Solemnidad de la Asunción. Parr. Divina Pastora, San Francisquito.

Col. San Francisquito, 15 de agosto de 2016.

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La tarde del día 15 de Agosto de 2016, Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, presidió la celebración Eucarística , en el marco de la Solemnidad de la Asunción de la Santísima virgen  María a los cielos, la festividad se realizo en torno a la imagen de Nuestra Señora  en su advocación de san Juan de los Lagos. En su homilía Mons. Faustino, mencionó:

Muy queridos hermanos, nos alegramos con esta comunidad, y con todas las comunidades de nuestra Diócesis de Querétaro, porque hoy celebramos, con gran gozo a nuestra Señora, la Santísima virgen María, en esta Solemnidad de la Asunción, ella es llevada al cielo, no como van nuestros difuntos, su alma es llevada al cielo, sino es llevada con su cuerpo al cielo, y esto a nosotros, nos da una seguridad de que, confiamos totalmente en Dios y que haciéndolo con su madre, así puede también llevarnos a nosotros, si nosotros queremos.

Y, ¿Cuál es la diferencia? Decirle sí a Dios. María le dijo a todo sí, incluso en aquello que no lograba comprender,- le dice sí-“Hágase en mí, no como yo quiero, sino según tu palabra”. Creo que este es el camino de la salvación, el camino de la salvación nos lo marca la santísima virgen.

Hoy hemos escuchado, en la primera lectura del libro del Apocalipsis, como describe san Juan evangelista esta visión de nuestra madre en el cielo, con todo el esplendor que solamente Dios le da.
Pero al mismo tiempo, nos describe la realidad, de la lucha que tenemos que tener y que ella como humana tuvo del maligno, que se entromete en todo lo que tiene la presencia de Dios. Sin embargo escuchamos al final, que, se escucharon unas palabras, “Ha llegado la hora de la victoria”

Y donde esta María, ahí está la victoria, y es la victoria de su hijo Jesucristo, ¿Por qué? Porque san Pablo nos lo va a confirmar, cuando nos dice, que «todo tiene que ser sometido a Jesús y lo último en someterse a Jesús es la misma muerte» y aquí podemos entender también la muerte espiritual, la muerte que nos provoca el pecado.

Hermanos, creo que tenemos todo para recorrer un camino de salvación, conforme van pasando los años en nuestra vida, afortunadamente el Señor nos da la oportunidad de ir fortaleciendo esa fe, y de ahí ir viendo con claridad cómo, sin Dios no podemos vivir. Por eso, la hora de la victoria, la hora de la salvación es hoy. Ahí está la Santísima Virgen María, para interceder por nosotros y acompañarnos en este camino de salvación.

Todas estas manifestaciones de fe, que tenemos en nuestra iglesia queretana, expresan el amor a la Santísima Virgen María, y con ella en nuestro corazón y en nuestra mente tenemos que evangelizar a los bautizados, también a todos aquellos que de alguna manera gozosa expresan con muchos rituales y de muchas maneras, según sus tradiciones, estos días de fiesta. Tenemos que evangelizarlos a ellos, tenemos que evangelizar a esos niños de peregrinos, que recorren distancias enormes, para llegar a salvarnos tenemos que evangelizar las peregrinaciones, y a los miembros de ellas, a los peregrinos y peregrinas, ahí tenemos una gran tarea, junto con la santísima virgen también, porque ella ya nos atrae, para que nos encontremos con su hijo Jesucristo.

Sin embargo, nos falta experimentar, detalladamente todos, no solamente en una fiesta, sino todos los días, la alegría del evangelio, del encuentro con Cristo, esa alegría que también la lleva María, como la llevo en su seno, cuando fue a visitar a su prima Isabel. ¿Qué pasó en la casa de Isabel? ¿Qué paso en el vientre de Isabel? El niño salto de Gozo, en su seno ¿Por qué? Porque llego la virgen, pero llevaba a su hijo, ahí esta la clave.

El papa nos ha insistido mucho, que en nuestra tarea evangelizadora, con nuestra palabra pero , sobre todo con nuestro testimonio, como María que en un acto de caridad fue a ayudar a su prima, que ya era de avanzada edad y Dios les permitió poder tener un hijo, ahí estaba María , haciendo ejercicio de amor, de caridad, y ahí es donde se manifiesta por la obras con la palabra, y con la presencia de Jesús esa alegría que se puede irradiar, que seguramente irradio aquel hogar de su prima Isabel.

María, es lo que hace por donde va pasando, sin embargo tenemos que evangelizar, y hacer que nuestros hermanos, y hermanas valoren , como tú y yo, esta presencia de nuestra Señora, insisto, no bastan la palabras, no basta alentar, fomentar las tradiciones, si no, es importante con nuestra vida y testimonio alentar, a encontrarse con el hijo de Dios, a vivir ese encuentro que nos marca en la vida, y que nos hace, servir al Señor de manera permanente y con el único deseo de que la gloria sea para él, y que la salvación sea una realidad en nuestras comunidades.

Sin duda, que algunos de ustedes, si han vivido esta experiencia del visiteo misionero, se han encontrado con tantos hogares donde usan muchas imágenes, de la Virgen, del Señor Jesús, de los Santos, pero a veces, porque no viven la alegría, de ese encuentro con Cristo, en sus corazones, con problemas, en torno a los cuales gira la vida de fe aquella familia, y a veces, las familias se desunen por esos problemas, porque no están en las manos de Dios.

Hermanos, con María, la victoria es segura, con María la alegría es una garantía, por eso hoy la invocamos y le decimos que nos lleve con ella de la mano, por el camino dela vida cristiana, para que un día nos lleve con ella, de la mano a encontrarnos, en el cielo con su hijo Jesucristo, eternamente. Pero lo podemos hacer, desde hoy, esa alegría, quizás muy pequeña, en relación a la que vamos a experimentar en el cielo, pero la podemos vivir hoy.

Que esta solemnidad de la asunción, de la Santísima virgen María, sea una celebración de esperanza, porque tenemos a María que nos conduce, que nos guía, que nos marca el camino y que nos da la clave diciéndonos , es la hora de la victoria, del hijo de Dios, es la hora de la victoria, de tu victoria, para que salgas de tu situación de pecado, es la hora de la victoria, para que tu resucites, y resucites a una nueva vida, pero hacerlo con alegría, porque, eso provoca , la presencia de Jesús y de María. Que, así sea.