¿Apoya el Papa la Reforma protestante?

Luis-Fernando Valdés

 

Con motivo de los 500 años de la Reforma iniciada por Martín Lutero, el Papa aceptó la invitación para viajar a Suecia donde habrá una ceremonia conjunta de la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica. ¿Francisco celebrará la separación sufrida por la Iglesia? ¿celebrará el cisma?

 

1. Una “noticia” impactante. Como ha sucedido con frecuencia durante el pontificado del Papa argentino, algunas noticias recogen frases al vuelo o noticias a medias, y dan a entender algo distinto de lo que pasó en la realidad.

En este caso, el Santo Padre aceptó una invitación para viajar a Lund (Suecia), para tener una jornada de oración y diálogo, con el objetivo de dar un paso sólido para restaurar la unidad de las comunidades luteranas con la Iglesia católica.

En cambio, para algunos católicos esto sonó como si el Vicario de Cristo celebrara la desunión, o como si avalara que no es una y única la Iglesia fundada por Cristo. Las reacciones de “escándalo” se debieron –seguramente– a no tener todos los datos y antecedentes.

2. Las razones para dialogar. Tanto los católicos como los cristianos reformados ven claramente la necesidad de recomponer la unidad rota hace casi 500 años. Ambas confesiones tienen presente lo que Jesucristo indicó en la Última Cena: “que todos sean uno (‘ut sint unum’) para que el mundo pueda creer” (Juan 17,21).

Y así lo comentaba San Juan Pablo II en su Encíclica Ut unum sint, de 1995: “creer en Cristo significa querer la unidad; querer la unidad significa querer la Iglesia; querer la Iglesia significa querer la comunión de gracia que corresponde al designio del Padre desde toda la eternidad. Este es el significado de la oración de Cristo: ‘Ut unum sint’ ” (n.9).

Y recientemente, el Obispo católico de Suecia, Mons. Anders Arborelius, expresó que “la situación ecuménica en nuestra parte del mundo es única e interesante. Espero que tal encuentro nos ayude a mirar el futuro en tal modo de ser testimonios de Jesucristo y de su Evangelio en nuestro mundo secularizado”.

3. La unidad vendrá por vía del diálogo y la oración común. San Juan Pablo II se preguntaba: “¿Cómo anunciar el Evangelio de la reconciliación sin comprometerse al mismo tiempo en la obra de la reconciliación de los cristianos?” (Encíclica Ut unum sint, 1995, n.98). En otras palabras, no basta estar firmes en la propia fe, sino que hay buscar el diálogo que lleve a la unidad.

Y la tarea común, en este momento de la historia, es no enfocarse sólo a la cuestión teológica, sino también a “hacer crecer la comunión parcial existente entre los cristianos hacia la comunión plena en la verdad y en la caridad” (Ut unum sint, n. 14).

Por eso, es lógico que, de cara a los 500 años de la Reforma, ambas partes se reúnan para orar juntos, como primera gran señal de reconciliación y de buena voluntad. Y ahí pondrán en práctica lo que indica el documento de la comisión conjunta de diálogo para la conmemoración de este quinto centenario, titulado “Del conflicto a la comunión”.

Lo que se pide en ese texto es que ambas confesiones religiosas hablen del arrepentimiento y del compromiso al testimonio común, a fin de explicar los dones de la Reforma y pedir perdón por las divisiones que siguieron a las disputas teológicas.

Una vez más nos encontramos con un problema de comunicación, que descontextualiza una frase (“conmemorar los 500 años de la Reforma”) y le atribuye al Papa Francisco una actitud que no es real. Francisco no festejará la separación luterana, sino que irá a Suecia para rezar para pedir la unión.