Cada año, en la Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo, el papa bendice los palios al inicio de la Misa en la Basílica Vaticana.

Cada año, en la Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo, el papa bendice los palios al inicio de la Misa en la Basílica Vaticana.
Antiguamente, tras la bendición el papa enviaba un palio a cada uno de los arzobispos metropolitanos nombrados en el año inmediato anterior, a quienes se les imponía en sus arquidiócesis. Sin embargo, en 1984 san Juan Pablo II inició una nueva etapa, al invitar a los nuevos metropolitanos a concelebrar con él en la Basílica Vaticana, e imponerles el palio en durante la Misa de la Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. Esta costumbre permaneció durante todo el pontificado del papa polaco, durante el pontificado de Benedicto XVI y los dos primeros años del papa Francisco.
 
En enero de 2015, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas del Santo Padre, Mons. Guido Marini, comunicó la decisión del papa Francisco de no imponer el palio a los nuevos arzobispos. Explicó que a partir del 29 de junio de ese año los nuevos metropolitanos estarían en Roma, concelebrarían con el Santo Padre, participarán en el rito de bendición de los palios, pero no habría imposición, simplemente “recibirán el palio designado para ellos de parte del Santo Padre de forma más sencilla y privada”. Por tanto, la imposición se efectuaría en sus arquidiócesis por parte de los nuncios apostólicos.
 
El significado de esta modificación, explicó Mons. Marini, es evidenciar con más fuerza la relación de los arzobispos metropolitanos con su Iglesia local y por tanto, dar también a más fieles la posibilidad de estar presentes en este rito tan significativo para ellos, y también particularmente a los obispos de las diócesis sufragáneas, que de esta forma podrán participar en el momento de la imposición. Asimismo, Mons. Marini precisó que “se mantiene todo el significado de la celebración del 29 de junio, que subraya la relación de comunión y también de comunión jerárquica entre el Santo Padre y los nuevos arzobispos, y al mismo tiempo, a esto se añade -con un gesto significativo- esta unión con la Iglesia local.”
 
Cuando antiguamente los palios se les imponían a los arzobispos en sus arquidiócesis, y cuando los papas los imponían a todos los nuevos arzobispos, había ocasiones en que los sumos pontífices deseaban imponer de forma privada el palio a algún arzobispo de forma excepcional.
 
Fue el caso de san Juan XXIII, quien se lo impuso de forma privada al arzobispo chileno Raúl Silva Henríquez, de san Juan Pablo II quien se lo impuso al arzobispo de Cuzco, Alcides Mendoza Castro, en 1985 durante su visita a Perú, o de Benedicto XVI, quien se lo impuso al Card. Angelo Scola, arzobispo de Milán, el 3 de octubre de 2011.
Fuente: Liturgia Papal