Si amas, lo entenderás todo

Buscando entre los personajes —que a lo largo de los años he conocido— para que me ayuden a iluminarles el camino, recordé al querido padre Carlitos López, del clero saltillense y recordado por su eterno clerigman y su vida en clave de Sol, es decir, en clave de alegría permanente.
Ocurrente y riguroso liturgista. Si no tenía monaguillo que le ayudara en la Eucaristía, no dudaba en acercarse al micrófono en el momento de la Elevación, y con su ronca voz, hacer un sonido de campana: talán, talán, a los niños nos parecía un tenor con agudos en la garganta. Así dirigía diariamente el santo rosario, ante unas feligreses que debían seguir su paso apresurado entre Padrenuestros y Avemarías, mezclados con cantos que luego olvidaba, pero sin siquiera mostrar el olvido, pues rápido componía nuevas letras, salidas de una alegría en fuga permanente.

Como buen norteño era más aficionado al beisbol que al futbol, y en las temporadas de este deporte llevaba su pequeño radio de transistores y con un auricular en su oído derecho, que decía era el oído de Dios, porque el izquierdo —que era donde escuchaba la confesión— solo conocía de sapos y serpientes. Es inolvidable la ocasión en que siguiendo un partido decisivo para su equipo, “los saraperos”, y rezando el rosario, en lugar de decir tercer misterio dijo: “primera base, segunda base, tercera base y jonrón”. Este era el Pater Carlitos de mis años infantiles de monaguillo, al que teníamos que ayudar a empujar su Ford 54 para que su máquina gastada respondiera; por cierto, nunca cambio de coche.

Pero ¡cómo oraba este singular sacer­dote! nos decía: “a Jesús, niños, se le habla de Tú a tú, como al mejor amigo. Al final ya no hace falta ni hablar, Él te mira y tú solo tienes que dejarte mirar”. De él, es esta bella charla con su Cristo de la Capilla:

—Señor, —le preguntó— ¿Por qué es tan difícil encontrarte?

—No es difícil —le respondió Jesús—, lo que sucede es que el que suele buscarme comete dos errores. Uno, es buscar solamente lo Divino en lo Divino, eso les conduce a una vana y estéril teología apartada del hondo drama de lo humano. Otro, es buscar lo humano de mí solamente en lo humano, grave error no mirar lo Divino de lo humano. Me hallarán los que busquen lo humano que hay en lo Divino, y lo Divino que hay en lo humano. Se debe buscar a Dios en los hombres, se debe encontrar al hombre en Dios, y eso querido Padre Carlitos, solo se consigue desde y por mi Amor.

—Algo complicado Señor —dijo el Pater.

—No lo es. Si amas lo entenderás todo.

Pbro. José Rodrigo López Cepeda
Publicado en el periódico «Diócesis de Querétaro» del 21 de septiembre de 2014