícil de entregar es el dinero. Muchos han dicho: «Quiero vivir para Dios, pero que Él no se meta con mi familia, con mi salud, con mi bienestar, con mi cuenta en el banco». La consagración bien entendida es entregarle TODO. Que Él disponga de nosotros según Su Voluntad.

 

Día 7

En una consagración, en la entrega auténtica a Dios, el consagrado dice: “Dios y Padre mío, si este problema, dolor, enfermedad y circunstancia son necesarios para cumplir tu propósito y para tu gloria en mi vida o en la de otro, no me libres de este trance. Creo en Ti Confío en Ti. Dame la fuerza para enfrentar todo lo que venga y no me desampares”. Este grado de madurez no se logra fácilmente. En el caso de Jesús, la agonía en el Huerto de los Olivos fue tal que sudó gotas de sangre. La entrega implica trabajo arduo. En nuestro caso, es un combate intenso contra nuestra naturaleza egocéntrica y contra los asaltos del mundo.

¿Qué bondades o beneficios se deben esperar de una consagración? La Biblia explica los beneficios que trae una vida completamente entregada a Dios. En primer lugar experimentamos paz. “Deja de discutir con Dios. Ponte de acuerdo con Él y por fin tendrás paz y las cosas te irán bien”. En segundo lugar experimentamos la libertad: “Sométanse a los caminos de Dios y serán libres para siempre”. En tercer lugar experimentamos el poder de Dios en nuestra vida. Cristo puede derrotar las tentaciones más difíciles y los problemas más terribles si se los entregamos a Él.

 

Día 8

La consagración significa triunfo, victoria. Cuando Josué, el personaje bíblico, estaba próximo a la batalla más grande de su vida, se encontró con Dios, se postró en adoración y se puso a sus órdenes, entregándole sus planes. Esa entrega le permitió una victoria imponente. Así que la consagración puede resultar para muchos una contradicción. La realidad más clara y contundente nos dice que la victoria viene de rendirse. La entrega no nos debilita, por el contrario, nos fortalece. Cuando nos entregamos a Dios, no tenemos por qué temer o rendirnos a nada más. Existe una frase que dice: “Nunca es más grande el hombre que cuando está de rodillas”. Sí, el hombre se hace grande a través de su humildad ante Dios. Dios usa a las personas consagradas. Dios eligió a María para ser la madre de Jesús, porque era una persona total y completamente consagrada a Él. Cuando el ángel le explicó el extraordinario plan de Dios, ella con calma le respondió que era la sierva del Señor y que estaba dispuesta a aceptar lo que Él quisiera. No hay nada más poderoso que una vida consagrada abandonada en las manos de Dios. Así que los consagrados, sin excepción, debemos entregarnos completamente a Él.

 

Día 9

En nuestra vida todos acabamos rindiéndonos a algo o a alguien. Si no nos entregamos a Dios, nos entregaremos a las opiniones o expectativas de otros, al dinero, al resentimiento, al temor o a nuestro propio orgullo, a nuestro deseo o a nuestro ego. Dios nos creó para adorarlo; si no lo hacemos, crearemos ídolos de otras cosas y les entregaremos nuestra vida. Así, el sexo, las drogas, los vicios, los pecados se convierten en verdaderos ídolos a quienes servimos. Somos libres de elegir a quién nos rendiremos, pero no podremos librarnos de las consecuencias de esa elección. La verdad es que si la persona no se entrega a Cristo, se entrega al caos. Entregarse, consagrarse, no es sólo la mejor manera de vivir, es la UNICA manera de vivir. Cualquier otra decisión conduce a la frustración, decepción y a la propia destrucción. Entregando nuestras vidas a Dios, es la manera más sensata de servir a Dios y de que vivamos en paz, (Job 22:21) confiando que El nos lleva de la mano. Entregar nuestra vida a Dios no debe ser un impulso emocional e insensato, sino una acción inteligente y racional, el acto más responsable y sensato que podemos hacer con nuestra vida. Tus momentos más sabios serán aquellos cuando le digas a Dios: “Sí”. Puede ser que te consuman los años, pero al fin descubrirás que la mayor resistencia a la bendición de Dios en tu vida no son los demás, sino tú mismo: tu propia voluntad, tu orgullo obstinado y tu ambición personal. No podrás cumplir los propósitos que Dios tiene para tu vida mientras vivas concentrado en tus propios planes.

