PALABRA DOMINICAL: Domingo  4º de Adviento  Lc. 1, 26 – 38 El Milagro de la Encarnación.

El Milagro de la Encarnación.

 

En la víspera de celebrar la Navidad, la Palabra de Dios nos presenta un bello y bien conocido relato llamado tradicionalmente como: “La Anunciación”. Esta obra maestra de la literatura lucana, es una síntesis de cómo Dios interviene en la historia dejando siempre un espacio amplio a la libertad del ser humano.

El relato comienza haciendo mención del lugar: El ángel Gabriel fue enviado a Nazaret, una pequeña aldea paganizada, jamás mencionada en el Antiguo Testamento, ni ligada a ninguna promesa o expectativa mesiánica porque la Salvación de Dios llega desde los lugares impredecibles, siempre lejos del alcance de los sistemas opresores, y de las burocracias institucionales.

El mensaje es claro: Concebirás un hijo, le pondrás por nombre Jesús… y se llamará hijo del Altísimo, todo esto es presentado como una posibilidad futura, no es una imposición sino una propuesta; Dios no violenta. María desde su capacidad natural de mujer, es llamada a llevar en su seno al Hijo de Dios y además debe dar a conocer su nombre: ‘Jesús’ que significa ‘Dios Salva’ pues Dios cumple sus promesas, pero de forma completamente nueva, con la participación generosa y consiente de María, es a ella a quién se le confían la misión de una madre en relación con su propio hijo, se le pide una entrega generosa para que este niño en su momento se manifieste grande y sea reconocido como Hijo del Altísimo.

Ante tal propuesta María cuestiona ¿Cómo será esto, pues no conozco varón?  Esta pregunta abre un dialogo entre lo humano y lo divino. La pequeña joven de Nazaret manifiesta su incapacidad humana para la realización de tal proyecto pues siendo virgen es imposible que por sí sola pueda convertirse en Madre. A Dios le gusta que reflexionemos y analicemos sus propuestas, pues solo así es como podemos entenderlas y asumirlas. Antes las dudas objetivas de María la respuesta es clara: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti» Dios siempre camina con su pueblo asegurándole su asistencia, es esta certeza la que posibilita a María para dar su sí. «Yo soy la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra» y es así como el milagro de la Encarnación se realiza.

A poco tiempo de celebrar las fiestas anuales de Navidad, la invitación de Dios se lanza a todos nosotros, Jesús la Palabra Eterna de Dios quiere tomar carne en nuestras personas. No hay mejor manera de celebrar navidad que tomando conciencia de que por nuestras obras el mundo sentirá la presencia de Dios. Por tanto, invito a todos a que hagamos posible el milagro de la Encarnación, mediante nuestro sí al plan de Salvación, pues cuando cada cristiano asume con valentía una forma de vida coherente a su fe, hace posible que los hombres vean al ‘Dios-con-nosotros’ sea nuestra vida virtuosa un testimonio de la presencia de Dios en el mundo.