CONFIRMACIONES, PARR. SANTA MARÍA MAGDALENA.

Santa María Magdalena, Querétaro, Qro. 13 de agosto del 2017.

Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de la Diócesis de Querétaro,  presidió  la Sagrada Eucaristía en la que 250 niños y jóvenes  recibieron de sus manos el Sacramento de la Confirmación, entre ellos 6 amigos especiales, el día 13 de agostos del 2017, que pertenecen a la comunidad Parroquial de Santa María Magdalena, ubicada en  Juárez esq. con Hidalgo, Col. Santa María Magdalena, Querétaro, Qro.,  perteneciente al Decanato de San Miguel Arcángel, el Párroco Pbro. José Miguel Barrón Ruiz, presento a los confirmandos una vez que fueron debidamente preparados y de acuerdo a su edad, para recibir tan grande Don el del Espíritu Santo. Mons. Faustino al  iniciar les comento:

Vamos a invocar la misericordia de Dios, al hacer de esta plaza un centro donde queremos escuchar la Palabra de Dios, donde queremos orar con fervor  y tratar con mucho respeto este Sacramento de la Sagrada Eucaristía,  invocaremos la presencia del Espíritu Santo,  para estos jóvenes y niños que van a ser confirmados. Iniciemos con un acto de humildad y reconociendo que todos necesitamos ser perdonados por Dios”. En su homilía les compartió:

“Muy queridos hermanos de esta comunidad Parroquial de Santa María Magdalena  aprecio la invitación del Padre Miguel Barrón,  Párroco de esta comunidad,  y también la labor que hacen los y las catequista,  al  formar y  ayudar a crecer en el conocimiento de Cristo, en el conocimiento de Dios, a los niños y a los jóvenes que van a ser confirmados, más de 200 niños y jóvenes que acompañados por sus papas, por sus padrinos y madrinas dan testimonió de fe.  Al acercarse y acercarlos, para que invocando el Espíritu Santo,  reciban el Sacramento de la Confirmación.

Todavía quizás en el marco de la pasada celebración, de la fiesta  Patronal de Santa María Magdalena, en una comunidad son importantes si,  la administración de los sacramentos,  que el sacerdote hace,  pero es importante crear comunidad,  hacer comunidad,  y eso no se puede hacer sin  formación, porque en la medida que se forme el fiel católico,  en esa medida siente la necesidad de  acudir  cada vez más a vivir la fraternidad, a vivir la comunión, y ciertamente  el fruto de todo de todo  proceso y la tarea  tanto del sacerdote como de los agentes de  evangelización de una Parroquia,  es formar pequeñas  células, pequeñas comunidades donde todos deberíamos estar presentes, para reflexionar  la palabra de Dios e ir fortaleciendo la vida cristiana.    

Es un desafío, una tarea de toda parroquia y de todo aquel que como agente colaborador de la parroquia, tenga la responsabilidad de formar a otros, porque no basta con que unos poco vengamos a misa, es importante como nos lo pide el Papa, y como  nos lanza Jesús a la misión, ir a donde están aquellos que con indiferencia se mantienen lejos de las cosas de Dios, quizás creyentes que en algún momento practican  algo que les viene bien, sea una peregrinación, sea una oración, sea un acto de piedad popular, pero  que en  definitiva no  fortalece a la  comunidad, su tarea en su compromiso.

Hoy en el evangelio hemos escuchado, como la iglesia se puede comparar con una barca, una barca donde  van los discípulos de Jesús, mientras Jesús ora, mientras Jesús reza ¿por quién lo hace?,  -por  esa barca, lo hace por esos discípulo, lo hace por todos aquellos, que acababan de estar antes, de irse  orar y antes de que la barca surcara el mar de Galilea, por todos aquellos que les había dado  pan, porque no bastaba darles el pan y que fueran contentos,  como no basta  venir a misa e irnos contentos  porque ya cumplimos, Jesús nos quiere enseñar con ese retirarse a orar que es importante para el cristiano católico darle seguimiento a su vida espiritual, es decir tener espacio de oración de  dialogo con Dios, para fortalecer su corazón,  para fortalecer su fe, para fortalecer  su convicción religiosa.

Jesús ora por aquella barca,  consciente de que aquella barca que es signo de todos nosotros, que es sigo de la iglesia,  en algún momento tendrá peligros, tendrá que afrontar desafíos,  pero Jesús va a estar allí, para ayudarla.

En el evangelio se nos dice que la barca empezó a entrar en aquel mar de Galilea, y cuando iban por allí en medio del mar, empezó una tormenta,   y tenían el peligro de inundarse,  porque la tormenta estaba muy fuerte, y al correr ese peligro de inundarse podemos hacer la comparación de que en la vida de nosotros los que formamos la iglesia, hay  momentos difícil,   hay momentos de desesperación,  de angustia en el interior de la  familia, hay momentos en que no se tiene claro el rumbo por donde hay que ir,  porque un miembro de la familia está muy grave, porque un miembro de la familia no está en casa, porque un miembro de la familia se tuvo que ir de migrante,  porque un miembro de la familia tiene una enfermedad incurable, porque en la pareja hay dificultades e incluso separación, porque en  medio del seno de la familia hay situación de adicciones, ¿y qué pasa? -la familia vive una especie de tormenta, de tormenta que siente que la barca se hunde.

