Palabra Dominical: No tener miedo en la misión ni a la misión

Evangelio según san Mateo 10, 26-33

fano-domingo 12En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.

¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.

A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos». Palabra del Señor.

 

Seguir a Jesús es comprometerse totalmente con él y confiar plenamente en él, de tal manera que si el Señor ha experimentado la cruz, nosotros no podemos estar exentos de ello. Es la razón por la cual Jesús previene a sus seguidores ante los desafíos que tendrán que enfrentar en la misión y esto vale para los apóstoles de todos los tiempos. Y les asegura que la misión no será fácil, es decir Jesús nos habla de la realidad, por ello nos señala: “yo les envío como ovejas en medio de lobos”.

Se le recuerda a la comunidad misionera que, cuando aceche la dificultad, no tiene porqué temer, pues el Padre del cielo vela por ellos; hoy Jesús ofrece el apoyo para aquellos que han sido enviados a predicar el evangelio, para que no decaigan en su tarea evangelizadora.

Este pasaje está insertado en el “discurso de la misión”, donde Jesús llama a doce discípulos que son la columna del nuevo Israel, y los envía con el encargo de anunciar el Reino de Dios con palabras y con signos, por eso les da instrucciones precisas, para que no se dejen vencer por el desánimo.

Resalta la invitación a no tener miedo que se repite varias veces y recuerda pasajes de textos de los profetas Isaías y Jeremías en los que se anunciaba la ayuda divina para quien tenía que anunciar un mensaje molesto. Estas palabras que Jesús dirige a sus discípulos que experimentan serias dificultades en su labor misionera, pretenden motivar e infundir fortaleza y valor ante el rechazo e incluso ante la persecución. Las motivaciones de Jesús las podemos enumerar de la siguiente manera: en primer lugar, el Evangelio posee una fuerza imparable y transformadora, de tal manera que este mensaje hace evidente los frutos en la persona y terminará por hacerse público y salir a la luz, de tal manera que quien los recibe no puede quedarse con él sino testimoniarlo a los cuatro vientos. En segundo lugar sitúa a los discípulos ante el juicio final para hacerles comprender que lo definitivo no es el juicio de los hombres sino el juicio de Dios. Y la tercera motivación se refiere a la imagen de un Dios providente cuya solicitud llega a extremos insospechados.

Todo esto nos hace ver que los enviados a anunciar el Evangelio están en buenas manos, no tienen que temer; por eso el Papa Francisco nos anima: “Nunca hay motivos para perder la esperanza. Jesús dice: ´Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo´”.
Es cierto que sentir miedo ante situaciones amenazantes es muy humano, pero lo que Jesús pide es que no se dejen paralizar por ese miedo, sino que es necesario vencerlo, poniendo toda la confianza en Dios que es Padre y que cuida a sus hijos. Tener conciencia de que somos hijos de Dios nos hace tener la audacia evangélica que nos conserva sin claudicar en la misión y en la alegría de ser amados de Dios. Por ello el discípulo misionero es intrépido y nada lo detiene, ya que tiene a Dios como su Señor.
Una invitación: a creer en el amor providente de Dios, nuestro Padre.

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro