Mensaje de Pascua 2013

Pascua, 31 de marzo de 2013
«¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado» (Lc. 24, 5-6).
 

escudo_armendarizMuy queridos hermanos y hermanas de la Diócesis de Querétaro, me dirijo a ustedes con el vivo deseo de que la fuerza de Jesús Resucitado anime su caminar en la fe y les fortalezca en su testimonio cristiano, a fin de que éste sea irradiante y misionero.

1. Con el Domingo de la Resurrección del Señor comenzamos a vivir el nuevo tiempo pascual, un tiempo particularmente alegre y lleno de esperanza para todos los cristianos del orbe. La resurrección del Señor es nuestra esperanza, la cual nos anima a superar cualquier desánimo en nuestra experiencia cristiana pues con la fe en el Señor Resucitado todo es posible. Nosotros bien sabemos que la fe es algo que por su propia naturaleza exige ser comunicado y transmitido y constatamos que entre más se transmite tanto más crece en el propio corazón de los cristianos, la transmisión de la fe solo puede entenderse en este ambiente de felicidad pascual que la noticia de la Resurrección es capaz de suscitar en el que la anuncia y en el que la recibe.

2. En el texto del Evangelio de San Lucas para las misa vespertina del Domingo de Pascua, aparece ésta expresión en el texto sagrado que me ha ayudado para esta reflexión, y que naciera de la original experiencia de las mujeres en la mañana de la Resurrección cuando se dirigían al sepulcro y encontraron que la piedra del sepulcro estaba removida y la tumba vacía, y la inquietante pregunta del Ángel: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí ha resucitado. A la luz de nuestra fe en la Resurrección del Señor, las tristezas aminoran o desaparecen incluso, los dolores se apaciguan, las angustias se calman. En Jesucristo Resucitado la vida adquiere pleno sentido, y reaparece la esperanza. Brota la vida en los espacios y situaciones más grises y oscuras de la vida y nos permite superar cualquier fracaso o frustración.

3. San León Magno decía que Jesús se había apresurado a resucitar cuanto antes porque tenía prisa en consolar a su madre y a los discípulos (cfr. Sermón 71, 2). También nosotros somos destinatarios de esa consolación divina porque la vida nos sale al encuentro con amarguras y desilusiones y hoy como en la mañana de la Resurrección resuena con todo su vigor y fuerza el anuncio de que la tumba está vacía; pues ha resucitado el Señor. La alegría de esta noticia derriba el peor pesimismo porque la muerte ya no manda más y al mismo tiempo permite que aparezca la alegría, por eso les invito a estar alegres y a comunicar con la misma alegría esta noticia pues el Señor ha vencido a la muerte.

4. Al iniciar la plegaria eucarística con el Prefacio de la Misa decimos unidos al sacerdote que nos invita a levantar el corazón Sursum corda. Sí, hoy, en el día de la Resurrección levantamos el corazón porque ninguna de nuestras preocupaciones, de nuestros deseos, de nuestras angustias, de nuestras distracciones son capaces de opacar la luz y la fuerza del Señor Resucitado, y más aún, permanentemente elevamos nuestro corazón al Señor, es decir, elevamos nuestra interioridad apartándonos de los caminos equivocados en  los que muy a menudo nos movemos con nuestro pensamiento y con las obras.

5. Siempre tenemos que dirigirnos a él que es el camino, la verdad y la vida, siempre hemos de convertirnos dirigiendo nuestra vida a Dios y dejar que nuestro corazón sea atraído  por la fuerza de la verdad y de su amor. Porque la tumba está vacía no hay lugar para el desánimo porque de verdad el Señor ha resucitado. ¡Aleluya!

A todos les deseo: ¡Felices Pascuas de Resurrección!


† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro