Lectio Divina: XXVII Domingo del Tiempo Ordinario

1. Lectura del Texto: Mc 10, 2-16

(Se pide la luz del Espíritu Santo)


Espíritu Santo, Tú que me aclaras todo,
que iluminas todos los caminos
para que yo alcance mi ideal.
Tú, que me das el don divino de perdonar
y olvidar el mal que me hacen,
y que en todos los instantes de mi vida estás conmigo.
Yo quiero en este corto diálogo agradecerte por todo
y confirmar una vez más que nunca quiero separarme de Ti,
por mayor que sea la ilusión material,
deseo estar contigo
y todos mis seres queridos en la gloria perpetua.
Gracias por tu misericordia para conmigo y los míos. Amén.


(Cada uno lee su Sagrada Escritura)

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús, unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?” Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”. Después de esto, la gente le llevó a Jesús a unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. Palabra del Señor.

Repasar el texto leído

(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)

  • ¿Qué pregunta hacen los fariseos a Jesús? v. 2
  • ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? v.3
  • ¿Qué le dijeron los fariseos? v.4
  • ¿Por qué Moisés permitió el divorcio? v.5
  • ¿Cuál es la voluntad de Dios? v.6
  • ¿Qué debe hacer el hombre que se casa? vv.7-8
  • ¿Qué sucede con lo que Dios unió? v.9
  • ¿Qué preguntaron los discípulos en casa? v. 10
  • ¿Quién comete adulterio? vv.11-12
  • ¿Para qué le presentaban unos niños y qué hacían los discípulos? v. 13
  • ¿Qué dijo Jesús a sus discípulos? v. 14
  • ¿Quién no entrará en el Reino de Dios? v.15
  • ¿Qué hacia Jesús con los niños? v. 16


Explicación del texto

Despidiéndose de Galilea definitivamente, Jesús continúa su camino y también su enseñanza, dirigida ahora a un público más amplio. Los discípulos, sin embargo, seguirán teniendo una instrucción adicional en privado. Los fariseos son quienes le proporcionan la ocasión para hablar de un asunto delicado y comprometido: matrimonio y divorcio.

Sin dejarse seducir por una casuística banal y sin quedar atrapado en las disputas de las diversas escuelas, Jesús sitúa el debate en su verdadero horizonte, encausando la solución desde su raíz: la intención originaria del Creador. Desde aquí no duda en definir como adulterio la ruptura de una relación que debe concebirse, no como simple contrato legal, sino como una alianza estable, a semejanza de la que el mismo Dios ha hecho con su pueblo. De ese carácter de alianza que posee el matrimonio deriva la fidelidad conyugal que Jesús proclama, una fidelidad sostenida y alentada por el amor, no por la ley.

Este amor, en referencia constante al amor de Dios, será capaz de encontrar siempre la luz y la fuerza necesarias para superar los muchos obstáculos que al cristiano se le presenten en esa vida conyugal a través de la cual ha de realizar el seguimiento de Jesús.

La actitud de los fariseos, que se acercan siempre a Jesús con intenciones desviadas y gestos arrogantes, encuentra su contrapunto en la actitud de los niños, que, sin posibilidad siquiera de llegar por sí mismos hasta Jesús, deben ser presentados por otros, y no sin dificultades. Diáfanos en su mirada, sin nada que esconder ni ofrecer, sin ningún prestigio ni privilegio que defender, semejantes a la mano vacía de un mendigo, los niños son para Jesús no sólo objeto de atención y de cariño, sino también modelos a imitar por todos aquellos que quieran seguir de veras el camino cristiano y participar del Reino de Dios.

Siendo un don, el reino está reservado no para los prometeos que pretenden escalar los cielos, sino para aquellos que como niños confían, se abren y se abandonan por completo a la benevolencia divina.

2. Meditación del Texto

(Cada participante puede compartir su reflexión personal)

El tema del matrimonio y divorcio propuesto por los fariseos a Jesús, que se aborda en nuestro texto sin duda que es polémico, hacen una pregunta traicionera para poner en mal a Jesús. Sin embargo la respuesta de Jesús es prudente y certera, dejando en claro el fundamento divino del matrimonio, lo que Dios unió, no lo separe el hombre, aunque Moisés por la dureza del corazón de aquél pueblo haya puesto otros preceptos.

Hoy día muchas personas pueden justificar una separación por motivos muy simples, tal vez hasta por mera conveniencia o razones egoístas. Se sigue dando la dureza del corazón, ya que puede dominar más un simple orgullo, un capricho, la ley del hielo en las parejas que el ser comprensivos, dialogar y perdonar. Esto provoca buscar una salida fácil y rápida, hasta llegar a expresar: “no es posible seguir juntos”. La dureza del corazón se sigue viendo en aquellos que se vuelven indiferentes, fríos y egoístas con su pareja, al grado de opacar el fundamento que los unió un día en santo matrimonio, provocando infidelidades, violencia, en una palabra falta de respeto.

El matrimonio nunca puede verse como algo pasajero, como una opción más; es una verdadera vocación. Por eso, quien está llamado al matrimonio siempre deberá defender su estado de vida de todas esas ideas simplistas, egoístas y superfluas: “No te preocupes, tú puedes hacer lo que quieras, tienes derecho a cambiar de pareja cuando lo desees”. En razón a todo esto, quien opta vivir en matrimonio debe ser consciente de lo que implica ser esposo-esposa, el fundamento de su relación debe ser un amor limpio, sincero y de ningún modo pasional y erótico. Es así, que el sacramento del matrimonio no trae infelicidad y problemas, sino que éstos vienen por actuar sin saber y dejarse llevar por el simple placer.

Los fariseos se ven superados con el ejemplo que Jesús pone de los niños, ya que un pequeñito nunca se acerca con intenciones maliciosas para sacar ventaja, de lo contrario buscan apoyo y consejo de los más grandes. Dejad que los niños se acerquen a mí, porque de los que son como ellos, es el Reino de Dios. Palabras que el Señor dice a sus apóstoles pero también a todos nosotros y sin duda que a los matrimonios. Los esposos deben confiar  y fundamentar su relación en Dios  como un niño confía en sus padres, los esposos deben estar dispuestos a pedir consejo de los más prudentes y experimentados para no fracasar, los matrimonios deben aplicar las cualidades de los niños: la inocencia, la pureza, el perdón, la sencillez, etc. En fin, el matrimonio es un estado de vida que hará felices a quienes están llamados a vivirlo y vale la pena redoblar esfuerzos por rescatar su dignidad.

3. Compromiso personal y comunitario

(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)

  • Ser conscientes de la grandeza del matrimonio y la dignidad que entraña.

  • Defender éste estado de vida de los ataques que hoy día se hacen, ante comentarios banales palabras sabias y prudentes.

  • Como matrimonio, fundamentar la relación de pareja en el amor que un día nació y no opacarlo con egoísmos, placeres y frialdades.

  • Pedir consejo de los más experimentados, caminar solo es difícil, pero caminar con otro hace más agradable el recorrido.

  • Centrar la relación matrimonial en el fundamento único y por excelencia, es decir, en Dios.

 

4. Oración

(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada).


Salmo 127
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos:
comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.
Tu mujer, como vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor:
“Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos”. Amén.