Monseñor Florencio: Una vida evangelizadora

(CODIPACSQRO) En comunidad, fieles y pastores puestos en la presencia de Dios para celebrar la Eucaristía, acción de gracias, unidos dijeron al Señor: “Tú has estado grande con nosotros y estamos alegres. Bendito seas por la vida y obra de Monseñor Florencio, por su entrega generosa, su disponibilidad, capacidad de servir a quienes se han acercado a él, a través de sus ochenta años de vida. Portador de sueños y esperanzas, por ser sembrador de valores en el corazón de las familias de Tabasco, Cuernavaca y de su natal Tequisquiapan, pero ante todo por ser testimonio del amor de Dios y de la ternura, a ejemplo de la Santísima Virgen de Guadalupe”.

Mons. Florencio Olvera Ochoa, dio gracias a Dios por su cumpleaños número ochenta presidiendo la solemne santa Misa, el 7 de noviembre en la Parroquia de Santa María de la Asunción en Tequisquiapan. Le acompañaron Monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, obispo de Querétaro y Monseñor Lucas Martínez Lara, obispo de Matehuala; una treintena de sacerdotes y muchos fieles, familiares y amigos de Querétaro, Tabasco y Cuernavaca, también sacerdotes y laicos de las Obras Misionales Pontificias de las que Monseñor Olvera fue presidente y actualmente vocal.

El señor obispo Florencio nació en Tequisquiapan, Querétaro, por gracia de Dios fue ordenado sacerdote de esta Diócesis, desempeñó su servicio sacerdotal primero en San Juan del Río, y en la ciudad episcopal de Santiago de Querétaro; desarrolló diversos servicios diocesanos hasta Vicario General y participó como formador en el Colegio Mexicano de Roma, fue por parte de Dios, escogido y consagrado como obispo, enviado a la Diócesis de Tabasco y posteriormente a la de Cuernavaca, desgastó su vida sirviendo a estas comunidades, donde por llegar a la edad señalada por el derecho eclesial presentó su renuncia y es desde entonces obispo emérito de Cuernavaca, retornó a su tierra natal de Tequisquiapan, en donde con su entusiasmo característico es todo un padre para la comunidad.

En la homilía recordó que estamos en el Año de la Fe y lo significativo que el mes de octubre es para su persona, porque muchas fechas recuerdan momentos decisivos de su vida.

“Hoy —dijo—, es una fecha querida, en donde manifestamos nuestro creer, celebrar, vivir y orar la fe en torno a Jesucristo”. “El Año de la Fe dentro de unos días culminará, pero sigue el tiempo de la plenitud, de la adhesión personal y comunitaria a Cristo. La celebración y la vivencia de la fe”. Destacó que: “Jesús se acerca a los pecadores, Jesús busca con insistencia el corazón de las personas”, y valoró la grandeza del bautismo, por el que somos transformados e incorporados al Pueblo Santo y somos todos llamados a vivir una fe viva, consciente, ardiente, operante, íntegra, coherente, alegre y mariana”.

Concluyó con estas palabras: “Queridos hermanos obispos, queridos sacerdotes, queridas religiosas, pero sobre todo, querido pueblo sacerdotal, gracias por esta ocasión que me dan para reconocer lo mucho que Dios me ha dado, pedir perdón por lo que he dejado de hacer. Para que nos encomendemos a María que nos protege, obedezcámosla, hagamos lo que Ella nos dice, lo que su Hijo nos pide, sí, vivamos adheridos a Cristo que nos une al Padre y al Espíritu Santo, y recordemos que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre, y es el que está hoy con nosotros”.

La Diócesis de Querétaro agradece a Dios por la vida gastada de Mons. Florencio Olvera Ochoa, en la tarea evangelizadora de la Iglesia.

Jorge A. Rangel Sánchez