Palabras a Mons. Faustino Armendáriz con ocasión del IX Aniversario de su Ordenación Episcopal

Seminario Conciliar de Nuestra Señora de Guadalupe
Santiago de Querétaro, Qro., 24 de febrero de 2014
 
Excmo. Sr. Obispo Don Faustino,
hermanos Sacerdotes,
seminaristas,
hermanos todos:
 

En un contexto de amor, todo es acontecimiento. Acabamos de celebrar  la Eucaristía en un contexto de amor que es “el Acontecimiento” por excelencia en la comunión de amor, centro de toda nuestra vida eclesial; así ahora, en este contexto de amor participamos de esta comida: también es acontecimiento.

Celebramos los nueve años de la ordenación episcopal de Monseñor Faustino,  través de la cual, -por la acción del Espíritu Santo y la imposición de las manos en la acción sacramental-, fue agregado a la misión de los Apóstoles. Así recibió la suprema potestad del orden en su triple “munus” (oficio) sacerdotal, profético y regio. “Nadie se apropie esta dignidad, sino el que es llamado por Dios…” como reza la Carta  los Hebreos (cf. Heb 5,4). Usted ha sido llamado y ha correspondido, Monseñor Faustino; ahora preside esta parcela del Pueblo de Dios en la Diócesis de Querétaro: nos preside en la fe, en la caridad y en la esperanza pastorales. Nos corresponde colaborar “cum epíscopo et sub epíscopo” con sumo gozo, serenidad y entusiasmo.

Parece que su divisa es la de la caridad pastoral de Cristo “le” urge. Si teníamos en la Iglesia a nuestro “Huracán Wojtyla” en el Beato Juan Pablo II, -próximo Santo-, en la Diócesis de Querétaro con Usted tenemos nuestro “Huracán Faustino”: anda de peregrino incansable, sube los cerros empinados, cruza los valles, anda de asamblea en asamblea, escribe, habla… a veces es inalcanzable. ¡Qué difícil es llevar su paso! Se ha tomado en serio aquello de Juan Pablo II “no” a la ética de los mínimos. Más bien lo inspira el Evangelio en aquel pasaje que dice “si su justicia no es superior que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos”(cf. Mt 5,20), cuya palabra clave es “perisseuse” de “perissuo” (en griego) que significa  desparramar, sobreabundar; así es su entrega pastoral, sobreabundante. No solo vive el ser en recepción, sino el ser en donación por su entrega total. Gracias Señor Obispo y Felicidades.

Pbro. Prisciliano Hernández Chávez, CORC