 

Día 10

Debes tomar en cuenta que la consagración y tu rendición ante Dios significan también que Dios va a trabajar a fondo contigo, comenzará con esto. Entrégale todo a Dios: lo que lamentas de tu pasado, problemas del presente, ambiciones para el futuro, temores, sueños, debilidades, costumbres, penas y complejos. Pon a Cristo en el asiento del conductor de tu vida y suelta las riendas. No tengas miedo; nada que Él tenga bajo su control puede quedar a la deriva. Si Cristo tiene el dominio podrás enfrentarlo todo. Serás como Pablo que dijo: “estar listo para cualquier cosa y para enfrentarme a cualquier circunstancia, gracias a aquel que me infunde la fuerza interior”, (Flp 4:13). San Pablo se rindió en el camino a Damasco, después de que una luz deslumbrante lo hiciera caer al suelo. A otras personas Dios les llama la atención de manera menos drástica. De cualquier forma, la consagración nunca es un acontecimiento transitorio. Pablo dijo: “cada día muero”, (1Cor 15:31). Nos debe quedar claro que hay un instante para la consagración y una práctica de la consagración que es a cada momento y por toda la vida. El problema de los sacrificios vivos que se hacen es que se pueden escapar del altar, por lo que se hace necesario “consagrar y re-consagrar” nuestra vida varias veces al día. La consagración debe hacerse constantemente hasta que se convierta en un hábito diario. Jesús afirmó: “Si alguno quiere seguirme, debe renunciar a las cosas que quiere. Debe estar dispuesto a renunciar a su vida cada día y seguirme”, (Lc 9:23). Es bueno que comprendas que tener una vida enteramente consagrada, significa que será puesta a prueba. A veces implicará realizar tareas inconvenientes, nada gratas, costosas o aparentemente imposibles. Muchas veces también significará ir en contra de lo que deseamos hacer, de lo que nos gusta, de lo que nos atrae. Entonces es cuando tendrás que “optar” por Jesús, por sus enseñanzas, por sus preceptos.

 

Día 11

Realizar la consagración significa firmar un contrato con Dios. En los contratos se expresa lo que acuerdan las partes que van a firmar y a qué se comprometen. La consagración es lo mismo. Es acordar con Dios de vivir a Su manera, haciendo Su voluntad y aceptando Su amor, Su fidelidad, Su ternura. Con la consagración ha llegado el tiempo, el momento para que te rindas a Dios, a su gracia, amor y sabiduría. Aprendamos a convertirnos en amigos de Dios. Lo podemos ser mediante la conversación constante. No será posible desarrollar una relación estrecha con Dios si sólo asistimos a la iglesia una vez a la semana. La amistad con Dios se cultiva cuando compartimos con El todas nuestras vivencias. Dios quiere ser incluido en todas nuestras actividades y en cada uno de nuestros pensamientos. Es posible tener una conversación con El y estar a la espera de su respuesta a lo largo del día, comentándole lo que estamos haciendo, nuestros planes, proyectos, conduciendo el automóvil, caminando, trabajando, etc. Dios quiere que seamos sus amigos y existe la idea equivocada de que pasar tiempo con Dios significa estar a solas con Él. Claro que sí necesitamos pasar tiempo a solas con Él, pero eso representa apenas una fracción del tiempo que estamos despiertos. Todo lo que hacemos, todas y cada una de nuestras actividades, pueden ser tiempo que pasamos con Dios, si lo invitamos a acompañarnos y somos conscientes de Su presencia. De esta forma, las cosas, las tareas más simples como cocinar, atender a la familia, realizar las tareas más comunes se convierten en actos de alabanza y de comunión con Dios. Entendemos que “la amistad con Dios” no es cambiar lo que uno hace sino cambiar la actitud de uno al hacerlo. Lo que normalmente haces para ti, comienzas a hacerlo para Dios; ya se trate de comer, bañarse, trabajar, descansar o tirar la basura.

 

Día 12

Hoy en día pensamos que tenemos que distanciarnos de nuestra rutina diaria para adorar a Dios, pero eso se debe a que no hemos aprendido a practicar su presencia todo el tiempo. Ese es el ideal de Dios para con nosotros. En el Edén, en el paraíso terrenal, la adoración y consagración a Dios era una actitud ininterrumpida; Adán y Eva estaban en comunión constante con Dios. Como Dios está con nosotros todo el tiempo, no hay un lugar donde puedas estar más cerca de Dios que donde te encuentras ahora mismo. La Biblia dice que Él gobierna sobre todos: “Está sobre todos y por medio de todos y en todos”, (Ef 4, 6). Al principio de esta nueva manera de relacionarte con Dios como amigo vas a necesitar crear pensamientos especiales que te recuerden y traigan a la memoria la conciencia de que Dios está contigo y va a tu lado en ese instante. Ahí podrás repetir oraciones muy breves, por ejemplo: Dios está conmigo. Dios me ama. Yo creo en Dios. Dios es mi amigo. Jesús me entrego a Ti, me doy a Ti, etc. Otra manera de afirmar nuestra amistad con Dios es pensar en su Palabra durante el día. Eso se le llama meditación, y la Biblia repetidas veces nos exhorta a meditar en quién es Dios, lo que ha hecho y lo que ha dicho. Es imposible ser amigos de Dios si no lo conocemos y no podemos conocerlo si no conocemos su Palabra. Ciertamente no podemos pasarnos 24 horas estudiando la Biblia, podemos pensar en ella durante el día, recordando versículos que hemos leído o memorizado y reflexionado acerca de ellos.

