Lectio Divina: XX Domingo del Tiempo Ordinario

Pbro. Lic. José Luis Salinas Ledesma
Rector del Seminario Conciliar de Nuestra Señora de Guadalupe


1. Lectura del texto: Jn 6, 51- 58

(Se pide la luz del Espíritu Santo)

¡Oh Espíritu Santo!
Recibe la consagración perfecta y absoluta
De mi ser.
Dígnate ser en adelante
en cada uno de los instantes de mi vida
y en cada una de mis acciones
mi Director, mi luz, mi Guía, mi Fuerza
y el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reserva
a tus inspiraciones.
¡Oh Espíritu Santo!
Transfórmame con María y en María en otro Cristo
para gloria de Dios Padre y salvación del mundo. Amén.


(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”. Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha  enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”. Palabra del Señor.


Repasar el texto leído

(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)

  • ¿Qué dice Jesús de sí mismo? v.51a
  • ¿Qué sucede a quien come el pan de Jesús? v.51b
  • ¿Cuál es el pan que da Jesús? v.51c
  • ¿Qué decían los judíos? v.52
  • ¿Qué pasa con quienes no comen la carne, ni beben la sangre del Hijo del hombre? v.53
  • ¿Qué prometió Jesús con los que comen su carne y beben su Sangre? v.54
  • ¿Cuál es la verdadera comida y la verdadera bebida? v.55
  • ¿Cómo se puede permanecer en Jesús? v.56
  • ¿Cuál es el verdadero pan bajado del cielo? v.58


Explicación del texto

En este discurso Jesús se presenta como el pan dado por el Padre, bajado del cielo, del que hay que comer mediante la fe, destaca el realismo sacramental de esta unidad literaria estrictamente eucarística: es necesario comer y beber la carne y la sangre del Hijo del hombre.

Al expresarse de este modo, el evangelista trata de dar respuesta al interrogante sobre cómo puede Jesús darnos a comer su carne. Un interrogante que supone una comprensión inadecuada de la cena del Señor. Incluso hay que contar con una polémica en contra de su celebración. ¿Procedía de las discusiones con los judíos, con los jude-cristianos o con otras tendencias o grupos dentro de la Iglesia? Ignacio de Antioquia afirma: “no confiesan que la eucaristía es la carne del Señor”. Frente a ellos se pone de relieve la necesidad de tomar parte en la eucaristía para participar en la vida.

El evangelista insiste en presentar la carne y la sangre como verdadera comida y bebida. De este modo salía al paso de otra concepción errónea dentro del cristianismo primitivo, frente a una concepción que consideraría la eucaristía como mero símbolo, el texto subraya que se trata de una verdadera comida, una comida real, en la que se participa de la carne y la sangre de Cristo.

Los efectos de la eucaristía se expresan mediante la fórmula de la permanencia mutua: “el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”. Esta permanencia designa la vida cristiana. La concepción joánica de la eucaristía pone de relieve que el discipulado cristiano se define por la permanencia en la unión con Cristo.

Los dones sacramentales (el pan y el vino) son medio para lograr la unión con Cristo. Esta unión es eficaz se realiza cuando se cumple la exigencia única y decisiva impuesta al hombre, que es la fe en el Revelador, enviado por Dios y portador de la salvación. El efecto principal de la eucaristía, la unión personal con Cristo, se expresa mediante la mutua permanencia: El que come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en él. (Jn 6,56)


2. Meditación del texto

(Cada participante puede compartir su reflexión personal)

En esta parte del discurso, Juan ofrece una interpretación profética de las palabras de Jesús, dirigidas totalmente al sacramento de la Eucaristía. En la primera parte decía: Yo doy el pan, pero ahora dice: Yo soy el Pan. Todo lo que la Iglesia enseña sobre la Eucaristía es sólo la consecuencia de la fe en el hijo de Dios hecho hombre. Adoramos a Dios en espíritu y en verdad, pero el hecho de que el hijo de Dios se haya integrado en la creación haciéndose hombre, permitió que los elementos de la creación fueran portadores de realidades divinas.

La Eucaristía es un rito humano —a veces celebrado de una manera demasiado humana— lo que no impide que tanto la ofrenda como los celebrantes estén inmersos en ese momento en el misterio de Dios ¿Qué son el cuerpo y la sangre de de Jesús ya resucitado? Para nosotros es un misterio, pero el cuerpo evoca la unión de todos, y la sangre, la vida.

La Eucaristía, Cena del Señor (la Misa como decimos comúnmente) es la expresión más fuerte de nuestra unión con Dios en Cristo. ¿Cómo puede éste darnos de comer su carne? Según los manuscritos más antiguos Juan escribió “carne”, y no “su carne”, citando las mismas palabras de los israelitas que desconfiaban de Dios en el desierto. Pero Juan, que le gusta jugar con las palabras, les da aquí un sentido diferente: ¿Cómo un enviado del cielo daría carne al mundo, si lo que necesitamos es lo espiritual Jesús contestará: aunque esa carne parezca alimento terrenal, se trata de compartir la vida de Cristo resucitado y transformado por el Espíritu, y por eso da vida.

En la cultura hebraica carne y sangre significan la totalidad del hombre en su condición mortal. Jesús quiere que hagamos nuestro todo su ser, y nos comunica su divinidad. Es evidente que la comunión sólo adquiere todo su sentido si se hace bajo las dos especies de pan y de vino; por eso sólo hay eucaristía si el celebrante, por lo menos comulga bajo las dos especies.


3. Compromiso personal y comunitario

(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)

  • Participar con fe y alegría en la Eucaristía dominical para estar en comunión con Jesús.
  • Promover la participación de la familia en la Eucaristía dominical.
  • Confesarse frecuentemente para estar dignamente preparados para recibir a Jesús que nos une a su Cuerpo Místico.
  • Acercar a la Eucaristía a todas las personas alejadas y a los enfermos.
  • Los catequistas comprometerse a preparar de una manera profunda a quienes recibirán la primera comunión.
  • Los ministros extraordinarios ofrecer un servicio digno de llevar la comunión a los enfermos.


4. Oración

(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada)


Te damos gracias Señor,
por tu palabra pronunciada
hace dos mil años,
sigue siendo viva y eficaz
entre nosotros.
Reconocemos nuestra impotencia
e incapacidad para comprenderla
y dejarla vivir entre nosotros.
Ella es más poderosa y más fuerte
que nuestra debilidad,
más eficaz que nuestra debilidad
más penetrante que nuestras resistencias.
Por eso te pedimos
que nos ilumines con tu Palabra
para tomarla en serio
y abrirnos a aquello que nos manifiesta.
Para que confiemos en ella
y le permitamos actuar
en nosotros con la riqueza de su poder.