Es la misma experiencia de los discípulos y cada quien puede tener su tormenta, familiar o su tormenta personal, cuando es personal son muchas las  circunstancia, y situaciones que se pueden vivir, no solamente materiales  como puede ser el que no se tenga empleo, el que no se sienta querido por los demás, el que no se sienta tomando en cuenta por los más  cercanos que lo rodean, el que tenga conflictos al interior  de su misma familia, hermanos papas etc. Son múltiples los factores que pueden generar una tormenta en el interior de  la persona. Sin embargo hoy vemos en el evangelio, como Dios no se ausenta,  hay situaciones muy dramáticas en la vida, de la familia donde se  llega a achuchar esta frase, “Señor porque me abandonaste”, o  “porque nos abandonaste”. Dios no abandona, el que deja de fortalecerse en la fe y se debilita en la fe soy yo, somos nosotros, el que pierde el rumbo y pierde a Dios en su vida soy yo, y lo pierdo cuando no rezo ni siquiera un Padre Nuestro, al día, lo pierdo cuando no me  acerco a los sacramentos, y pierdo ese rumbo cuando me conflictuó con todos y estoy peleado con todo mundo y lo pierdo cuando humillo  a los demás o me siento más que lo otros.

Hermanos somos nosotros, los que por múltiples factores o circunstancias personales o familiares,  nos alejamos de Dios.  Dios no se aleja y hoy nos lo demuestra cuando  la barca está en peligro, el mar amenaza con tragarse aquella barca y aquellos discípulos y Jesús se hace presente y ¿Qué pasa cuando Jesús se ha presente? Incluso los discípulos no lo conocen,  porque cuando lo ven   caminando sobre la aguas, dicen que era un fantasma,  aquellos discípulos no reconocían a Jesús y a lo mejor así nos pasa a nosotros, Jesús, Dios dice San Agustín: “Está más cerca  de nosotros, que lo que  tu estas del  que está a  tu izquierda o a tu derecha”, dice este gran Santo, allí esta Dios.

Sin embargo a veces no nos conviene detectarlo, y decir aquí esta Dios porque  me quiero quedar en mi pecado, porque me quiero quedar en mi situación irregular, porque no quiero que nadie me diga la verdad ni siquiera Dios, y digo como algunas señoras “ es un espíritu no lo veo”, sin embargo cuando se  acerca más Jesús, los discípulos dicen es el Señor,  es el Señor, al grado que creen en él,  y Pedro se lanza al llamo de Jesús,  a caminar en el agua, ¿Por qué camina en el agua, porque él era Dios? –porque creyó en Cristo, nosotros podemos decir no, ¿Cómo vamos a caminar en el agua? Aquí lo que nos quiere decir el Evangelio es que para Dios no hay imposibles, si preguntáramos aquí, a quien Dios ha curado de cáncer, y más de alguno levantaría la mano, y más de alguno daría testimonio de las cosas prodigiosas que Dios ha hecho en su vida personal o familiar, sea directamente por intercesión de la Virgen o de algún Santo, porque Dios sigue actuando hoy,  como actuó en aquel momento en que deja que Pedro,  camine sobre las aguas.

Hermanos en la vida cristiana, y  como la vida de Pedro, y en las circunstancias que vivió en aquel momento,  tenemos muchas situaciones difíciles, tenemos  muchos miedos como Pedro, Pedro sintió  miedo por el viento, y cuando alguien siente miedo su fe se debilita, cuando alguien pone interrogantes en su vida, ya no es una fe buena,  ¿y  que le paso a Pedro?, -Pedro comenzó a hundirse y así comenzamos a hundirnos nosotros entre más débil este nuestra fe,  más nos hundiremos,  incluso empezamos a buscar otros caminos y hasta otros grupos religiosos, porque aquí no encuentro la fe verdadera,  lo que pasa  en que nunca creíste en Cristo aquí. Y te vas a  buscarlo a otros grupos, y llega cualquiera a tocar a tu puerta y le dice si, abandonando la Virgen, abandonando la Eucaristía, abandonando la comunidad.

Hermanos es  tiempo de que como Pedro le digamos a Dios, “Señor Sálvame, que me hundo” y esta es una oración que podemos hacer todos los días, porque todos los días tenemos ese peligro  de alejarnos  y  de alejarnos por nuestros placeres y pecados, de alejarnos por  nuestros orgullos y también por nuestras actitudes en contra de Dios, donde preferimos la acción del maligno a la acción de Dios.

Hermanos que la palabra de Dios en este día nos ayude a sacarnos de aquella situación que nos hace que nos hundamos, y nos alejemos de  Dios, debilitando nuestra fe. Al final los discípulos,  reconocieron al Señor y lo  adoraron, hoy les invita a adorar a Jesús que se hace presente vivo aquí en la Eucaristía, les invito a adorar a Jesús que está allí en el Sagrario todos los días,  esperando a todos  nosotros, esperándote a ti joven, a ti padre de familia, a ti mamá a que le visites en un momento del día cualquiera que sea, porque Dios no te pide horas, te pide presencia, aunque sea un minuto pero lo que importa para Dios es el detalle de corresponsabilidad,  de amor que tu tienes al gran amor que él derrama todos los días por ti.

Que el Señor,  fortalezca nuestra fe para que sigamos  confiando en él, y nunca pensemos que Dios es el que se aleja de nosotros no,  sino reflexionemos como nos hemos alejado nosotros de Dios, y porque, pedimos la intercesión de la Santísima Virgen María especialmente por estos niños y jóvenes sobre quienes vamos a  invocar al Espíritu Santo diciendo:  “Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo”, y haciéndoles  con el Santo Crisma en su frente la señal de cruz para consagrarlos a Dios. Que Así Sea”.     

Al finalizar el padre Miguel agradeció la presencia de Mons. Faustino en esa comunidad parroquial y  la comunidad le brindo un fuerte aplauso como  muestra de cariño y agradecimiento  por su presencia, en medio de ellos.