 

Día 13

Meditar es pensar con concentración. Cuando traemos un problema en la cabeza no dejamos de pensar en él. Entonces en lugar de pensar en los problemas necesitas vincular lo que te preocupa con versículos bíblicos. Cuanto más medites en la Palabra de Dios, tendrás menos de qué preocuparte. Job, admitió: “Del mandamiento de sus labios no me he apartado, he atesorado las palabras de su boca”, (Job 23, 12). El Rey David, que fue un gran amigo de Dios, afirmó: “Los preceptos del Señor traen alegría al corazón y constantemente están en mis pensamientos; no puedo dejar de pensar en ellos”, (Sal 119, 97). Dios tuvo muchos amigos y a ellos les contaba todos sus secretos. Sus pensamientos los compartió con Abraham, lo mismo hizo con Daniel, con Pablo, con los discípulos y muchos otros más. Así pues recordemos que la Biblia afirma: “Ser amigos de Dios es privilegio de quienes lo reverencian; sólo con ellos comparte los secretos de sus promesas”, (Sal 25, 14). Un día Dios se enojó con el pueblo que guiaba Moisés y quiso retirarles su favor. Moisés, hablándole con la confianza de ser su amigo le dijo: “Si no vienes con nosotros ¿cómo sabré que estamos juntos en esto, tu pueblo y yo? Y Dios le respondió: “haré esto porque te conozco bien y te considero mi amigo”, (Ex 33, 12-17). De esto se desprende que la amistad auténtica se construye en base a revelaciones. Lo que pudiera parecerte un atrevimiento para Dios es autenticidad. Si quieres ser amigo de Dios debes ser sincero con El, comunicarle lo que en verdad sientes no lo que piensas que deberías sentir o
decir. Pero puede que tengas impedimentos que dificultan esas conversaciones hechas con el corazón. Esto es el resentimiento. Es común que culpemos a Dios de lo que otros nos han hecho o porque ¿cómo voy a ser amigo de Dios si permitió tal o cual cosa? Obedecemos a Dios no por
obligación, temor o porque nos lo dicen, sino porque lo amamos y confiamos en que Él sabe lo que es mejor para nosotros. Queremos consagrarnos a Cristo porque estamos agradecidos por todo lo que ha hecho por nosotros. La verdadera amistad no es pasiva sino activa. Cuando Jesús nos pide que amemos a los demás, que ayudemos a los necesitados, compartamos nuestros recursos, tengamos una vida limpia, estemos dispuestos a perdonar y a traer a otros a Él, el amor nos impulsa a obedecerlo al instante.

 

Día 14

Mientras seas amigo de Dios, más te interesará lo que a Él le importa. Tu corazón se preocupará verdaderamente por hacer todo aquello que a Él le agrada. ¿Qué es lo que más le importa a Dios? La redención de su pueblo. ¡Quiere hallar a todos sus hijos que se han perdido! Así también nosotros, si somos amigos de Dios, nos deben importar todas las personas a nuestro alrededor porque también preocupan a Dios. La amistad íntima con Dios no es una casualidad. Debes tener la intención de buscarla. Recuerda, hacer la Consagración y realizar en tu vida el cambio de todo aquello que impide tu amistad con Dios, es tu decisión. De nadie más. No olvides que podemos estar tan cerca de Dios como queramos. “Acérquense a Dios, y El se acercará a ustedes”, (St 4, 8).

Un pueblo consagrado a Dios y a su Santísima Madre, debe “vivir con el debido sentido de responsabilidad, no como los que no conocen el significado de la vida; sino como los que sí lo conocen”, (Ef 5, 15), “sin dejar que los errores del mundo actual te guíen por caminos equivocados y te hagan perder la amistad con Dios”, (2Pe 3,17).

 

Día 15

Siempre que Dios llama a sus amigos y les encomienda una misión:

  1. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón: consagrándote a Él.
  2. Ama a tu prójimo como a ti mismo: muéstrales tu amor a otros por medio del servicio.
  3. Ve y haz discípulos; ve y comparte el mensaje de Dios.
  4. Bautizándolos; comparte tu amistad con Dios e invítalos también a consagrarse.
  5. Enseñándolos a hacer todas las cosas, en, por, para Dios, convirtiéndolos en discípulos.

“Si enseñas estas cosas a otros, serás un buen amigo de Cristo Jesús”, (1Tm 4, 6). Hay que preguntarnos: ¿Estoy consciente de que libre y voluntariamente estoy dispuesto a hacer esta consagración a Jesús y a María? Esta consagración es aquella en la que consagro mi persona, consagro a mi familia, mi trabajo, mis afanes, esfuerzos, proyectos, anhelos, frustraciones, mi pasado, mi presente, mi futuro. Lo que soy, lo que tengo y todo aquello que me gustaría ser. Le entrego a Dios TODO. ABSOLUTAMENTE TODO. Cambio y dejo atrás todo aquello que no es de Dios y haré lo necesario para que en mi familia, en mi trabajo y en todo lugar se dé testimonio de la presencia de Jesús y María en nuestras vidas.