125 ANIVERSARIO DEL TÉRMINO DE LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DEDICADO A SAN JOSÉ.

San José Iturbide, Gto. a 5 de febrero de 2021. 
El día 5 de febrero de 2021, Mons. Fidencio López Plaza presidió la celebración Eucarística en la Parroquia de San José, ubicada en San José Iturbide, Gto., con motivo de la celebración por el 125 aniversario del término de construcción del templo parroquial, dedicado a San José. 
En la homilía que dirigió Mons. Fidencio a los fieles presentes y a los que seguían la celebración vía online, los invitó a repensar el paradigma de «construcción del templo», en este sentido, compartió la siguiente reflexión:
¿Cómo repensar la construcción del templo?
Con ocasión de los 500 años del acontecimiento Guadalupano (2031), y de los 2000 años de la Redención de Cristo (2033) próximos a celebrar, escuchamos con gratitud las dulces palabras que la Virgen de Guadalupe dijo a san Juan Diego, y en él a cada mexicano: “Escucha hijo mío el menor, Juanito ¿a dónde te diriges? Sábelo, ten por cierto hijo mío el más pequeño, que yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, madre del verdaderísimo Dios por quien se vive, el Creador de las personas, el Dueño de la cercanía, y de la inmediación, el Dueño del cielo, el Dueño de la tierra. Mucho quiero, mucho deseo, que aquí se me levante mi casita sagrada en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto”.
La casita sagrada la que se refiere la Santísima Virgen de Guadalupe, además de ser un lugar físico ubicado en el cerro del Tepeyac, se refiere al corazón de cada mexicano, a cada familia a la nación mexicana y a la casita común, pues la casita sagrada donde vive el verdaderísimo Dios por quien se vive tiene por techo el cielo y por piso el suelo suelo. Por eso nadie puede esconderse de la mirada de Dios. Así dice el Señor: “El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde pues, está la casa que podrán edificarme? ¿dónde está el lugar de mi reposo?” 
Que la celebración de los 125 años de la construcción de este hermoso templo, nos ayude a revisar cómo hemos construido la casita sagrada en nuestro corazón, en nuestras familias en nuestro país y en nuestra casa común.